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domingo, 26 de enero de 2014

Alba Negral 4: PRIMER AXIOMA

Antes de que alguna manada humana compartiera un puñado de palabras para medio entenderse entre ellos, quedó establecido el primer axioma geométrico que sigue sin ser refutado: A saber: “La distancia entre un fuerte y un débil es más corta que la del débil al fuerte en proporción directa a la diferencia de potencia”.
Parece mentira que con un vocabulario tan corto y sin conocimiento de los números lo comprendieran todos, pero sí que lo asimilaron. Yo lo aprendí en la cuna y no lo olvido un instante. Cabe cambiar “fuerte y débil” por “pobre y rico” o alguna otra pareja que ahora no vamos a considerar. Esta sabiduría mamada y la confirmación de la experiencia han conseguido que yo evitara siempre cualquier confrontación (salvo en horizontal y con moza placentera).
Mi lema es: “Breve y por detrás”. Ninguno de los que maté supo por quién, cómo y por qué fueron enviados al otro mundo. Si alguien cuya desaparición no me comportara perjuicio manifestaba su desprecio o superioridad respecto a mí de forma desagradable, gustaba de inmediato de mis servicios y atenciones así como de mi fervorosa sumisión. Solían crecerse y disfrutar de su elevación. Lástima que les durara tan poco. 

domingo, 19 de enero de 2014

ALL WE NEED IS JOE



Cuenta la leyenda (no sé si urbana, tratándose de Cuenca) que las presentaciones de Joe en las Ahorcadas están malditas, que siempre que viene, servidor las pasa putas.
Y no por superstición, precisamente.
Cuando nos visitó En 2012, estuve a punto de ingresar en el 12 de Octubre por  un dolor de cabeza, y en 2013, en un psiquiátrico por uno de muelas.
Se comprenderá entonces mi canguelo inicial a repetir y seguir tentando la suerte y que, a la tercera, finalmente  fuese la vencida.
Pero no.
Esta vez fue al revés.

Después de superar una neumonía, una ciática traicionera durante la víspera a punto estuvo de echar por tierra autor y evento.
Pero ahí donde lo veis, Joe es más duro que el bolsillo de un catalán, así que rezó un par de oraciones a San Ibuprofeno y se subió en el AVE de las 10.

Con dos cojones.

Y montones de pastillas.
Porque tenía dos encuentros por el precio de ninguno: uno matinal, con los bachilleres alfonsinos, y otro vespertino en nuestras Casas.
Y la ciática seguía haciendo de las suyas.
Pero nadie lo hubiera dicho, cuando lo tuve entre mis brazos a eso de la 1, tras salir del Instituto por la puerta grande.
 Y menos, cuando después de compartir una deliciosa mesa y sobremesa con el profesor Mula y la alumna Belinchón, el que estaba para el arrastre era el que suscribe.
Por suerte, el acto en el Centro Aguirre fue un éxito de crítica (¡y por una vez no porque la hiciera yo!) y público (como atestigua una cuarentena de asistentes sin virus y que faltaron libros), gracias al apoyo de la Biblioteca Municipal.
Y eso que no era una presentación sencilla, precisamente.
 “El enviado” es una novela que es preferible descubrir por uno mismo, así que preguntas y respuestas debían estar medidas para que las palabras no acabaran con la magia.
De hecho, tan ajustadas estaban, que temí que la presentación se quedase corta… ¡y al final lo que se nos quedó corta fue la hora!
Antes de dar por terminado el acto público, procedimos a fallar los premios de microrelato (véase la última entrada de este blog) y a la lectura de los ganadores.
Y luego…luego dimos paso al mejor encuentro que recuerdo, y van unos cuantos desde que comenzamos con el club de lectura (la mayoría de los negritos se lo habían leído al menos dos veces).
Nunca fue tanta la participación y la opinión de los negritos tan favorablemente unánime.
Cuando cerramos la biblioteca, a eso de las 9, ya nadie se acordaba de espaldas y dolores.
Ni siquiera de Cospedal.
Mención especial merece el negrito invisible, donde Cris Marple volvió a brillar con lupa propia, y Leo con la pista más ingeniosa, a mi juicio.
Antes de dar por terminada la noche, como ya es tradición, hicimos una última parada en el Bus, para deleitarnos con una nueva sesión de música de cuando el CD sonaba a ciencia ficción con ecos de partido político.
Un muermo, si no fuera por el Pichuchina Style y  los gin tonics.
Porque en cuanto empezó a correr la ginebra y la tónica, hasta el dúo sonaba dinámico y Raphael menos escandaloso.
Una pócima casi tan mágica como la de Panorámix, capaz de hacer saltar como posesos a los lesionados.
Especialmente cuando los Beatles empezaron a sonar por los altavoces.
En ese momento de frenesí, cúlmen de una jornada memorable incluso con resaca, me pareció que hasta Paul McCartney coreaba:

All you need is Joe.

domingo, 12 de enero de 2014

Micropiojosos

Todavía resacoso de  abstemia alegría por la visita de Joe  (en cuanto me recupere, haré la crónica que tan magno evento merece), me complace presentar los ganadores del III certamen de micro Fan Fiction las Casas Ahorcadas,  y  de justa propina, al relato que a punto estuvo de serlo.
No digo más, porque su calidad habla por sí misma.

Angelines
Miguel Rodríguez Segarra

!Sentía un asco...! !unos deseos de matar...! todos muertos, en el fondo de un pozo, el Piojoso debajo. Ojalá.
!Ah... si tuviese mi propio local! ―suspiraba entonces.
Desde que entré de camarera en el bar de mi tío Paco, el Piojoso, me obligaba éste a llevar una minifalda minúscula y atarme la camisa bajo los pechos.
≪Bueno para el negocio≫ decía el muy cabrón. !Claro! su clientela se había doblado...
Como marranos en celo, oye. No me dejaban respirar.
Temía ir a la cocina; en el pasillo solía encontrarme a alguno de aquellos cerdos parroquianos dispuesto a magrearme y restregarme el paquete. Si corría a parapetarme en la barra, mi tío me miraba mal, luego, a solas, una bofetada, por lo menos.
"El chochito de en ca Paco", así me llamaban, que me he enterado.
Aquella noche, el puto Piojoso se empeñó en acompañarme a casa. Me daba repelús su apestosa cercanía; sonreía torcidamente, babeando; iba ciego, sentía su mirada soez desnudándome las tetas.
≪Si intenta algo, lo rajo !no aguanto más!≫ me dije, agarrando mi pequeña navaja dentro del bolso.
Había un tipo en la acera de enfrente; quizá me ayudase... me pareció verle un ojo tapado; su figura me tranquilizaba, me daba ánimos. No sabría decir por qué. Desde entonces, no he vuelto a verlo.
Heredera universal, me dijo el abogado.
Trabajo me costó el papeleo. Y una pasta gansa el letrero luminoso que mandé poner en lugar del mohoso "BAR PACO", un precioso "SALON DE TÉ" orlado de florecillas primaverales.
Mis finas clientas me llaman Nines. En realidad, me llamo Angelines.
Y aunque no sé cuál es, todos los días le enciendo una vela al santo patrón, bendito sea, de los ladrones de tapas de alcantarilla.
Claro que el hijoputa no veía donde pisaba.

¿El tamaño sí que importa?
Noelia Belinchón

Otra vez en el Piojoso, como todos los días desde entonces. Soy incapaz de levantarme de la cama y, simplemente vivir, así que aquí estoy otra vez. Como todos los días. Me siento tan insignificante, tan inútil... Entro arrastrándome al baño, o lo que sea eso. El sitio está siempre de lo más asqueroso, Paco barre cada 29 de febrero. La ponzoña se acumula allá donde mires, igual que en mi vida desde que Julieta murió, así que me siento como en casa. Aquí nadie hace preguntas que no sean ¿Cuánto te debo? o ¿me pones otro carajillo? Las únicas respuestas que se escuchan son gruñidos. Y a veces, se oye algún taco de parte de los parroquianos. Al salir, me apalanqué en mi rincón de siempre intentando pasar desapercibido. Levanté la vista del suelo, algo poco frecuente en mí, y ahí estaba ella: Piernas firmes, tez tostada, unos ojos de impresión… Toda una preciosidad. No era una habitual, eso seguro. En realidad, no se me ocurre que se le podría haber perdido en aquel antro. Juro que desde que Julieta murió, mejor dicho, desde que se la cargaron, no he vuelto a mirar a una fémina, pero es que estaba para mirarla dos veces. Y uno tiene necesidades que cubrir. Han pasado eones desde la última vez y ando algo oxidado en esto de ligar, pero oye, igual era una señal de Dios, y quién soy yo para decirle que no a un señor que se escribe con mayúscula. Entre mi respiración entrecortada se dejó escuchar un <<Hola>> poco audible y menos natural. Ella se dio la vuelta lentamente como en una de esas películas americanas.
Y entonces… ¡ZAS! Mis esperanzas de nueva vida quedaron tan aplastadas como su cuerpecito. Solo se veían vísceras y patas.
- Joder, Paco, jodeer. Así, era así. – Dijo Gafas separando las manos…






ALBINADA

Manolo Polo

-No hubiera pasado esto si no hubieras estirado dos horas la consumición del puto café. Si se enfría el vaso cómo quieres que no se te pegue al mostrador. ¿Qué quieres, que lo deje sin engrasar con el dineral que le costó a mi abuelo? –gruñe el Piojoso.
            -¿Grasa?,  esto se llama cieno en toda tierra de garbanzos -sonríe el intruso.
            -Debes estar mirando un rodal donde se te haya caído la baba -replica el Piojoso.

            El Piojoso no es tan fiero como creíamos. Se está dejando avasallar por este tipejo blanquecino que tan bien principió su visita con un:
- Tumbas habrá mejor iluminadas y que huelan menos a podrido que esta cueva.
Tan caraleches, tan desgarbado, tan delgado que nadie se explica qué necesidad tiene de abrir la puerta para entrar y, menos aún, dejarla abierta, con lo que nuestras esencias ambientales se escaparon como gorrinos  en desbandada. La transparencia del aire nuevo amenaza con dejarnos ciegos.

Para de inmediato, el muy cochino, chulearnos:
-La paz de dios sea con los hombres de buena voluntad, y para los demás aire fresco y cornetilla picante en las almorranas.
¿Qué pasa con este tío fanfarrón que no sabemos de que va, y nos tiene alelados mirándolo como si nos hubiera capado sin anestesia y fuera a mandarle al Piojoso que cocinara nuestras criadillas?

Pero no.
-Café–pidió.

En la pantalla del televisor apagado se nota hoy, sin los humos protectores del tabaco, el sugerente reflejo atocinado del hueco iluminado de la entrada. Allí miraba el blanquecino atentamente mientras saboreaba el café con la parsimonia de un caracol con la casa cargada de hipotecas:
-Exquisito veneno- dijo al fin. Pagó sin preguntar el precio y se despidió:

-Me llaman Alba. Volveré.



Lágrimas negras
Ana Martínez Fernández

Di un pequeño sorbo al café. 
-Su puta madre...está hirviendo- grité mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. El Piojoso dejó entrever una sonrisa irónica y siguió leyendo su periódico. "Todavía sigo sin entender por qué coño vengo a este bar. Será porque me pilla cerca, porque Paco no te sorprende o simplemente porque tiene tanta mierda como mi vida, por lo que juego en casa". Todo eso pensaba mientras me acercaba al espejo a arreglarme el rímel que ahora ennegrecía mis mejillas. "Joder, para una vez que tengo una cita". De pronto, un ruido sordo de cristales, varios gritos y dos esquirlas heladas entrando en mis pupilas. 

El golpe certero de un vaso contra el espejo me cambió la vida. Lo que nadie sabe es que ahora vivo atrapada entre dos mundos y puedo ver la oscuridad en ambos. Pero todas las noches él viene a sanarme, sorbe mis lágrimas negras y se adentra en mí buscando información en mis visiones para seguir repartiendo su justicia...poética o no. ¿Soy feliz? No lo sé. Me acaricia el alma y, eso sí, jamás he vuelto a usar un rímel .

domingo, 5 de enero de 2014

Las Ahorcadas reciben al “Enviado” de Álamo



¿Qué tienen en común un mercader de un futuro de pesadilla, y  las pesadillas de una administrativa sin futuro?
¿Un despiadado publicista de doble vida y un despiojado camarero que va por la segunda?
¿Un angelito al que las visitas nocturnas de su tío quitan el sueño y un tío hecho y de derecho que cree que un ángel vela porque los suyos se cumplan?
¿Una partida de póker de barrio y las deidades que evitan que no nos vayamos todos al otro?


Un enviado
Un libro.
Un originalísimo libro de relatos magistralmente escrito y maquiavélica, milimétricamente pensado para desafiar al lector a  dejar de leer y a encajar los cuentos que componen esta fantástica novela fantástica urbana teñida de negro.
Así que ya sabes, si quieres descubrir un libro diferente y un autor inolvidable, déjate de cuentos, y pásate por aquí, pásalo por ahí.


Como adelanto, ahí va un microregalo de reyes.

WRITING OFF
Para Joe álamo, maestro desde la primera línea, hermano desde el primer abrozo.


En el principio fue la luz.
La luz de un bar, el lugar donde nacen las historias.
Pero parecía que en el desértico As de Picas”, sólo lo hacían las cucarachas.
Y por el gruñido con que me recibió su piojoso camarero, que más bien era el “rey de bastos”.
- Un trato, maestro. Un  bourbon por una historia- propuse.
- Si le contase la mía, pensaría que es un cuento, y que bautizaron al Jack Daniels  en mi honor. Puerta.
Soy un hombre perspicaz, sé pillar una indirecta.
Y a aquellas horas, incluso una puerta.
Iba a entrar al “Cafesito cubano”, cuando un ruido del callejón anexo me invitó a cambiar de idea.
 Un armario andante y una rata humana linchaban a un tipo que aún así no perdía el sombrero y la sonrisa.
-¡Por aquí, policía!- los espanté haciendo gestos a la nada. -¿Se encuentra bien, amigo?- añadí cuando dejamos de ser multitud.
-No sin un  trago- contestó con una sonrisa teñida de sangre.
 Sin embargo, no lucía ojos morados a juego, sino blancos como pescado.
Parecía que el sueño eterno apenas había sido una cabezadita para mi joker particular.
Con todo el dolor de mi corazón y alborozo de mi hígado, no tuve más remedio que  pasarle mi petaca de emergencia.
-Vaya, pensaba que los ángeles de la guarda seríais un poco más altos- se mofó, incorporándose para cogerla.
-Y yo, que las damiselas en apuros algo más guapas y agradecidas, señorita….
-Boggart- replicó con una carcajada.
- álamo, pero busco historias, no problemas. Un placer.
-Espera. Puedo contarte una de detectives reanimados desencantados con la no vida.
-¿La tuya?
-  De un amigo, si quieres publicarla.
- ¿qué tal Tom Z Stone?
-¿Por qué?
-Porque sería un gran epitafio- dije quitándome las lentillas y los iris.