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jueves, 22 de noviembre de 2018

En negro y blanco: clásicos americanos adaptados al cine

 
Cada año, las Casas Ahorcadas dedicamos un ciclo de lecturas a un país, para conocer otras culturas sin maleta,  y descubrir otros momentos históricos sin máquinas del tiempo.
 Y este curso, le ha llegado el turno a los clásicos de la novela negra americana adaptados al cine. Novelas en negro y blanco que inspiraron los clásicos del noir.
Y comenzamos este ciclo, con una rareza solo apta para bibliófilos empedernidos y cinéfilos impenitentes.

Scarface, Armitage Trail
 
Por Miguel Esparcia
 
 
Estamos ante una de las primeras novelas de género negro escritas desde el punto de vista del delincuente.

 Poco se conoce del autor, dada su corta vida y obra. Pero saber algo de su biografía quizá nos ayude a comprender un poco más esta novela.

Armitage Trail es uno de los pseudónimos de Maurice Coons. Nacido en 1902 en Nebraska, tuvo una infancia itinerante, como consecuencia del trabajo de su padre  en la compañía de Opera de Nueva Orleans.

 Desde sus primeros años, comenzó a interesarse por los Gangsters, como el que se aficiona a los cromos, sellos o monedas. Otra de sus aficiones era escribir. Pasión por la cual abandonó la escuela a los 16 años, para firmar historias de crímenes y detectives dentro del género Pulp.

 Vivió en New York, recalando finalmente en Chicago, donde por las noches frecuentaba ambientes “gansteriles” y confraternizó con un abogado italo-americano que le proporcionó bastantes conocimientos sobre el tema.

Nunca conoció a Al Capone, pero le fascinó su figura, escribiendo Scarface a modo de pseudo-biografía en 1929. Se publicó en 1930. Pronto el magnate de Hollywood Howard Hughes le compró los derechos por 25.000$. Nuestro autor se trasladó a Los Ángeles, donde se acentuó su alcoholismo, ganó peso y vivió con extravagancia extrema, lo cual desembocó en un Infarto de Miocardio a la tierna edad de 28 años, por lo que nunca vio su historia en el cine.

 Por ello, nunca sabremos que hubiera podido opinar de la película. Lo que sí se sabe, es que Capone se ofendió, no por la historia, sino por el trabajo de Paul Muni representando su persona. (A mí me hubiera pasado igual)

En 1983, Brian de Palma dirigió una adaptación más modernizada, protagonizada por Al Pacino y Michelle Pheiffer.

Scarface es una novela corta, que nos narra los inicios de un avispado chico de barrio en el mundo del Hampa. Trata de como una persona con habilidad innata, rapidez de pensamiento e ingenio para los “negocios”, dentro de un cuerpo con arrojo y valentía, asciende en el mundo del crimen, hasta hacerse con una de las bandas más potentes de su ciudad.

Narra de forma veraz el ambiente de la época: las relaciones entre gangsters, policías, políticos, y figuras como las “pistoleras”, sacando a la luz todos los conocimientos obtenidos de primera mano por el autor en su Chicago de juventud.

A medida que avanzas en la novela, hay momentos en los que se empatiza con el personaje. Es despiadado y cruel donde los haya, pero en este mundo de buenos y malos, los buenos son en general tan corruptos y cínicos como los del bando criminal.

Sobornos, traiciones, hipocresía, vanidad, poder... un cocktail explosivo, que muestra fielmente la sociedad  americana de los tiempos de la ley seca, y el inicio del gansterismo y una especie de protomafia que vino para quedarse.

Las adaptaciones cinematográficas se dejan ver, pero la novela, como en muchas ocasiones, es mejor. En mi opinión es más fiel la de 1932. La de Brian de Palma es más “ochentera” y técnicamente mejor presentada, pero pierde la esencia de los inicios del Crimen organizado.

sábado, 10 de noviembre de 2018

La sombra del Olmo, sí que es alargada


Ayer fue un día grande en las Ahorcadas. Tuvimos el placer de comentar virtualmente con Benito Olmo su novela “La tragedia del girasol”, segunda entrega de la serie protagonizada por el gigantón Manuel Bianquetti.

Y de verdad, que lo de este autor gaditano, es para hacerle una chirigota y un monumento.

Como sabrán los seguidores del blog, su novela fue una de las elegidas para este año de entre las propuestas por el club este verano. Pero lo que ignorarán, es que bastó con un simple tweet de la incombustible Olmos, para que el bueno de Benito nos dijera sí a todo.

Sí, a comentar con nosotros la novela cuándo y cómo quisimos.

Sí, a ser entrevistado en el espacio radiofónico mensual del club dentro de “Hoy por Hoy” Cuenca.

Y sí, a venir al festival de este año.

Con la mayor humildad del mundo, ayer Benito encajó críticas y halagos, sugerencias y comentarios, y entre risas y confidencias, a pesar de lo frío que suelen resultar este tipo de encuentros telemáticos, fue como si por una hora, la plomiza tarde conquense se convirtiera en una soleada charla entre amigos a orillas del mar gaditano.

Como muestra de que Benito es aún más grande que su personaje, ahí va la breve entrevista emitida el lunes en la cadena SER.





Estoy convencido de que si todos los escritores fueran así de cercanos y sencillos en su trato, los lectores ibéricos no estaríamos como los linces, en peligro de extinción.


Así que, ¡larga vida a Manuel Bianquetti, y te esperamos en Abril por las Ahorcadas!

domingo, 4 de noviembre de 2018

Marin Ledun: “Una vez entras en la literatura te basas en otra forma de pensamiento”


 

Callado y observador, el autor del Premio Transfuge 2016 a la mejor novela francesa se asoma a Cuenca para abrir las tapas de sus libros y de su denuncia social.

POR LIBERTAD MARTÍNEZ GONZÁLEZ / FOTOGRAFÍA: MARÍA NAVARRO FAJARDO

 

Al más puro estilo francés. Se sonroja cuando ríe, al hablar mueve las manos con elocuencia. Frunce el ceño cuando piensa y los labios cuando escucha. Mira hacia todos lados, quizá  intentando guardar fotografías en su mente.  

Fuera llueve. Él lleva vaqueros, deportivas y un jersey de lana gris. Tampoco parece tener frío cuando se queda en manga corta, dejando ver su brazo izquierdo, todo tatuado.

 Pero se le nota cansado, ha tenido un día duro. Viene del festival “Getafe negro”, ha pasado por Villamayor de Santiago para tener un encuentro con los estudiantes del instituto Ítaca y finalmente ha presentado sus libros en Cuenca ante el Club “Las casas ahorcadas”.

Después de un día tan agotador, aún tiene tiempo para hablar un rato más, de forma cálida y distendida, aunque la piel de sus ojeras ya se torna violácea. Toquitea delicadamente el paquete de tabaco que y  mientras se deleita con un cigarrillo, mira, como preguntando si puede ya empezar a hablar.

 

Pregunta: ¿Ha influido en que escriba novela negra el hecho de que haya estudiado sociología?

Respuesta: Cuando empecé a escribir mi primera novela intenté usar las herramientas de la sociología para documentarme, para hacer un esquema de lo que quería contar. Pero una vez que tuve mi esquema y un montón de documentación, entendí que iba a ser muy complicado escribir una novela que tuviese misterio y todo. Entonces tiré toda la documentación y empecé de nuevo.

 Es realmente otro trabajo muy diferente. Una vez entras en la literatura te basas en otra forma de pensamiento. Al fin y al cabo la labor de un escritor es contar historias, poner palabras sobre las emociones. Me había pasado más de quince años leyendo todos los días, pero también escribiendo cartas a amigos… y cartas de amor. Descubrí que no era tan difícil. Las cartas son en realidad como las novelas: poner palabras sobre las emociones, un poco de manipulación, un poco de seducción… Este tipo de escritura es una forma de escribir que viene un poquito de la cabeza, pero que sale sobretodo del corazón y de las tripas. Asique sí, me influyó, pero no me sirvió más que para darme cuenta de que escribir historias no era teorizar.

 
P: ¿Cómo se le ocurrió la trama de su libro “Perros de porcelana”?

R:  Perros de porcelana” es un libro muy duro, porque la situación era dura. Necesitaba contar una experiencia. El punto de partida del libro es un colega de trabajo que un día estando en el aparcamiento me dijo que me acercase a su coche. Abrió el maletero y me pidió que mirara: había un fusil. Me asusté, lo reconozco. Cerré el maletero y me fui para atrás. Me explicó que el fusil llevaba mucho tiempo allí escondido. Que todos los días desde hacía un año venía al trabajo con él y que no podía más, que el secreto le pesaba tanto que necesitaba hablar de ello con alguien, porque sabía que algún día lo iba a usar.

 


 P: La situación de la que habla es el acoso laboral. ¿Por qué necesitaba hablar de esto?

R: Hace años trabajaba para France Telecom. Allí fui víctima de acoso laboral, de violencia en el trabajo. No hay sufrimiento sin violencia. Cuando me despidieron necesité seis años al menos para estar en paz conmigo mismo, y entonces, saliendo de ese sufrimiento, me aventuré a escribir con una amiga psiquiatra y un amigo sociólogo un ensayo sobre los suicidios en France Telecom. Intentábamos denunciar la forma en la que se trataban estos suicidios en los medios, pues los tachaban de “moda”. Nuestro ensayo salió en Francia en 2010, pero una vez editado nos encontramos con el problema del secreto médico. Teníamos muchísima información que no podíamos sacar a la luz, o demostrar, debido a la intimidad de los pacientes, por eso decidí escribir “Perros de porcelana”, para poder decir todo lo que no había podido escribir en el ensayo. Y fue un momento muy emocionante cuando me di cuenta de que estaba usando las armas de mi nuevo trabajo como escritor de novela negra para poder denunciar lo que había sufrido en mi antiguo trabajo. Una vez se editó el libro siguió siendo duro. Antiguos compañeros del trabajo me insultaron, otros en cambio me lo agradecieron. Hubo gritos, hubo lágrimas…Aun así hace ya casi diez años que escribí “Perros de porcelana” y desgraciadamente, la información que me llega, es que las cosas no han cambiado.

 
P: Aunque “Perros de porcelana” y “En silencio” son novelas muy diferentes, ambas tienen un inicio muy violento. ¿Cómo se le ocurrió el principio de esta novela, en el que Émilie seduce a Simon para raptarlo y luego le dispara en una pierna?

R: Lo que me importaba era el hecho de que mientras Émilie le disparase a Simon le dijese: “Ahora estamos iguales, vamos a poder hablar”. Aunque su forma de entablar conversación no es muy democrática (sonríe mientras dice esto), está claro que no es más que una puesta en escena. Una exageración violenta, para permitir al lector interesarse por quién ha hecho qué, lo que siempre cuento pasada la introducción. Esta estrategia la utilizo en casi todas mis novelas.

 

P: ¿Por qué gran parte de “En silencio” transcurre en una perrera?

R: Situé la ambientación en una perrera porque quería mostrar al lector que Émilie estaba en ruptura con la sociedad de los humanos, encontrándose ahora en una sociedad de animales. El perrito Bop representa la prolongación de la humanidad que Émilie ha perdido pero que quiere buscar, al igual que su pierna. Bop es libre, salvaje, lo que Émilie envidia.

 

P: Hablando de la pierna de Émilie… ¿Por qué quería que la protagonista tuviera discapacidad física?

R: No conozco a nadie que tenga discapacidad física, por eso dudé bastante tiempo antes de representar un personaje con este hándicap. Tenía en mente a una bailarina con sólo una pierna y quería hablar de la desclasificación social. Ensamblé estos dos elementos para intentar mostrar más allá de la discapacidad física la discapacidad social que sufría esta joven.

 
P: ¿Por qué Émilie elige a Simon para su venganza?

R -Es una putada, pero es la decisión del novelista. Soy un poco romántico y pienso que Simon es un espejo de Émilie. La única diferencia es que Simon acepta la fatalidad de la vida, lo que Émilie no consigue hacer. Sus actos son reproducciones de su cultura, de su entorno…  Su venganza hacia el mundo (y no sólo hacia Simon) es su forma de luchar contra este determinismo social. No sabe hacerlo de otra forma y considera que raptar a este hombre y dispararle en la pierna para que sienta su mismo sufrimiento es lo apropiado.

 
P: ¿Con qué personaje de su libro “En silencio” le gustaría pasar un día entero?

R: (Casi responde antes de que termine la pregunta) Con Bop, el perrito. En realidad la historia de Bop es otra historia triste, con un fusil (se ríe). Son los dos únicos fusiles con los que me he encontrado hasta ahora en mi vida. Iba a hacerle una visita a un vecino cazador para pedirle prestado el tractor cuando vi que estaba a punto de matar al cachorro que su perra de caza acababa de parir. Su argumento es que no servía para cazar, así que cogí al cachorro y me lo llevé a casa. Pero sí que valía para la caza: mató a todas mis gallinas. Le tengo tanto aprecio que quise meterlo en la novela.

 
P: Para terminar, como escritor de novela negra que es, ¿cómo le gustaría morir?

R: No quiero morir (dice abriendo los ojos). Aunque si me asesinasen, supongo que preferiría que me dejasen en un barco en medio del océano para morir, puesto que me llamo Marin, que es marinero en español.