Por Fermín Cañizares.
La isla de Gokumón, situada en el Mar interior
japonés de Seto, fue bautizada con el nombre de Isla de las Puertas del Infierno
por la Historia turbulenta de sus
moradores, a lo largo de muchos siglos de existencia.
Finales de la Segunda Guerra Mundial. Los soldados
japoneses vuelven a los hogares que les vieron partir, salvo aquellos que se
quedaron en el camino, en lo que fue una
de las experiencias más horribles de la Humanidad.
Entre estos soldados, se encuentra nuestro
protagonista, el investigador Kindaichi Kosuke, aunque esta última faceta la
desconocen los habitantes de la Isla, de lo que se valdrá para sus
indagaciones.
La población de la isla de las puertas del infierno,
cual conformación de la Tierra, se formará en diversas capas o estratos a lo
largo del tiempo, con la llegada de distintas oleadas de personajes, todos
ellos caracterizados por ser gente de mal vivir, desterrados de otros lugares
de Japón: nobles caídos en desgracia, delincuentes, asesinos, convictos, piratas
…. profesión, ésta última, que ejercieron durante siglos, y que hizo que aunque
haya algunas islas muy cercanas, sus habitantes no se aventuraran a ir a Gokumon.
Kindaichi Kosuke, recibe el encargo de su difunto compañero
de armas Kito Chimata de ir a su casa con una carta, cerrada, y con un mensaje
incompleto, en el que teme por la vida de sus hermanas.
Una vez llega a la Isla, Kindaichi se encontrará una
sociedad desconfiada y encerrada en sí misma, pues al no mezclarse con otras
gentes, se ha ido formando una sociedad endogámica, impenetrable, con unos personajes
y estatus muy marcados, sobresaliendo por su influencia, el Abad del templo
Budista, máxima autoridad no solamente en lo Divino, sino también de facto en
lo humano.
El autor Seishi Yokomizo nos ofrece una certera visión
de Japón. Entre las cosas que podemos destacar, está la grandísima relación de los
Japoneses con la Naturaleza , reflejada en los nombres de las hermanas de Kito
Chimata (Luna, Nieve y Flor); en Los Haiku, poemas en los que se debe hacer mención a una estación del año; en
la descripción de los árboles y flores que circundan el templo y los lugares más
sobresalientes de la Isla; y en las referencias a flores en los diálogos.
También nos hace un semblante de sus creencias, pues
además del Budismo, hacen prerrogativas a numerosos Dioses del Imaginario
colectivo ancestral de la Cultura japonesa.
En este ambiente, profundizando en sus símbolos
culturales, lleva Kindaichi a buen fin sus pesquisas.
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