Alcanzamos el mismo número, clavao, que los rancios secretos de Enid Blyton, pero, al contrario que en los archiconocidos tostones de la mencionada pavisosa, ¡nuestra micronovela está que arde!
A ver, deja que recuerde, tenemos a Mila tan compuesta y sin novio como siempre (aunque con posibilidad de tener más rollos que los mamarrachos de Hombres, Mujeres y Viceversa), a un algo garrulo aspirante a investigador de provincias (y a conquistador de becarias), al horrendo y ultrafricardo ciberligue de nuestra bibliotecaria favorita…. ¿pero dónde demonios se ha metido el cadáver que dio pie a esta peculiar micronovela Noir 2.0?
Ni idea, oiga.
Así pues, y tras percatarme de su sospechosa forma de actuar durante la última reunión del Club, deduje que Lourdes Gómez Romero andaba metida en el ajo, por lo que seguramente sabría más, mucho más, sobre la misteriosa e inexplicable desaparición de nuestra muerta, de modo que me decidí a poner toda la carne en el asador, y persuadirla enviando al más contundente de mis hombres de confianza, “el oso del escudo de Madrid” Muñiz, para sonsacarle todo lo que sabía.
Y creedme, sogamigos, su sensacional e hilarante declaración no os defraudará.
-¿Como que ni rastro?, pero ¿has mirado bien todos los aseos?
. Mila empezaba a pensar que los opositores de Cuenca no eran como los becarios de Bones y los investigadores del CSI. Se empezaba a arrepentir de haber vuelto (¿quien diablos le mandaría meterse en este fregado?, ¡y además con Tomé!).
Siguió mirándole fijamente, mientras le señalaba con el dedo:
- Los muertos sólo desaparecen en las novelas, en las pelis malas y en alguna que otra morgue. ¿Acaso crees que la muerta se ha levantado solita, ha limpiado la sangre, ha recogido el busto de Cervantes, ha ordenado los libros y después se ha largado a tomar cañas?
Según hablaba Mila, ambos cayeron en la cuenta de una cosa muy evidente (no hay cosa más instructiva que el club de novela negra, y las películas policíacas): si el cadáver no estaba…. ¿quien se lo había llevado?
Y sobre todo ¿dónde estaba el que se lo había llevado?
Rápidamente, Mila empezó a temblar, y Tomé se quedó con las ganas de hacerlo (no porque fuera a ser subinspector, sino porque ¡había ligado!).
Tomé, que recordaba el caso práctico de los últimos exámenes que había suspendido, dijo:
- Empezaremos la búsqueda en los servicios de hombres.
Cuando abrían la puerta para inspeccionarlos, se oyó un ruido débil, tal vez un libro que caía en la sección de préstamos. Se miraron sobresaltados, dudaron un segundo y bajaron las escaleras, sorprendiéndose ellos mismos de su valor y de su inconsciencia.
Antes de llegar a la puerta, encontraron el libro de Millenium cubierto de sangre. La empujaron sigilosamente, y allí, iluminado por las luces piloto, sentado en la silla tras el mostrador de préstamos, estaba el busto de Cervantes. Alguien lo había limpiado, pero ¿quién?
Se escuchó un grito….
Continuará…
¿Será capaz nuestro intrépido Tomé de arrimarle las alcatracas a la inocente Mila?
¿Por qué carajo han bajado el busto de Cervantes a la zona de préstamos, pudiendo haberlo dejado limpico y en su sitio?
¿Se irá la luz, como mandan los cánones, al poco de escucharse el alarido?
¿Quién emitió el berrido si supuestamente la Casa de la Cultura estaba cerrada a cal y canto a esas horas de la noche?
¿En qué oscura e insana página porno andará metido el ciberligue de Mila mientras su Dulcinea de la Roda está en peligro mortal?
Probablemente, jamás nos enteremos ni de la mitad de las respuestas a tan enigmáticos y bizarros interrogantes, pero, con toda seguridad, la próxima entrega de nuestro microcrimen va a resultar apasionante.
¡No os la perdáis! y, por favor, echadle una soga al autor de nuestra próxima entrega dejando vuestros comentarios.
1 comentario:
¡Tantas preguntas y frente a nosotros tan solo la penumbra! Necesito más y y lo necesito ya.
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