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lunes, 25 de noviembre de 2019

UN TRÁILER DE EN BLANCO Y NEGRO


 
 
Sacó una fotografía y me la tendió con pulso firme. La analicé con aire competente. Se trataba del retrato, en satinado blanco y negro, de una bella mujer de suaves y delicadas facciones. Su boca carnosa era una incitación al pecado. Los pómulos bordeaban un rostro afilado e incitaban a tocarlo, a perfilar la línea con la punta de los dedos. La mirada altiva, de color indefinido, helaba la sangre incluso a través del papel baritado. Era como un ser supremo e inalcanzable, como una de esas fogosas divas que posan en las revistas de cine como si fueran maniquíes en un escaparate, luciendo su belleza espectacular y despertando la envidia, el deseo y la lujuria de quienes las admiran.

―¿Su hija?

―Mi mujer ―afirmó con arrogancia.

Sentí que me atragantaba al contemplar la foto que, en ese instante, era como una reliquia sagrada, como una postal con la efigie de una diosa de carne y hueso, tan real como el hombre que tenía delante exudando poder. Sí, poder. Porque él la había poseído. Y eso lo henchía del poder que da el sentirse dueño de alguien.

―Es bellísima.

―Lo es.

―¿Se dedica al negocio del cine?

―No, pero podría, ¿verdad? ―Asentí, admirada. Fue curioso, no podía acertar el color exacto del cabello, pero casi podía entrever su textura sedosa―. Creo... estoy seguro de que me engaña.

(…)

Él tomó un sorbo y se aferró al vaso como un náufrago a la tabla de salvación.

—Tómese el tiempo que necesite.

―Estoy bien. Es que busco las palabras adecuadas para que pueda entenderme. ―Me cayó mal aquel tío―. No me malinterprete. Una mujer no comprende lo que siente un hombre cuando su esposa lo engaña.

―Ya, apuesto que no es lo mismo que cuando sucede al revés.

―Exactamente, no lo es. ―¿He dicho que me caía mal?

(...)

—En caso de que eso fuera cierto, su esposa no es tonta como para...

—Mi mujer es tan guapa como tonta —me interrumpió—. Y es muy guapa, como ha visto usted. Ella vive en un mundo paralelo. Le prometes la luna y espera que se la entregues envuelta en papel celofán y con un lazo rosa.

No objeté nada, pero Violet Grant tenía cara de todo menos de tonta.

Hizo una pausa cargada de significado.

—No entiendo qué la empuja a sus brazos. Conmigo lo tiene todo.

Todo no, cavilé, le faltaba lo principal: su respeto.

―¿Cómo sabe tantas cosas de Besson?

―Tengo mis métodos.

Otra vez se mostró esquivo, pero insistí. Tuve la intuición de que mi cliente era proclive a expresarse con las manos y quise probarlo.

―Si yo fuera un hombre, ¿me lo diría? ―Asintió a regañadientes―. Pues imagine que soy el señor Bladovich. Al fin y al cabo, él leerá mis notas.

―Mi mujer me lo ha explicado. ―Dejó el vaso sobre la mesa―. Ayer tuve una charla con ella, ya sabe.

Cerró el puño izquierdo e hizo girar su alianza. Vi unos rasguños superficiales en los nudillos y la marca encarnada provocada por la ausencia de otro anillo. La verdad, no me gustaría charlar con él, tenía pinta de acabar llevando siempre la razón.

Por enésima vez, miré la imagen de Violet Grant. La compadecí. Su belleza la había convertido en un objeto decorativo, en una posesión. La razón que la había empujado a aceptar esa vida quedaba fuera del alcance de mi lógica. Una chica que podía tenerlo todo con chasquear los dedos... Clavé los ojos en sus ojos grises y ya no me pareció tan altiva ni tan ardiente, al menos no la clase de ardor que había interpretado momentos antes. En aquella mirada de papel satinado había tristeza, vacío, angustia. Y una necesidad vital de afirmar con rotundidad que no pertenecía a nadie más que a sí misma

martes, 19 de noviembre de 2019

Llega el Noir Friday, llega En blanco y negro.


Por Sergio vera Valencia, coordinador de las Casas Ahorcadas.

 


¿Te gusta jugar a los detectives?

Pues imagina que vives en 1950 en Los Ángeles y necesitas un investigador privado. En el periódico encuentras la agencia de R. J. Bladovich. Cuando llegas a su oficina, hay una chica de cara angelical con un anillo de compromiso en el dedo. ¿Qué pensarías, qué harías?

Antes de seguir, párate a meditar un momento.

¿Pensarías que es la mujer y secretaria del detective? ¿Preguntarías por el señor Bladovich?

No te preocupes, es normal. Cuando pensamos en un detective privado, sobre todo en la época de los clásicos del hard-boiled y el cine negro, lo más habitual es que te venga a la cabeza el arquetipo de sabueso cínico, mujeriego y alcoholizado que popularizó en la gran pantalla el mito Bogart.

Y Prado G. Velázquez lo sabe.

Por eso creó a Rachel Bladovich, para cambiar de género todos los estereotipos del género negro.

Porque Bladovich es una detective más cínica que Marlowe, más mujeriega que Spade y más alcohólica que Archer. Pero como es una adelantada a su tiempo y ganarse la vida de huelebraguetas en plena caza de brujas no es nada fácil para una mujer, y menos lesbiana, Rachel tiene que hacerse pasar por la esposa y secretaria del ficticio y eternamente ausente señor Bladovich.

Por eso cuando un día Paul Grant, un acaudalado y posesivo empresario le encargue investigar la presunta infidelidad de su atractiva mujer y la identidad de su misterioso chantajista, aunque sepa que su cliente es un maltratador, no tendrá más remedio que aceptar el caso

Un caso que le hará comenzar el libro desnuda y maniatada, después de que sus pesquisas le lleven tras los pasos de un asesino de mujeres al que nadie conoce pero todos temen, a reencontrarse con sus antiguos colegas de la pasma que la odian por destapar una historia de brutalidad policial, a descubrir la cara oculta de un aparentemente oscuro y pusilánime vendedor de coches y a sentir la atracción fatal de una sensual mafiosa.

Y esto es sólo un tráiler del debut de la manchega Prado G. Velázquez. Una novela de cine y llena de referencias al cine negro desde su título. Una obra tan canónica en su planteamiento como transgresora en su pretensión de convertir en feminista una fórmula narrativa tradicionalmente testosterónica. Un título que consigue trasladarnos magistralmente a la Edad Dorada de Hollywood con un estilo cargado de ironía y erotismo que resulta a un tiempo visual y poético, cinematográfico y literario, una trama que habría firmado el mismísimo Hitchcock y unos personajes que piden a gritos su propia serie.

En suma, una lectura ideal para conmemorar el día contra la violencia de género e inaugurar los Noir Fridays, presentaciones en que podrás llevarte dedicadas y con suculentos descuentos las mejores novelas criminales del año.

Por eso, las Casas ahorcadas se complacen en invitarte a la presentación de En blanco y negro que tendrá lugar el 29 de noviembre a las 19 h en el salón de actos del Instituto Pedro Mercedes.

¿O se te ocurre un plan mejor para el Black Friday?