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miércoles, 27 de agosto de 2014


LA ÚLTIMA TUMBA
ALEXIS RAVELO
PREMIO “GETAFE NEGRO 2013”
  Por Luis Clemente


 La novela plantea el desarrollo del concepto crueldad en sus diferentes caras dentro de una línea difusa, por la que igual el odio se descarga directamente sobre las víctimas, como en lo que éstas representan, y que a la postre, será el vehículo que intente restituir el desequilibrio de un sistema corrupto, saltándose En este caso a los emblemáticos defensores del pueblo, como policías, detectives, abogados y periodistas, protagonistas en los inicios de la novela negra. Todo ello montado con un estilo literario que no permite digresiones y que encamina al lector por una serie de escenas y secuencias que no dan lugar al descanso, y que si a eso le sumamos que no se trata de un libro “milhojas”, nos encontramos que en un abrir y cerrar de ojos, nos hemos puesto en la última página, cosa que es de agradecer.

El argumento nos presenta a un excarcelado en Las Palmas (novela con territorio), “donde los pobres fingen ser de clase media y los privilegiados se disfrazan de proletarios y que pasar de la completa miseria al de la más absoluta opulencia es solo cuestión de caminar por los barrios que pueblan sus laderas”. Aquí, Adrián Miranda, nada más salir del talego, va a investigar por su cuenta quién fue el autor del crimen que se le imputó y que le llevó al trullo durante vente años, los mejores de su vida. Es un personaje muy bien diseñado y mejor llevado al papel, con un enfoque en donde el aspecto psicológico prima, pues, sin llegar al bipolarismo, se puede hablar que en él confluyen dos tipos muy diferentes: uno el que se reinsertó modélicamente en la prisión y el otro, el macarra que de repente se apodera del primero. Dos tipos que el mismo reconoce que son incontrolables y que ambos desembocarán en la venganza, porque si, a veces, el discreto, el que lee a Galdós y para quien “Misericordia” está escrita para los de abajo y que no hace falta ser culto para entenderla (al contrario son los de arriba quienes no la entienden), llega a pensar en renunciar y reconstruir la vida, el otro, el impulsivo, se le echa encima, y viceversa, cuando el macarra piensa que no merece la pena seguir, el intelectual le insufla odio y rabia. Todo ello se enmarca en un baile de políticos, policías corruptos (aspecto éste que ya lo incluyó el autor en su anterior novela, “la estrategia del pequinés”), pelotazos urbanísticos y, particularmente, sus consecuencias más inmediatas: ensanchar el abismo entre ricos y pobres, y en una segunda visión, la dramática vigencia de los estragos de la droga en el mundo suburbial y, de paso, la situación de penados condenados injustamente. Pero no conviene entrar en detalles argumentales, porque cada uno de ellos puede destripar el suspense que esconde la obra. Y, a pesar de que saber el quid de la cuestión no es lo más importante (lo importante es la trama social que se encaja en los hechos en sí, conviene que el lector aborde virginalmente la lectura y que disfrute con el misterio.

El resto de los personajes también los podemos contemplar desde diferentes planos, con lo que el lector puede darse una idea precisa de sus físicos y personalidades, pero, es obvio que no llegan a dibujarse con la definición que requiere el protagonista. Quizá, el que más puede conectar con el lector sea Tomás, hermano de Adrián, que, a pesar de chupar poca tinta, su fidelidad le dé el tono melodramático que requieren estas obras para compensar la violencia que llevan, tanto de manera explícita como implícita.

Finalmente, apuntar que, dentro del estilo, cabe destacar el ritmo con descripciones sobrias pero suficientes, el lenguaje adecuado con cierto regusto de localismos, el diálogo que en los momentos finales alcanza un alto nivel de viveza, y la primera persona narrativa que, a modo de diario o cuaderno de notas, le imprime fuerza y verosimilitud. Y si bien, puede dudarse que un ex macarra pudiera conseguir el nivel literario que se presenta al lector, también podemos pensar de algún filtro intermedio, pues en los momentos finales, Adrián se excusa ante la posibilidad de que se pudieran dar errores gramaticales en el relato. Son dignas de mención sus reflexiones acerca de la familia, la educación, de los políticos, de la cárcel, de la falsedad social y, en especial, de la violencia, motivo fundamental de la novela, por la que nos presenta al crimen como un medio y no como un fin, y a las personas como seres a quienes bien merece “la pena hacerles daño para conseguir dinero, poder, satisfacción sexual o que te dejen dormir tranquilo”.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Fiat lux, una revista escrita por y para incondicionales del crimen.



Hace poco poco tiempo, en una ciudad bastante bastante lejana llamada Gijón, conocí a un periodista muy muy atípico … un periodista de sucesos .
 Se llamaba (y por fortuna todavía lo hace) Javier Manzano, y formaba parte (y espero que por mucho tiempo lo haga) de la revista Fiat lux. Un tipo callado y discreto para tratarse de un plumilla (que uno está acostumbrado a pegarse por el micro con proverbiales mudos del gremio como Salem y Márquez), pero que cuando habla sube el pan y no baja por la garganta, como cuando nos dio una pequeña clase (teórica, por suerte) de cómo envenenar al prójimo y no morir en el intento, con mi vaso de agua como ejemplo.
 Y claro, después de semejante demostración, a ver quién es el guapo que le dice que no colabora con la web de su revista y no le echa un vistazo a su último número….
Un número con mucha chicha y bastante ketchup, más crímenes por página que Cosecha Roja y más interesante que la “Muy interesante” escrito por y para incondicionales del crimen, que me ha hecho caer rendido a sus pies ….¡y  sin cianuro! 
Cómo no rendirse ante una revista que conjuga artículos tan curiosos como el que versa sobre las técnicas policiales para la prevención de la delincuencia con reseñas tan estupendas como la que el gran Carlos Zanón dedica a la última novela del maestro  Julián Ibáñez (por cierto, quedaros con sus nombres, que si nada lo impide, el próximo curso serán víctimas de las Ahorcadas), una entrevista con una agente especializada en la caza de fugitivos con otras con autores de novela negra de primer nivel, la delirante biografía del monje Shaolin de Bilbao con la de un anarquista navarro que a punto estuvo de colapsar un banco alemán,  reportajes sobre el facineroso día a día  de bandas de ladrones colombianas que operan por todo el mundo con una apretada agenda con los eventos negroculturales más importantes del país.
Por eso, ¡ya  estoy maquinando el desembarco de Fiat Lux por las Ahorcadas!
¡Me pido beber del mismo vaso que Manzano!
Por las moscas…y las lombrices.


lunes, 11 de agosto de 2014

¿QUIÉN SERÁ EL PRÓXIMO PREMIO PLANETA?

Tribu, como ya es costumbre al finalizar el curso,  el señor de Planeta y amo del Mundo editorial patrio os necesita.
Como muchos sabéis, después de que el Tormo Negro, que distingue a la mejor novela criminal leída por las Casas Ahorcadas, recayera en Lorenzo Silva primero y en Víctor del Árbol después, en los mentideros se rumorea que el señor Lara confía en  nuestro criterio.

Así pues, os recuerdo los finalistas del Planeta 2014, en riguroso orden de lectura:



Alexis Ravelo, por “La estrategia del pequinés”.


J. E. Álamo, por “El enviado”.


Jon Arretxe, por “Shahmarán”.


David Llorente, por “Te quiero porque me das de comer”.