Amelia Carrillo
Domingo
Villar nos ofrece una novela policíaca, más que negra, en mi opinión, pero
sobre todo es una novela “gallega”. A través de sus páginas nos impregnamos del
espíritu gallego, de una tierra y unos hombres que encuentran su razón de ser
en el mar que les da vida y muerte. A mí me ha gustado y os la recomiendo.
Es la
primera novela de este escritor que he leído, aunque hay una anterior con el
inspector de policía Leo Caldas como protagonista del relato.
Ya que lo
he citado, aprovecho para hablar de los personajes: Caldas, es un tipo que cae
bien, porque como el resto de los personajes rezuma humanidad, y como heredero
del Carvalho de Montalbán es aficionado a la comida, aunque no a la cocina, si
con el primero conocíamos la cocina catalana, con Leo se nos hará la boca agua
cuando él saborea los percebes recién arrancados al mar, o disfruta de los
platos típicamente gallegos degustados en tabernas o bares populares, donde
hasta la lechuga es especial.
Leo no es
un comisario prepotente, ni busca la fama, ni le mueve un espíritu justiciero.
(En la página 381 dice” Nunca le habían
interesado los culpables; para Leo Caldas lo fundamental era conocer los
motivos, los por qués).
Colaborando
en la investigación está el subinspector Rafael Estévez, un aragonés alto y
fuerte, a veces se sobrepasa en los interrogatorios, no entiende el carácter
gallego, y les desquician las respuestas que recibe de la gente y del mismo
comisario, “que dicen sin decir”
A través de
los diálogos, que el autor borda, deja patente esa alma gallega que está
presente en toda la novela. Porque quiero destacar que Galicia es algo más que
el lugar donde se desarrolla la trama, es un personaje más dentro de la novela.
También
está el padre de Caldas, un hombre viudo, jubilado que ha encontrado una razón
de vivir en el cultivo de sus viñas, en la vuelta a lo esencial.
La
trama comienza con la llamada que recibe el inspector sobre un ahogado que ha
aparecido en la playa de Paxón. Que un
marinero aparezca ahogado no es un hecho extraño en la playas gallegas, lo que
es extraño es que, según indica la autopsia del cadáver, “El Rubio”, como se le
conoce a Justo Castelo ,salió a la mar
en domingo, hecho inhabitual en los pescadores de allí y además sancionable por
la cofradía, y que lo encontraran con las muñecas atadas con una brida verde
que había sido cerrada desde fuera por el lado de los meñiques, lo que indica
que es imposible que se las apretara el mismo con los dientes, estas
circunstancias les hace cuestionarse que haya sido un suicidio y a raíz de ahí
comienzan las investigaciones.
A través de los interrogatorios Domingo Villar nos irá presentando a las
gentes de Paxón, los vecinos, los pescadores compañeros del Rubio, Arias,
Valverde, Hermida y su mujer, el subastador de la Lonja, la vecina del Rubio
(personaje simpatiquísimo), y el argumento va avanzando sin fisuras manteniendo
el suspense mientras recorremos los rincones de Paxón, su playa, su lonja, su
puerto… y nos cuenta historias pasadas que aportan nuevas pistas y siguiéndolas
nos lleva de un sospechoso a otro, hasta concluir, sin trampas, en un final
bien resuelto.
La historia
está contada por un narrador omnisciente que alterna con diálogos tan acertados que da la
sensación que la contaran los propios personajes.
El lenguaje
es ágil, sencillo pero preciso. La
narración se estructura en capítulos, más bien cortos, lo que favorece una
lectura rápida.
El tiempo
de la novela trascurre en el tiempo cronológico con algunos saltos retrospectivos para presentar hechos que ocurrieron que son imprescindibles
para el desarrollo de la trama.
Por último
decir que sus páginas tienen banda sonora, la melodía de “solveig
song” de Grieg recorre toda la narración.
Copio una
traducción de la letra, La música ponerla vosotros.
"Solveig song" (La canción de Solveig)
El
invierno y la primavera pueden marcharse,
y los días de verano pueden desaparecer, y el año puede morir.
Pero estoy segura de que un día volverás conmigo,
y por eso te esperaré fiel, como una vez te prometí.
Que Dios te proteja, allá donde tus pasos te lleven.
Que te consuele, si llegas hasta Él.
Aquí esperaré tu regreso sola.
Y si tú me esperas allá arriba,
mi amor.
1 comentario:
Reseñas como ésta hacen imposible resistirse, Amelia.
Qué buena pinta tiene.
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