Estadisticas

domingo, 22 de enero de 2017

EL FESTIVAL MÁS ESPECTACULAR



Desde su primera edición, tuve claro que Pamplona Negra no era un festival más, ni como los demás.
Su organizador, mi hermano Bassas, tiene una creatividad fuera de lo común, y una capacidad para el espectáculo como no hay dos.

Y como veréis, si seguís leyendo, este año, se ha superado.

Salimos para Navarra el jueves, antes de que pusieran las calles. Un viaje largo y con trasbordo en Madrid. Suerte que la compañía de JM Mulet (al que nos encontramos en Atocha) hizo algo más llevadero tanto chaca cha y tanto tren.

Cuando llegamos, a eso de las tres, Bassas y Cristina Fernández (la traductora y santa de Arretxe) nos esperaban ya para llevarnos al restaurante. Al poco, Rafa Melero también se unió a la mesa, y entre risas y chascarrillos, llegó también Marta Leer sin prisa, y cuando nos quisimos dar cuenta, era la hora de dirigirnos al Baluarte para el primer acto de la tarde.
Una mesa sobre el mal moderada por el mierderator del Rey en que participarían el propio Melero, la psiquiatra y escritora María José Moreno, Reyes Calderón…. y un exorcista. Sí sí, habéis leído bien. Un madero, una psiquiatra, una autora de éxito y un exorcista, que hablaron, literalmente, de lo humano y lo divino, que dejó a los cerca de 200 asistentes con ganas de más (especialmente, sobre el noble arte de combatir al demonio).
Y aún más, me gustó el siguiente acto: la charla sobre criminología de J. M. Mulet, que, si nada lo impide, tendremos el gusto de disfrutar en las Ahorcadas dentro de unos meses (más información, próximamente). Una lección magistral no solo de la historia de la criminología, que también, sino de cómo captar la atención del respetable digna del mismísimo Bassas, que dejó las trescientas bocas presentes abiertas de par en par.

Tras despedirnos de Mulet, pusimos rumbo a Arbizu, donde Il castrato di Basauri nos esperaba para presentarnos a la pequeña Mai. Una risueña muñequita de 20 meses, que, pese a balbucear un indescifrable cruce entre vietnamita y euskera solo apto para Iker Jiménez, hizo que se nos cayera la baba (especialmente a mi padre, que cada vez está más claro que quiere ser abuelo).

A la mañana siguiente, mientras el pitufo estaba en la guardería, aprovechamos para dar un paseo por el pueblo y descubrir que… me gusta el vermut.

Así que, ya sabéis, nenas, aquí tenéis a vuestro chico Martini.

Después de comer y despedirnos de la familia Arretxe, il castrato nos dejó en el hotel Tres Reyes. Y en cuanto cruzamos sus puertas, nos encontramos con Víctor, la encantadora novia de alquiler de Bassas y al rato, también con Pere Cervantes. Besos, abrazos, y cagando leches al Baluarte para la prueba de sonido.

Y es que, a las 18, tuve el honor de presentar la conferencia de Víctor del Árbol sobre los personajes. Una lección magistral de literatura del más alto nivel (que habría hecho las delicias de Juanita), que tuvo su frikada contrapartida en el siguiente acto: la teatralización de la selección de un jurado popular a cargo de un fiscal real. Un acto supercurioso, de esos que solo se le ocurren a Bassas.

Y me habría encantado quedarme a la película basada en “Vientos de Cuaresma”, la tercera novela sobre Mario Conde del cubano Leonardo Padura, pero como no todo iba a ser cultureta, después de que el gran Jesús Lens la presentara (y le atizásemos un abrazo Teletubbie) nos fuimos a cenar un chuletón digno de Pedro Picapiedra.

Algunas copas y horas de sueño más tarde, Lens y servidor estábamos echando un vistazo a los materiales que algunos forenses habían dispuesto en el Hall de Baluarte, antes de colarnos en plan malote en un taller juvenil sobre grooming que Pere hizo con chavales. Una charla disfrazada de juego de rol que nos tuvo a todos flipando (y que pienso colar en mi programación para la oposición como sea).

Entonces, para ir abriendo boca antes de comer, otra ración de abrazos. Esta vez, para juan Mari Barasorda, el organizador de la deliciosa “Bruma Negra”, y uno de los tipos más frikis y majos (vestidos, afortunadamente) con los que servidor ha tenido el placer de conocer desde que lleva en el mundillo noir.

Mención aparte merece (aunque yo no me enterase de la misa la media) la demostración canina que después hicieron expertos de la policía foral de Navarra.
 

Y como a esas alturas, ya había ganusa, volvimos grupas hacia el hotel Tres Reyes, para uno de los platos fuertes de este año: un menú noir presentado por Juan Mari Barasorda y preparado por Xabi Gutiérrez, autor y jefe de innovación de Arzak. Un menú alucinante inspirado en novelas de personajes como nuestro querido Corominas, la Amaya Salazar de Dolores Redondo (con la que tuve el placer de compartir mesa) o del Germinal de “La víspera de casi todo”. Una maravilla culinaria que, pese a que yo pensaba que me iba a hacer añorar el kebab de la Plaza España, me reconcilió con la alta cocina.
 
Después de la charla de Dolores Redondo con el bueno de Jesús Lens, llegó la apoteosis final: un concierto de bandas sonoras de cine negro. Una maravilla, con la aparición estelar de Basas que pistola de juguete en mano, abrió fuego contra el cuarteto de jazz.

Como ya es habitual, al acabar el festival, los autores autóctonos nos agasajaron con otra cena baja en calorías en una sociedad gastronómica. Una noche para el recuerdo, gracias a las portentosas dotes adivinatorias de Fátima Frutos que, entre otros arriesgados augurios, leyó en mis manos que el destino me tenía deparado pasar por el altar en menos de cinco años ¡con una escritora de novela negra madrileña!

Así que, ya sabéis, solteras conquenses de oro, si no os dais prisa… ¡puede que alguna lagarta del foro se os adelante!

Por desgracia, esta mañana tocaba despedida. Levar anclas, y volver al chaca chá del tren y la rutina.

Aunque después del festival más espectacular que nunca he visto, ya estoy deseando que llegue la cuarta Pamplona Negra.

1 comentario:

Yolanda dijo...

El elenco de participantes ya era para poner los dientes muy largos. Y ahora, con tu crónica, sufro en la distancia. Este tipo de ocasiones siempre son un lujo. Suelo acudir al Getafe Negro, que es el que me coge más próximo, y siempre es fantástico. Me alegro de tu magnífica experiencia.
Un beso.