Epílogo
when love must die?
Queen.
Ese soy yo. Sí, el que va en el féretro sobre los
hombros de sus amigos. Son cuatro y deben ser fuertes porque esos trastos pesan
lo suyo, por no mencionar al difunto, que en este caso son ochenta kilos más.
Nunca me había detenido a pensar en que tenía cuatro
amigos, pero así son las cosas: uno no piensa en lo que tiene hasta que lo
pierde.
Encontraron el cuerpo en el despacho. A oscuras y
sentado en la silla tras el escritorio. En la mesa, una botella vacía de Jack
Daniels acompañaba a un cenicero lleno de colillas viejas. Me había dado un
homenaje antes de partir.
La primera
agente que entró al despacho me creyó dormido hasta que encendió la luz y vio
que me había volado la sesera de un tiro. Estaba derrumbado sobre la mesa y el
olor a sangre y pólvora se mezclaba con los del bourbon y humo. Aún conservaba
el arma en la mano: una S&W modelo 29 con un cañón de cuatro pulgadas y
munición magnum. La herramienta de Mati. Ella declararía más tarde que debí
quitársela en un descuido. No es cierto, la dejó ella misma.
—Tom usaba una Iver Johnson del 32, la S&W resulta
más fiable si quieres volarte los sesos —explicó cuando la interrogaron.
No hubo mucho qué investigar, la certeza de que la Ley
del Decaimiento estaba volviendo a ganar la batalla a pesar del suero de la
doctora Godwin, fue suficiente argumento para justificar el suicidio.
—El Sr. Stone jamás quiso convertirse en un terminal
—declaró Garrido a la prensa—. Ante los indicios evidentes, optó por la Salida
Hemingway.
Un periodista preguntó por lo ocurrido en la mansión
de Eva Espinosa y si no había sido el sentimiento de culpabilidad el motivo
real de mi suicidio, en lugar del temor a convertirme en un terminal. Garrido
dudó entre mandar al tipo a la mierda o ignorar la pregunta. Fue prudente,
ignoró la cuestión y mandó al periodista a la mierda. Añadió que Tom Z. Stone
—yo mismo, sí— era uno de los mejores hombres que había conocido, un
profesional íntegro, una persona excepcional y bla, bla, bla, bla....
Sé que Garrido quería dejarme en buen lugar, pero ya
me importaba muy poco lo que la gente pensaba de mí cuando estaba vivo, menos
aún cuando morí de un ataque al corazón y volví el día del FR, así que ahora...
Ahora es el momento adecuado para echar la vista atrás
y repasar los recuerdos que arrancaron hace menos de una semana, el día de
Navidad, cuando me recuperaba de los efectos del Suero Godwin y albergué la
esperanza de una vida mejor.
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