Tranquilidad. No pienso hablar de fútbol. Este blog es negro, no blanco. Así que, esta entrada será de roja directa, porque no va a tocar balón… aunque vaya a tratar de Madrid.
Sobre la Feria
del libro de Madrid.
Pero antes, rebobinemos:
en nuestro último encuentro criminal, Víctor del Árbol me comentó que iría a firmar
a la feria el primer fin de semana, para
ver si podíamos vernos allí. Y como aunque servidor esté parado desde el 1 de
Mayo (sí sí, desde el día del trabajo, tiene cojones la cosa), no se quedará
quieto mientras las piernas le respondan, aproveché la excusa para pasar un fin
de semana por la capital en la casa de mi hermano Manzano. Un fin de semana,
que como casi todos los que paso por el Foro, ha sido de lo más apretado. Para haceros
una idea, ahí tenéis un resumen.
Viernes, 27 de
mayo. Llego a Atocha a las 15: 10. Después de abrazar a Manzano y calzarle mi mochila
con más libros que ropas, salimos a todo trapo en busca del restaurante donde
nos espera Carlos Bassas a medio comer, porque su tren sale a las 17:30.
Yo que pensaba
ponerme hasta las trancas de calamares, resulta que los primeros platos del
menú son una mierda…. Y que no hay calamares. Me entra complejo de cateto a
babor. Para disimular y hacerme el viajado, me pido un arroz tres delicias. Con
dos cojones y más hambre que los pavos de Manolo. Un arroz tres delicias, que hace
honor a su nombre, tiene montones de arroz y tres delicias contadas. Por qué no
me traería la gallina bajo el brazo como Paco Martínez Soria?
Suerte que la
conversación compensa la pitanza.
Y que el
churrasco de segundo era cojonudo.
De repente, Bassas
sale corriendo porque pierde un tren que sale una hora más tarde (aunque
estamos a cinco minutos de la estación y se supone que está cojo). Con lo que
me jode que me dejen a media comida….
Suerte que antes
del café, su lugar lo ocupa (y mucho mejor, todo sea dicho) la simpatiquísima Yanet
Acosta (que se ganó al camarero desde el minuto cero).
Y entre risas,
novelas, consejos doctorales y amorosos, se nos hicieron las 19.30. Así que decidimos
dejar la feria del libro para el domingo.
Porque el
sábado por la mañana…. teníamos una cita.
Teníamos una cita con el gran PGarcía.
PGarcía, para
los que no estén aburridos de escucharme hablar de él (o sea, para los que no
me conozcan), es el creador del mítico Gay Flower, un detective megafriki y
ultrabizarro nacido hace nada menos que 40 años. Una serie que parodia los
grandes sabuesos del hard-boiled americano que llegó a publicar seis entregas
en la todopoderosa editorial Planeta a principios de los 80, pero que hoy en
día ha sido olvidada por casi todos.
Pues bien, con
cinco años de retraso (porque las preguntas llevaban preparadas desde el 2011)
Manzano y yo acudimos a su casa el sábado por la mañana para entrevistarlo para
Fiatlux…. ¡con mis seis libros de Gay Flower y una camiseta de las Ahorcadas!
Y aunque las
expectativas eran altas (porque ya había hablado con PGarcía por teléfono y lo
tenía en un pedestal), la charla las superó con creces.
Fueron cerca de tres horas de hablar de lo
humano y lo divino, de humor y novela negra, de agujeros negros (espaciales, no
vayáis a pensar tan mal como yo), de religión, de política y hasta del Big Bang
y la emotividad de las palabras. Todo un pozo de sabiduría y una impagable lección
de inquietud intelectual (a pesar de sus 84 primaveras, el padre de Flower
sigue al pie del cañón, estudiando y escribiendo más de cinco horas al día).
Vamos, que si me estás leyendo, de muy mayor, me gustaría ser la mitad de joven
que tú, Pe.
Ojalá puedas
visitarnos el curso que viene, para demostrarlo.
Por la tarde,
después de una paella para enmarcar…..interrumpimos la información, porque hubo
fútbol, y ya dijimos que aquí no íbamos a hablar de fútbol.
Y el domingo, al
fin, fuimos al Retiro.
Llevaba cuatro
años sin pisar la feria del libro. Desde el día en que conocí a Víctor, allá
por junio de 2012, cuando le propuse por primera vez que viniera a Cuenca. En
aquel entonces, como él mismo reconoció, apenas firmó un par de ejemplares en
toda la mañana. Por eso fue tan emocionante, que ahora nos confesara con
satisfacción que a pesar de la lluvia y el partido, la tarde anterior había dedicado
más de cien ejemplares.
Tras
abrazarlo, felices de verlo feliz, Manzano y moi, pusimos rumbo a la caseta
donde según había escuchado en la radio por casualidad, firmaba ejemplares Joel
Dicker, que curiosamente, PGarcía había mencionado el día anterior, cuando dijo
que La verdad sobre el caso Harry Quebert era la peor novela negra de la
Historia.
Cuando
estábamos a punto de llegar a la susodicha caseta, más que nada por si sonaba
la flauta y podía llevarle un ejemplar firmado a Amparo, va precisamente Amparo
y me llama para decirme que otro escritor que me gusta (un maestro llamado
César Bona ) estaba en la caseta 157…..que precisamente era la misma de Joel Dicker.
Pero claro,
tal y como esperábamos, la cola de Dicker era tamaño Nacho Vidal, y solo fui a
que me firmara Bona. Cuando ya nos íbamos, Manzano me pregunta si no quería
también el nuevo libro de Dicker. Yo le contesto que sí, pero que no estaba
dispuesto a hacer esa cola (que daba la vuelta a la caseta). Entonces, va la
dependienta y me dice que si quiero ella me lo trae dedicado.
Y así es como,
por un cúmulo de casualidades (que yo escuchara la radio, que Amparo me llamase
y que Manzano me preguntase si quería el libro de Dicker) conseguí dos
ejemplares firmados del suizo por mi cara bonita.
Si lo llego a
saber que era tan efectiva, no me mato a estudiar estos once años…
Cuando ya nos
marchábamos, vimos a Leonardo Padura….solo. No había nadie. La caseta de Máster
chef a reventar, Víctor Manuel sin parar de firmar y el último Premio príncipe
de Asturias más solo que la una. Total, que allá que nos fuimos. Y allá que me
compré otros dos libros, dejándome una sonrisa en la boca y un agujero en la
cartera (más de 110 euros en apenas una hora).
Para no caer más
en la tentación, le pedí a Manzano que saliéramos a toda prisa del recinto, y
que no me dijera quien estaba firmando a menos que fuesen cheques en blanco.
Que esto de los libros es una de las drogas más caras que hay.
Pero bueno,
sarna con gusto no pica. Y no todos los días puedes hacerte con la firma de un
superventas suizo y un superautor cubano.
Para poner el
broche final a mi excursión y quitarme la espinita del viernes, hicimos una
parada en “Brillante” para comernos un bocadillo de calamares a toda prisa (eso
sí que es comida rápida, y no lo del MacDonald, porque en menos de quince
minutos habíamos pedido, nos habían servido y nos lo habíamos zampado) y a las
15.10, exactamente dos días después de mi llegada entré por la puerta de Atocha
rumbo a Cuenca.
Había sido un
fin de semana breve pero intensísimo, repleto de grandes momentos, que muchos
recordarán por el penalti de Juan Fran y el gol de Sergio Ramos, pero que yo no
olvidaré gracias a PGarcía, Joel Dicker y Javier Manzano.
Gracias,
hermano.
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