Desde su primera edición, tuve claro que Pamplona
Negra no era un festival más, ni como los demás.
Su organizador, mi hermano Bassas, tiene una
creatividad fuera de lo común, y una capacidad para el espectáculo como no hay
dos.
Y como veréis, si seguís leyendo, este año, se ha
superado.
Salimos para Navarra el jueves, antes de que pusieran
las calles. Un viaje largo y con trasbordo en Madrid. Suerte que la compañía de
JM Mulet (al que nos encontramos en Atocha) hizo algo más llevadero tanto chaca
cha y tanto tren.
Cuando llegamos, a eso de las tres, Bassas y Cristina
Fernández (la traductora y santa de Arretxe) nos esperaban ya para llevarnos al
restaurante. Al poco, Rafa Melero también se unió a la mesa, y entre risas y
chascarrillos, llegó también Marta Leer sin prisa, y cuando nos quisimos dar
cuenta, era la hora de dirigirnos al Baluarte para el primer acto de la tarde.
Una mesa sobre el mal moderada por el mierderator del Rey en que participarían
el propio Melero, la psiquiatra y escritora María José Moreno, Reyes Calderón….
y un exorcista. Sí sí, habéis leído bien. Un madero, una psiquiatra, una autora
de éxito y un exorcista, que hablaron, literalmente, de lo humano y lo divino,
que dejó a los cerca de 200 asistentes con ganas de más (especialmente, sobre el
noble arte de combatir al demonio).
Y aún más, me gustó el siguiente acto: la charla sobre
criminología de J. M. Mulet, que, si nada lo impide, tendremos el gusto de
disfrutar en las Ahorcadas dentro de unos meses (más información,
próximamente). Una lección magistral no solo de la historia de la criminología,
que también, sino de cómo captar la atención del respetable digna del mismísimo
Bassas, que dejó las trescientas bocas presentes abiertas de par en par.
Tras despedirnos de Mulet, pusimos rumbo a Arbizu,
donde Il castrato di Basauri nos
esperaba para presentarnos a la pequeña Mai. Una risueña muñequita de 20 meses,
que, pese a balbucear un indescifrable cruce entre vietnamita y euskera solo
apto para Iker Jiménez, hizo que se nos cayera la baba (especialmente a mi
padre, que cada vez está más claro que quiere ser abuelo).
A la mañana siguiente, mientras el pitufo estaba en la
guardería, aprovechamos para dar un paseo por el pueblo y descubrir que… me
gusta el vermut.
Así que, ya sabéis, nenas, aquí tenéis a vuestro chico
Martini.
Después de comer y despedirnos de la familia Arretxe, il castrato nos dejó en el hotel Tres Reyes.
Y en cuanto cruzamos sus puertas, nos encontramos con Víctor, la encantadora novia
de alquiler de Bassas y al rato, también con Pere Cervantes. Besos, abrazos, y
cagando leches al Baluarte para la prueba de sonido.
Y es que, a las 18, tuve el honor de presentar la
conferencia de Víctor del Árbol sobre los personajes. Una lección magistral de
literatura del más alto nivel (que habría hecho las delicias de Juanita), que
tuvo su frikada contrapartida en el siguiente acto: la teatralización de la
selección de un jurado popular a cargo de un fiscal real. Un acto supercurioso,
de esos que solo se le ocurren a Bassas.
Y me habría encantado quedarme a la película basada en
“Vientos de Cuaresma”, la tercera novela sobre Mario Conde del cubano Leonardo
Padura, pero como no todo iba a ser cultureta, después de que el gran Jesús
Lens la presentara (y le atizásemos un abrazo Teletubbie) nos fuimos a cenar un
chuletón digno de Pedro Picapiedra.
Algunas copas y horas de sueño más tarde, Lens y
servidor estábamos echando un vistazo a los materiales que algunos forenses
habían dispuesto en el Hall de Baluarte, antes de colarnos en plan malote en un
taller juvenil sobre grooming que Pere hizo con chavales. Una charla disfrazada
de juego de rol que nos tuvo a todos flipando (y que pienso colar en mi
programación para la oposición como sea).
Entonces, para ir abriendo boca antes de comer, otra
ración de abrazos. Esta vez, para juan Mari Barasorda, el organizador de la deliciosa
“Bruma Negra”, y uno de los tipos más frikis y majos (vestidos,
afortunadamente) con los que servidor ha tenido el placer de conocer desde que
lleva en el mundillo noir.
Mención aparte merece (aunque yo no me enterase de la
misa la media) la demostración canina que después hicieron expertos de la
policía foral de Navarra.
Y como a esas alturas, ya había ganusa, volvimos
grupas hacia el hotel Tres Reyes, para uno de los platos fuertes de este año:
un menú noir presentado por Juan Mari Barasorda y preparado por Xabi Gutiérrez,
autor y jefe de innovación de Arzak. Un menú alucinante inspirado en novelas de
personajes como nuestro querido Corominas, la Amaya Salazar de Dolores Redondo
(con la que tuve el placer de compartir mesa) o del Germinal de “La víspera de
casi todo”. Una maravilla culinaria que, pese a que yo pensaba que me iba a
hacer añorar el kebab de la Plaza España, me reconcilió con la alta cocina.
Como ya es habitual, al acabar el festival, los
autores autóctonos nos agasajaron con otra cena baja en calorías en una sociedad
gastronómica. Una noche para el recuerdo, gracias a las portentosas dotes
adivinatorias de Fátima Frutos que, entre otros arriesgados augurios, leyó en
mis manos que el destino me tenía deparado pasar por el altar en menos de cinco
años ¡con una escritora de novela negra madrileña!
Así que, ya sabéis, solteras conquenses de oro, si no
os dais prisa… ¡puede que alguna lagarta del foro se os adelante!
Por desgracia, esta mañana tocaba despedida. Levar
anclas, y volver al chaca chá del tren y la rutina.
Aunque después del festival más espectacular que nunca
he visto, ya estoy deseando que llegue la cuarta Pamplona Negra.
1 comentario:
El elenco de participantes ya era para poner los dientes muy largos. Y ahora, con tu crónica, sufro en la distancia. Este tipo de ocasiones siempre son un lujo. Suelo acudir al Getafe Negro, que es el que me coge más próximo, y siempre es fantástico. Me alegro de tu magnífica experiencia.
Un beso.
Publicar un comentario