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domingo, 22 de marzo de 2015

LA LECHONA


(Alba Negral VIII )

Por Fray Cadmanuel Polo.

 

 

            La Lechona no es guapa y nunca tuvo apetito de macho, ya tuvo demasiado sexo en su infancia con su padre. ¿Por qué entonces la Lechona era puta? Porque la Lechona es tonta. Gordita, obsesivamente limpia, y tonta, no sirve para otra cosa.

El mal le vino de fuera, lo trajeron otros porque la Lechona es inocente y buena, una simple sin posible error. Pero algunos de los que la usaban se creyeron dueños de ella porque pagaban sus servicios. Querían emborracharla para divertirse pero ella nunca aceptó alcohol porque en su infancia sufrió un padre borracho. Ella no bebe más que agua. Por eso no la culpo de lo que hizo. Ni de nada. Pero presa está.

Aquellos cuatro señoritos viejos verdes consiguieron drogarla repetidas veces sin ella saber cómo, ni nadie, porque ellos lo negaron cuando ella se sintió rara muchos días. Luego se enteró de que era drogadicta. Se enfadó. Ellos se rieron.

            Así que una noche de juerga los dejó divertirse y se sometió a sus caprichos hasta emborracharlos. Después los roció de coñac, y whisky, y vodka y otras bebidas de buen arder, y los prendió con las colillas de sus puros. Lo había visto en la tele. Y ella se reía mientras se retorcían entre llamas.

            Ahora muchos dicen que es mala. Pues no, es tonta nada más, una simple.

 

            ¿Pero quien dice que los listos han de ganar siempre?

Es mi amiga. Su venganza me parece corta.

lunes, 16 de marzo de 2015

RELATOS SALVAJES



 

Por Sergio Vera Valencia, coordinador del club de novela criminal las Casas Ahorcadas (casasahorcadas.blogspot.com).


 

-¡Tienes que verla!-

Anita, que ya sabes que soy bastante cinéfobo. Que para mí las películas son como libros aburridos, sin narrador, relajantes musculares chutados por vía auditiva.

-Que no, que esta es diferente, ¡que te va a encantar! Si quieres, te cuento la primera historia, y te haces una idea.

-Venga, va, pero sólo porque pagas el desayuno.

-Empieza con dos argentinos ligando en un avión.

-Qué original. Dos por el precio de uno…

-Cállate, o no acabaré nunca. Como decía: están dos argentinos ligando en pleno vuelo. Hablando de esto y aquello, de aquello y de lo de más allá. De que el hombre es crítico de música clásica, y de que, casualmente, un exnovio de la muchacha, un tipo llamado Gabriel Pasternac, había sido compositor frustrado. Pero la casualidad no termina ahí. El crítico no sólo conocía al tal Pasternac, sino que había sido el principal culpable de que nunca publicara nada. No habían terminado de comentar lo mucho que había afectado eso a Pasternac, cuando  una mujer mayor se entromete en la conversación, y dice que Pasternac había sido alumno suyo. El peor alumno en toda su carrera. Extrañados por tanta casualidad, preguntan si alguien más en el avión conocía a Gabriel Pasternac.  Todos levantan la mano. Y uno por uno  cuentan como les había llegado el billete, siempre de forma gratuita, siempre justificada. Entonces, por boca de una azafata, descubrimos que Pasternac es el comisario de vuelo, que se ha encerrado en la cabina y no responde. La cámara sale del avión, vemos como se aproxima hacia nosotros. Como está a punto de estamparse contra un chalet, con  todos los que habían jodido la vida a Pasternac. Y justo cuando va a estrellarse, justo en ese momento, aparecen los créditos.

Y falta que me hacen, porque a pesar de conocer este primer relato, cuando lo veo, no doy crédito.

Y como mi amiga me aseguró, ese es sólo uno de los seis relatos salvajes que componen “Relatos salvajes”, la película más taquillera de la historia del cine argentino.

Y no me extraña.

 

 Seis historias breves pero más contundentes que muchas trilogías de tres horas. Historias cargadas de crítica social y humor negro. De  diálogos, personajes y escenas inolvidables. De guión, dilemas morales, guión, justicia poética, y más guión.

 

 Seis relatos que se podrían resumir en la pregunta: ¿Y si?….

¿Y si pudieras deshacerte de todos los hijos de puta que en tu vida han sido?  ¿Y si un día viniera a comer a tu restaurante el cabronazo que  destrozó la vida a tu familia? ¿Y si ese pijo gilipollas que te hizo una pasada con su cochazo sacándote el dedo, quedara a tu merced en medio de la nada? ¿Y si por culpa de un error burrocrático perdieras tu trabajo y tu matrimonio? ¿Y si tu hijo cometiera un delito, hasta donde estarías dispuesto a llegar para salvarlo? ¿Y si en medio de la marcha nupcial descubrieras que tu recién estrenado marido te la pega con una invitada a la boda?

Seis situaciones límite, pero cotidianas, aterradoramente plausibles. Seis situaciones límite llevadas al límite, que te dejan sin aliento, y sin palabras.

 Sólo con preguntas.

 Montones de preguntas.

Preguntas que se pueden sintetizar en una: ¿qué habría hecho yo si…?

Una película con tanto guión y tan original, con tanta actuación  y tan magistral, con tanta miga y tan nutritiva, que no entiendo  como no arrasó en los Goya y los Óscar.

Porque a su lado, La isla mínima, no pasa de ínfima.

 

Un peliculón que me ha reconciliado con el séptimo arte, planteándome incluso ser infiel a Tarantino y cambiar de película favorita.

 

¡Tienes que verla!

sábado, 7 de marzo de 2015

CLUE: EL JUEGO DE LA SOSPECHA



Por Raquel Soler.


 

La película que os traigo hoy pertenece al género negro más puro. Una reunión en una gran mansión, un asesinato, una pregunta ¿Quién es el asesino? ¿El mayordomo? Bueno...quizás exagero un poco porque, aunque esa sea precisamente la premisa del film, hablamos de una comedia llamada "Clue: el juego de la sospecha", basada en el popular juego Cluedo. Y cuando digo que está basada en el Cluedo es que lo está de verdad, no como esas supuestas adaptaciones de videojuegos. De hecho, tiene varios finales del tipo "Lo mató la Señora Blanco en el recibidor con el abrecartas", "Lo mató el Coronel Mostaza en la cocina con la cuerda" y demás. ¡Delirante!
La trama de la película, por tanto, es lo de menos (aunque yo la encuentro bastante parecida con "un cadáver a los postres"). Nada que no se haya visto antes en mil  películas o en los relatos de Agatha Christie. El rico anfitrión, Mr. Body (el señor Cadáver, como veis el humor negro y absurdo está presente desde el principio) invita a su mansión a seis personas a las que está haciendo chantaje y, por diversas razones que no voy a explicar, propone a los allí reunidos, matar a su mayordomo, Mr. Wadsworth, magistralmente interpretado por Tim Curry. Para que nadie sepa quien ha sido y no poder culpar a nadie, Mr Body apaga las luces, pero al encenderse de nuevo... resulta que el muerto es el señor Body.
Ahí comienza la locura. Sospechosos, celos, traiciones, asustadas madames francesas corriendo de un lado para otro, telegramas musicales, un montaje totalmente teatral y una banda sonora de locura. Todo ello para descubrir quién es el asesino. Y si la respuesta no te gusta... ¡Aún tienes tres finales más!
En resumen, una película que debía ser obligada para todos los miembros de este insigne club. Una joya de los años 80 imprescindible para todo amante del género negro y del humor absurdo. ¡¡Negritos!! Ya estáis tardando en verla.