Konichiwa, babies.
¿Qué tal lleváis ese acueducto? Si no tenéis pasta para viajar, ¡siempre
podéis visitar el país del Sol Muriente!
No tenéis más que pasaros por Elemental, para echar un vistazo a los
artículos que hemos publicado sobre los orígenes de la novela criminal japonesa
y sobre Edogawa Ranpo, el padre del misterio nipón y el subgénero erótico
grotesco.
Pero antes, ¿qué os parece hacer una parada en el Japón de los cincuenta,
de la mano de Seicho Matsumoto y la estupenda reseña que Pilar Narbón ha
preparado de “El expreso de Tokio”?
Aunque si no has terminado la novela, te recomiendo que no leas el
último párrafo.
¿Qué, preparados?
¡Pues lectores al tren!
El expreso de Tokio, de Seicho Matsumoto.
Por Pilar Narbón.
Existe una sutil crítica social en torno a la
corrupción, con un tono resignado de moraleja: que la corrupción no pasa
factura y que los corruptos son premiados con un cargo político de mayor
enjundia. La investigación de un caso de corrupción es el eje sobre el que gira
la trama. Se inicia con la muerte del funcionario investigado y su presunta amante. La vuelta de tuerca es
que al final de la historia, las víctimas se convierten involuntariamente en
verdugos, en una jugarreta irónica del destino.
Otra rareza de la estructura narrativa es la intervención
de dos investigadores sin que veamos –como es de suponer- dos diferentes puntos
de vista. Se evidencia que la perseverancia es el principal rasgo del perfil
psicológico de los dos policías que intervienen en la resolución del caso. Su
perspicacia se guía en principio por instinto. Algo les hace sospechar que un
suicidio no es lo que parece ser. Van creciendo en profundidad a medida que
perseveran en el planteamiento de hipótesis irrefutables. Desmontar las
coartadas esgrimiendo pruebas, intenta demostrar que el instinto solo no
funciona. La oposición entre los dos investigadores sólo opera en el aspecto
físico. Frente al viejo y desastrado Torigai, se opone el joven y atildado
Mihara. Sus caracteres constantes, disciplinados y metódicos se complementan.
Se echa de menos –eso sí- una mayor diferencia en la manera de ser y
comportarse en la investigación.
Además, resulta algo endeble el leit motiv y el perfil de la autora
intelectual del crimen. Vertiginosamente resucitada, se convierte en una
vengadora viajera que va y viene para matar. El asunto debería haberse centrado
más en los motivos de la trama corrupta para eliminar a un testigo incómodo.
Sin embargo pasa de puntillas por ese “móvil” y se fija en los irracionales
celos y el rencor de una esposa despechada hacia la que cree su rival. Un tanto
rocambolesco el desenlace, aunque propuesto desde la perspectiva de un final
abierto a dos posibilidades.
1 comentario:
Pilar, gracias por esta magnífica reseña. Me habría gustado ver la novela desde ese punto de vista, hubiera disfrutado más su lectura.
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