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miércoles, 31 de enero de 2018

Redención, de John Hart


 
Por Cristina Asensio

Cuando te encuentras con un libro en cuya portada, además del título y el nombre del autor, hay una cita de Juan Carlos Galindo que dice “La prosa de Hart tiene la mirada de los personajes de Lehane y una desesperación sobrecogedora. Es tremendo que este autor no sea todavía idolatrado”, no tienes más remedio que leerlo. Y después de leerlo, recomendarlo.

John Hart nació en Durham, Carolina del Norte, en 1965. Tras abandonar su profesión de abogado  por la literatura, Ha escrito varias novelas de éxito. Además de otros galardones, Es el único autor que ha recibido el prestigioso premio EDGAR dos años consecutivos, en 2008 por Down River y en 2009 por The Last Child.

La obra que presento, es una especie de novela coral en la que el autor da vida a una serie de personajes que confluyen:

Gideon, un adolescente que espera con una pistola a la salida de la cárcel al hombre que asesinó a su madre, cuando él tenía apenas un año.

Adrian Wall, un carismático policía que ha cumplido 13 años de condena por un asesinato del que se confiesa inocente.

Elizabeth Black, una detective investigada por matar a dos hombres en un brutal tiroteo con visos de ejecución.

Y un cuerpo encontrado en el altar de una iglesia abandonada en un bosque cercano.

Con estos mimbres, Hart teje una historia de trama inteligente, en la que no faltan giros sorprendentes, y encontramos emociones y sentimientos universales como la traición y el deseo de venganza, el odio y el amor, los secretos más profundos, el infierno y la esperanza.

Todo ello, contado con una prosa brillante, rebosante de poesía y humanidad que te lleva a sentir con los personajes y desear fervientemente que encuentren su camino hacia la REDENCIÓN.

lunes, 22 de enero de 2018

ENTREVISTA CON JON ARRETXE


 
 
Por Sergio Vera Valencia, el mejor personaje de la novela (y coordinador de las Casas Ahorcadas).

Jon Arretxe nació en Basauri en 1963, y tras pasarse casi un cuarto de siglo en la Universidad, cursando Educación Física, el doctorado en Filología vasca, varios años de Filología Inglesa, y de estudiar canto y piano, en vez de hacerse rector aprovechando los años de experiencia empieza a escribir….

1. ¿Cómo, por qué?

-No me interesaba ser rector, ni decano, probé lo de ser profesor durante tres años, pero como no me llenaba, me dediqué a viajar y escribir. Mis primeros libros parece que le gustaron a la gente, y eso me animó a seguir adelante.

 
2. ¿Y qué hizo que un escritor de viajes, sobre todo por África, se interesara por la novela negra, su color?

            -Fue una casualidad. Me aburría de escribir solo literatura de viaje, así que comencé a escribir novela negra, me gustó… y hasta ahora.
 


3. Uno de los aspectos que más me gusta de tus novelas, es  como retratas el lado oscuro y oculto de la sociedad, ya que como he dicho más de una vez, leí Shahmarán después de estar en Estambul, y viví más en la ciudad leyéndote que andando por ella, ¿cómo lo haces, en qué te fijas para hacerlo?

            -El truco, mi truco al menos, es escribir gran parte de las novelas en el lugar en el que las sitúo. Lo hago sin prisas, dedico un montón de horas a estar en sus plazas, en sus bares, observando, empapándome del ambiente, hasta sentir que ya me he hecho con la ciudad o el barrio. Luego empiezo a escribir, aprovechando los personajes y las situaciones que me regala el marco.

 
4. ¿Después de dar la vuelta al mundo en  ochenta sangrías, perpetrando crímenes literarios en París, Estambul , Lisboa y Tánger, ¿por qué ambientaruna serie en España? ¿Cómo te decidiste por el barrio de San Francisco, la Pequeña África de Bilbao?

            -Mucha gente me decía que era un jeta, que situaba las novelas en el extranjero para tener una excusa para seguir viajando, y en el fondo tenían razón. Me animé a traer la siguiente novela, o mejor dicho la siguiente saga a “casa”, y el lugar más apropiado me pareció el barrio de San Francisco, en Bilbao.

 
5.  Por cierto, ¿es realmente San Francisco tan chungo como lo pintas?  Porque cuando estuve, me pareció barrio Sésamo comparado con el Bronx que describes…

            -Si visitases el Bronx de hoy en día, seguramente también te parecería Disneylandia comparado con el que aparece en muchas novelas. San Francisco hay que controlarlo, saber por dónde puedes andar y a qué hora, conocer sus puntos calientes. De todas formas, en ficción siempre se exagera un poco para hacer las historias más interesantes.

 
6.  Para los que no le conozcan, el protagonista de la serie, que hasta el momento consta de cinco entregas, es Mamadú Toure, un burquinés sin papeles ni billetes, por lo que aceptará cualquier trabajo con tal de comer, incluyendo ejercer de detective.

Pero a pesar de su origen, de todas tus novelas, o al menos de todas tus novelas de género, las de Toure son las únicas en que te atreves a escribir en primera persona, es el investigador subsahariano lo más parecido a tu alter ego detectivesco o solo tu negro literario? ¿Cómo fue el proceso de construcción del personaje? 

            -Yo diría que Touré no es mi alter ego, sino mi antagonista: es negro, tiene un éxito increíble con las mujeres vascas… Lo construí pensando en plantear un personaje original, sui-generis, diferente a lo que se ve por ahí en novela negra. Luego me intenté meter en su pellejo, basándome en mi conocimiento de los africanos, tanto en África como en Europa, y me animé a narrar en primera persona.

 
7. Como ya es habitual en las últimas entregas, en piel de topo Toure está con el agua al cuello, porque un ertzaina conocido como la Rata, está chantajeándole para que limpie las calles por la vía rápida, ¿por qué esa fijación con que la policía se sirve de matones para acabar ilegalmente con la delincuencia, que ya vimos en tu trilogía viajera? ¿Es algo premeditado, o fruto de tus traumas mochileros con la pasma?

            -Nunca he tenido una buena relación con las policías de ningún país, aunque no creo que eso influya. En realidad, me interesan mucho más como personajes los policías malotes, corruptos, que abusan de su poder que los policías buenos, honestos, que resuelven casos gracias a su ingenio.
 

8. Con todo, por fortuna en esta novela vuelve el humor de las primeras obras de Toure, pues acepta uno de esos casos cutres y mal pagados marca de la casa: el robo del cartel luminoso del Florines, el restaurante gallego del barrio, ¿cuántos vasos de Ribeiro de más llevabas cuando se te ocurrió?

            -He metido un montón de horas en el Florines, he vaciado muchas botellas de Ribeiro junto a mis amigos poteadores del barrio, y ha sido una inversión cojonuda, porque sus dueños son una fuente de información inagotable, y además acaban siendo unos personajes secundarios de lo más interesante.

 
9. Por cierto, ¿el dueño del Florines no te ha dado la del pulpo por las proposiciones indecentes que su mujer le hace al subsahariano?

            -Si solo fueran proposiciones, ni tan mal. Su mujer lo que hace es pagarle en especias a Toure mientras su marido echa la siesta. Por supuesto, les pedí permiso antes de convertirlos en personajes de esta novela y, sorprendentemente, les encantó la idea. Ahora incluso tienen ejemplares de Piel de Topo en el bar para vender a los clientes.

 
10. Pero sin duda, y no lo digo por ser yo, creo que el secundario más potente, gracioso e incomprensiblemente casto de la novela es un vendedor de cupones ciego de Cuenca, aficionado a la novela negra que casualmente es tocayo mío, ¿la idea surgió cuando me invitaste a visitar San Francisco, o cuando te quedaste sin el Tormo Negro?

            -Cuando me quedé sin Tormo Negro gracias al voto del cabronazo del ciego de Cuenca, por supuesto. La venganza se sirve en plato frío, y han pasado unos cuantos años desde entonces. De todas formas, el tiro me salió por la culata, porque en lugar de mosquearte te gustó mucho la novela. Al menos eso me dijiste.
 

11. He de reconocer que mi alter ego está muy logrado, salvo en las propuestas indecentes que va haciendo a toda falda viviente con la que se cruza, ¿cuándo me has visto a mí, hacer algo así? Y, sobre todo, ¿cuándo me has visto a mí comerme los mocos después de hacerlo?

            -Pues cada vez que te veo cerca de alguna chica lo intentas, aunque sin mucho éxito. Pareces vasco, igual te tienes que empadronar por aquí.

 
12. En euskera ya se ha publicado tu siguiente novela, en que das un merecido descanso a Toure, ¿qué nos puedes contar de La banda de Arruti?

            -Es una novela corta, a la que he intentado dar mucho ritmo y llenarla de sorpresas, para tener al lector enganchado todo el rato. Y la sitúo en mi pueblo, Basauri, que también es apropiado para la novela negra. Era una deuda que tenía pendiente.
 


13. ¿Y qué futuro le auguras a nuestro detective –vidente favorito? ¿Tendrá adaptación televisiva?

            -Es uno de mis sueños, aunque el tema está jodido. He tenido un par de propuestas muy ilusionantes, pero al final no se han concretado, por lo de siempre: la gente tiene muy buenas ideas, pero falta alguien que ponga la pasta. Las adaptaciones cinematográficas o televisivas salen carísimas y hoy en día casi nadie se arriesga a dar un paso así.

lunes, 15 de enero de 2018

DOS CRÍMENES, de Jorge Ibargüengoitia.


Por Amparo Prados.

La novela nos cuenta la historia de Marcos, alias el negro, que después de que en una reunión en su casa aparezca un invitado desconocido acompañando a una amiga, y un conocido buscando cobijo que dejan en casa dormido para ir a trabajar, se enteran que la policía les busca, y cuando esto pasa en un México donde campa la corrupción y no tienes la más mínima garantía, lo mejor es correr, da igual que seas o no culpable.

Por eso, Marcos Decide ir a casa de un pariente en el campo, donde no le puedan buscar y conseguir algo de dinero para desaparecer con su novia. Va a casa de su tío Ramón, un hombre rico, al que hace años que no ve, y urde una historia para justificar su presencia y sacarle dinero.

 Pero cuando llega, encuentra a su tío impedido y rodeado de otros sobrinos esperando heredar, a los que no les hace gracia su aparición.

 Marcos interactúa con todos estos personajes, mientras busca resolver su problema, y estas relaciones resultan bastante curiosas, mostrando la parte humorística de Ibargüengoitia.

 Aparecen envidias, pasiones, intrigas, ambición, todos mienten, ninguno es totalmente bueno o malo.

 El libro nos retrata la vida rural, los personajes provincianos. Como el dueño de la farmacia, el mejor amigo del tío Ramón, que en algún momento me traía a la mente al Plinio de Pavón.

Y toda la tensión que se genera, termina con los Dos crímenes que dan título a la obra, la parte negra de la historia, junto con la crítica que subyace envuelta en ironía y humor.

La lectura es sencilla, una novela de corte costumbrista de prosa fácil y directa, pero de buena factura.

domingo, 7 de enero de 2018

Un detective vidente negro y un lector de género negro invidente (y encima, de Cuenca)


 Caminaba por la estrecha acera de la calle San Francisco, tratando de digerir la frustrante experiencia del Florines, cuando una voz me llamó la atención.

—¿Te gustaría cambiar tu suerte?

Eso era precisamente en lo que iba pensando, en mi triste destino y la remota posibilidad de cambiarlo algún día. Alcé la mirada y allí, junto a la única entidad bancaria del barrio, me encontré con un vendedor de cupones. No era el ciego que acostumbraba a parar en San Francisco, sino otro más joven, un chaval rubio de aspecto simpático. Me detuve junto a él, bajo un balcón que nos resguardaba de la lluvia que volvía a caer.

—Pues sí, justo venía dándole vueltas a eso. ¿Cómo lo has adivinado?

—Los ciegos no podemos ver, pero tenemos el resto de los sentidos muy desarrollados, y cuando he oído que te acercabas, he pensado: “este africano necesita un empujoncito y yo se lo voy a dar vendiéndole el próximo cupón premiado”.

—¿Cómo has sabido que soy africano?

—Ha sido una cuestión de instinto, cómo te diría yo… Algo así como una especie de percepción extrasensorial basada en las vibraciones que desprendes. Y, sobre todo, tu forma de hablar. En cuanto uno de vosotros abre la boca, se delata él solo. ¿De dónde eres?, ¿de Senegal?

—No, de Burkina Faso. Seguro que no has oído nunca el nombre de mi país.

—Pues la verdad es que no.

—¿Y tú? No te había visto nunca antes y por tu acento tampoco pareces de aquí.

—Yo soy de Cuenca. Me imagino que te suena lo mismo que Burkina Faso a mí, ¿me equivoco?

—Pues no, no te equivocas.

—Entonces, empate —sonrió—. Cuenca es la ciudad más bonita de España, aunque no sea tan conocida como se merece. Me llamo Sergio, ¿y tú? —preguntó, ofreciéndome la mano.

—Touré —respondí.

A pocos metros de nosotros, en su lugar favorito de reunión, había un grupo de yonquis, entre ellos Manuel, el barbudo al que le gustaba tanto el flamenco. No estaban rayándose con ningún diálogo de besugos, como era lo habitual, sino que permanecían mirándonos en silencio, más atentos a nuestra conversación que a cualquier otra cosa.

—Y como muestra de hermandad entre habitantes de pueblos infraconocidos… ¿No vas a comprarme un cupón? —lo intentó Sergio.

—No.

—Bueno, pues entonces, como muestra de lo que tú quieras. Tengo el cupón normal, el cuponazo, los sorteos especiales…

—No malgastes tu tiempo, estoy pelado.

—¡Cómo sois los de este barrio! ¡Todos ponéis la misma excusa!

—No es una excusa, es la pura verdad, pronto te darás cuenta. Aquí no vas a vender nada, mejor si lo intentas en el Bilbao Blanco.

—¿En el Bilbao “Blanco”?

—Sí, donde los blancos son mayoría, fuera de San Francisco. A este barrio le llaman la Pequeña África, así que imagínate… Aquí apenas hay gente autóctona, solo unos pocos, demasiado pobres para irse a cualquier otro lugar. Y esos, ya te digo yo que prefieren gastarse en borracheras las cuatro monedas que tienen, no van a venir a comprarte un cupón. El resto somos inmigrantes y aún estamos peor, nosotros sí que no tenemos ni para un cartón de vino. Créeme, en estas calles no vas a ganar ni un céntimo. Al contrario, es más fácil que te manguen lo que lleves encima. Si te descuidas, pueden quitarte hasta el bastón —le advertí, viendo que lo tenía como a un metro de distancia, apoyado contra la pared—. Mejor harías yéndote a otra parte —concluí, mientras le acercaba aquella vara blanca fabricada de algún material sorprendentemente ligero.

Observé a los yonquis de reojo. Ya habían perdido su interés por nosotros, ahora estaban concentrados en acompañar con las palmas a su líder, Manuel, que empezaba a canturrear con tono quejumbroso una pena muy honda, los ojos cerrados y las manos abiertas hacia el cielo, dándolo todo a pesar de la lamentable arritmia de sus palmeros.

—Nosotros no elegimos el punto de venta —me respondió el ciego—. Cada uno se las arregla donde le toca, a mí me ha tocado aquí y tendré que amoldarme. De cualquier forma, Bilbao es mucho más grande que Cuenca, así que algo caerá.

Me asombró su ingenuidad. Un tipo tan inocente iba a durar muy poco en la Pequeña África. Hasta me dio lástima, pero vaya, que bastante tenía yo con lo mío, no iba a sufrir por ningún vendedor de cupones. Seguro que aquel pardillo probaría en cualquier momento un bocado de la cruda realidad, entonces cambiaría de opinión y se las ingeniaría de algún modo para salir de allí. Reparé en el auricular que llevaba en un oído.

—¿Estás escuchando música?

—Música no, literatura. Tengo un aparato especial que me lee las novelas —se llevó la mano al bolsillo interior de la chamarra. ¿Quieres probarlo?

—No he leído un libro en mi vida.

—Pues deberías intentarlo. Yo los devoro, uno detrás de otro, sobre todo las novelas negras, esas en las que suceden crímenes, y aparecen policías, detectives… Cosas de ese tipo, ya sabes… —yo qué iba a saber—. Ahora, como me ha tocado venir aquí, estoy aprovechando para leer a algún autor bilbaíno. Por ejemplo, acabo de descubrir a un tal Abasolo. Tiene un personaje llamado Goiko, un exertzaina con muy mala hostia que se recicla en detective privado. La verdad es que me tiene enganchado… Creo que a ti también te gustarían sus novelas.

—Me suena el nombre de ese escritor, pero conmigo lo lleva claro. A mí no me hace falta recurrir a la ficción, ya tengo de sobra con los ertzainas de verdad, por ejemplo esos cabrones que patrullan San Francisco. Cuanto más lejos esté de ellos, mejor.

Miré hacia el cercano puesto de control de la calle Cantera, con el temor de haber hablado demasiado alto, y reconocí a dos tipos de paisano charlando con sus colegas uniformados. Eran Etxebe y el Calvo, viejos conocidos míos, especialistas en joder mi triste existencia, y ya solo faltaba que me hubiesen oído… Terminé poniéndome nervioso, decidí largarme de allí cuanto antes.

—Por lo que me estás contando —dijo Sergio, ajeno a mis paranoias—, este barrio sería un buen lugar para ambientar una novela negra. ¿Todavía no se le ha ocurrido a nadie?

 
Piel de topo, Jon Arretxe. Erein, 2017.


martes, 2 de enero de 2018

Presentación de Piel de topo, de Jon Arretxe.




 Por Sergio Vera Valencia, coordinador del club de lectura las Casas Ahorcadas.

 
El investigador–vidente Mamadú Toure tiene aún menos futuro de adivino que de sabueso.

Porque  por desgracia para este inmigrante ilegal subsahariano, sin duda el detective más negro y privado de la novela criminal ibérica (tan privado, que por no tener, no tiene ni papeles), está acostumbrado a que la mayoría de sus casos sean tan espectaculares como el que le ha encargado un restaurante gallego: encontrar un cartel luminoso. Y a que sus clientes sean tan generosos como el dueño del susodicho, que no quiere pagarle ni un céntimo de anticipo, o tan libidinosas como la dueña, más interesada por sus dotes amatorias que por las detectivescas.

Sin embargo, cuando llegó desde Burkina Faso al barrio de San Francisco, el pequeño África de Bilbao, ni en el peor de sus augurios el supuesto pitoniso habría vaticinado que un día se convertiría en topo de la policía.

En un matón al servicio de “la rata”, un ertzaintza sin escrúpulos que vigila celosamente las cámaras del barrio. Un Gran hermano y mayor Hijo de puta, que extorsiona a Toure y sus amigos para que sean no solo sus ojos y oídos, sino también sus brazos ejecutores,  “limpiando las calles” por la vía rápida.

Y cuando parece que nada puede irle peor al detective vidente, le sale un ayudante invidente. Un vendedor de cupones de Cuenca, adicto a la novela negra, con un nombre sospechosamente igual al del hijo de mi madre.

Esto es solo un adelanto de lo que se siente al meterse en “Piel de topo”, la quinta, y de momento última entrega, de la serie Toure, creada por el escritor y cantante de ópera Jon Arretxe (Basauri, 1963), que con su habitual estilo directo y su proverbial capacidad para retratar el  lado más oculto y desconocido de nuestra sociedad, nos regala la trama mejor urdida de su ya prolífica carrera criminal.

Una novela con la que el autor vasco recupera el humor que hizo que nos enamorásemos del personaje en sus primeras apariciones (“19 cámaras” (2011) y “612 euros” (2012), sobre todo gracias a las disparatadas escenas protagonizadas por mi alter-ego literario, y cierra los arcos argumentales iniciados en las entregas más duras, “Sombras de la nada” (2013) y “Juegos de cloaca “ (2014), culminando, pero afortunadamente no poniendo broche final, a una de las series más potentes y originales de la novela criminal española de los últimos tiempos.

Por eso, las Casas Ahorcadas se complacen en invitarte a la presentación de “Piel de topo”, que se celebrará el 12 de Enero, a las 19 h, en el salón de actos de la biblioteca municipal de Cuenca.

Especialmente, si el negro es tu color literario favorito, y lo más oscuro que te ha traído Baltasar es carbón.