Micropiojosos
Todavía resacoso de abstemia alegría por la visita de Joe (en cuanto me recupere, haré la crónica que
tan magno evento merece), me complace presentar los ganadores del III certamen
de micro Fan Fiction las Casas Ahorcadas,
y de justa propina, al relato que
a punto estuvo de serlo.
No digo más, porque su calidad
habla por sí misma.
1º
Angelines
Miguel
Rodríguez Segarra
!Sentía
un asco...! !unos deseos de matar...! todos muertos, en el fondo de un pozo, el
Piojoso debajo. Ojalá.
!Ah...
si tuviese mi propio local! ―suspiraba entonces.
Desde
que entré de camarera en el bar de mi tío Paco, el Piojoso, me obligaba éste a
llevar una minifalda minúscula y atarme la camisa bajo los pechos.
≪Bueno
para el negocio≫ decía el muy cabrón. !Claro! su clientela se había doblado...
Como
marranos en celo, oye. No me dejaban respirar.
Temía
ir a la cocina; en el pasillo solía encontrarme a alguno de aquellos cerdos
parroquianos dispuesto a magrearme y restregarme el paquete. Si corría a
parapetarme en la barra, mi tío me miraba mal, luego, a solas, una bofetada,
por lo menos.
"El
chochito de en ca Paco", así me llamaban, que me he enterado.
Aquella
noche, el puto Piojoso se empeñó en acompañarme a casa. Me daba repelús su
apestosa cercanía; sonreía torcidamente, babeando; iba ciego, sentía su mirada
soez desnudándome las tetas.
≪Si
intenta algo, lo rajo !no aguanto más!≫ me dije, agarrando mi pequeña navaja
dentro del bolso.
Había
un tipo en la acera de enfrente; quizá me ayudase... me pareció verle un ojo tapado;
su figura me tranquilizaba, me daba ánimos. No sabría decir por qué. Desde
entonces, no he vuelto a verlo.
Heredera
universal, me dijo el abogado.
Trabajo
me costó el papeleo. Y una pasta gansa el letrero luminoso que mandé poner en
lugar del mohoso "BAR PACO", un precioso "SALON DE TÉ"
orlado de florecillas primaverales.
Mis
finas clientas me llaman Nines. En realidad, me llamo Angelines.
Y
aunque no sé cuál es, todos los días le enciendo una vela al santo patrón,
bendito sea, de los ladrones de tapas de alcantarilla.
Claro que el hijoputa no veía donde pisaba.
2º
¿El
tamaño sí que importa?
Noelia
Belinchón
Otra vez en el
Piojoso, como todos los días desde entonces. Soy incapaz de levantarme de la
cama y, simplemente vivir, así que aquí estoy otra vez. Como todos los días. Me
siento tan insignificante, tan inútil... Entro arrastrándome al baño, o lo que
sea eso. El sitio está siempre de lo más asqueroso, Paco barre cada 29 de
febrero. La ponzoña se acumula allá donde mires, igual que en mi vida desde que
Julieta murió, así que me siento como en casa. Aquí nadie hace preguntas que no
sean ¿Cuánto te debo? o ¿me pones otro carajillo? Las únicas respuestas que se
escuchan son gruñidos. Y a veces, se oye algún taco de parte de los
parroquianos. Al salir, me apalanqué en mi rincón de siempre intentando pasar
desapercibido. Levanté la vista del suelo, algo poco frecuente en mí, y ahí
estaba ella: Piernas firmes, tez tostada, unos ojos de impresión… Toda una
preciosidad. No era una habitual, eso seguro. En realidad, no se me ocurre que
se le podría haber perdido en aquel antro. Juro que desde que Julieta murió,
mejor dicho, desde que se la cargaron, no he vuelto a mirar a una fémina, pero
es que estaba para mirarla dos veces. Y uno tiene necesidades que cubrir. Han
pasado eones desde la última vez y ando algo oxidado en esto de ligar, pero
oye, igual era una señal de Dios, y quién soy yo para decirle que no a un señor
que se escribe con mayúscula. Entre mi respiración entrecortada se dejó
escuchar un <<Hola>> poco audible y menos natural. Ella se dio la
vuelta lentamente como en una de esas películas americanas.
Y entonces…
¡ZAS! Mis esperanzas de nueva vida quedaron tan aplastadas como su cuerpecito.
Solo se veían vísceras y patas.
- Joder, Paco,
jodeer. Así, era así. – Dijo Gafas separando las manos…
3º
ALBINADA
Manolo Polo
-No hubiera pasado esto si no hubieras estirado dos
horas la consumición del puto café. Si se enfría el vaso cómo quieres que no se
te pegue al mostrador. ¿Qué quieres, que lo deje sin engrasar con el dineral
que le costó a mi abuelo? –gruñe el Piojoso.
-¿Grasa?, esto se llama cieno en toda tierra de
garbanzos -sonríe el intruso.
-Debes estar mirando
un rodal donde se te haya caído la baba -replica el Piojoso.
El Piojoso no es tan
fiero como creíamos. Se está dejando avasallar por este tipejo blanquecino que
tan bien principió su visita con un:
- Tumbas habrá mejor iluminadas y que huelan menos a
podrido que esta cueva.
Tan caraleches, tan desgarbado, tan delgado que
nadie se explica qué necesidad tiene de abrir la puerta para entrar y, menos
aún, dejarla abierta, con lo que nuestras esencias ambientales se escaparon
como gorrinos en desbandada. La
transparencia del aire nuevo amenaza con dejarnos ciegos.
Para de inmediato, el muy cochino, chulearnos:
-La paz de dios sea con los hombres de buena
voluntad, y para los demás aire fresco y cornetilla picante en las almorranas.
¿Qué pasa con este tío fanfarrón que no sabemos de
que va, y nos tiene alelados mirándolo como si nos hubiera capado sin anestesia
y fuera a mandarle al Piojoso que cocinara nuestras criadillas?
Pero no.
-Café–pidió.
En la pantalla del televisor apagado se nota hoy,
sin los humos protectores del tabaco, el sugerente reflejo atocinado del hueco
iluminado de la entrada. Allí miraba el blanquecino atentamente mientras
saboreaba el café con la parsimonia de un caracol con la casa cargada de
hipotecas:
-Exquisito veneno- dijo al fin. Pagó sin preguntar
el precio y se despidió:
-Me llaman Alba. Volveré.
4º
Lágrimas negras
Ana Martínez
Fernández
Di un pequeño sorbo al
café.
-Su puta madre...está hirviendo-
grité mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. El Piojoso dejó entrever una
sonrisa irónica y siguió leyendo su periódico. "Todavía sigo sin entender
por qué coño vengo a este bar. Será porque me pilla cerca, porque Paco no te
sorprende o simplemente porque tiene tanta mierda como mi vida, por lo que
juego en casa". Todo eso pensaba mientras me acercaba al espejo a
arreglarme el rímel que ahora ennegrecía mis mejillas. "Joder, para una
vez que tengo una cita". De pronto, un ruido sordo de cristales, varios
gritos y dos esquirlas heladas entrando en mis pupilas.
El golpe certero
de un vaso contra el espejo me cambió la vida. Lo que nadie sabe es que ahora
vivo atrapada entre dos mundos y puedo ver la oscuridad en ambos. Pero todas
las noches él viene a sanarme, sorbe mis lágrimas negras y se adentra en mí
buscando información en mis visiones para seguir repartiendo su
justicia...poética o no. ¿Soy feliz? No lo sé. Me acaricia el alma y, eso sí,
jamás he vuelto a usar un rímel .
5 comentarios:
Hola chicos,soy la primera en daros la enhorabuena por vuestros micros. Todos genial, no me extraña que el jurado lo tuviera tan dificil
Enhorabuena a los ganadores y la finalista que no solo baila bien.
Amparo
Son los 4 geniales, para mí, Pichuchina es también ganadora.Un beso a todos.
Son los 4 geniales, para mí, Pichuchina es también ganadora.Un beso a todos.
Fue complicado en serio, todos los relatos eran magníficos. Claro que para complicado volverme a Valencia, que con vosotros es como estar en casa.
Joe.
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