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domingo, 21 de noviembre de 2010

Se ha escrito un (micro) crimen (III)

Muy a pesar nuestro, el hecho de que no lograse colgarle el muerto a nadie, literal y figuradamente hablando, nos hemos visto forzados a dejaros sin entrega de la micronovela …hasta hoy. Eso sí, os prometo sogamigos, que la espera ha merecido la pena.
Esta tercera entrega corre a cargo de mi querido amigo Pedro de Paz.
¿Qué quién es, osáis preguntar bellacos? Para saberlo tendréis que esperar a mañana…o mirarlo en la Wikipedia en un segundo.
Mas, aquí y ahora, os dejo con su alucinante aportación al proyecto. Mil gracias, amigo, de verdad.


Durante su encuentro con «Hawk69», un friki adolescente aspirante informático con espinillas hasta en el carné de identidad —hay que joderse con los cibercontactos—, Mila se mantuvo ausente. Al margen de que las majaderías que contaba el susodicho apenas despertaban su interés, no podía sacarse de la cabeza lo ocurrido en la biblioteca. Cierto era que le había dejado el marrón al del turno de mañana, pero sabía por el CSI de la tele que una de las primeras cosas que se averiguan de un cadáver es la hora de su defenestración. Todo el mundo sabría que el incidente ocurrió durante su turno. Y desde un punto de vista objetivo, resultaba harto sospechoso que hubiese abandonado el lugar sin informar del hecho, máxime cuando una de las más estrictas obligaciones de su cargo de becaria consistía en reponer los rollos de papel higiénico de los baños donde debería haberse encontrado con el percal. Había actuado de una forma imprudente. Quizá debería pedir ayuda para resolver el enigma y alejar las culpas de ella. ¿Y quién mejor para ayudarla que aquellos imbéciles del Club de Lectura, acostumbrados a lidiar con muertos, asesinatos y demás zarandajas? Sí, quizá lo mejor sería...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Anda, esto elimina algunos giros interesantes que daba el anterior post. Veremos cómo continua...

Anónimo dijo...

Genial, ahora podremos poner a Mila en plan "El fugitivo", eludiendo a la policía de Cuenca mientras demuestra su inocencia por haberse dejado llevar por el deseo.....¿carnal?

Raúl

J.E. Alamo dijo...

Esto está muy bien pero la prolongada periodicidad me tiene sin vivir en mí... ;-)

Anónimo dijo...

¿Como por ejemplo, Anonimo 1? ¿Qué giros de la anterior entrega elimina? Aún no se sabe la identidad de la muerta, ni quien se hará cargo de la investigación. El muerto sigue muerto en su sitio y de la misma manera (a bustazo límpio)... Lo único, echa por tierra un posible romance con un apuesto internauta que la hace caer rendida en sus brazos pero a mi no me parece mal. Esto es relato negro, coñe. La novela romántica, al fondo a la izquierda.

En serio, no veo que elimine nada. Más bien añade. Posibilidades a porrillo.

Imagina que vuelve a la escena del crimen con los del Club de Lectura... y el cadaver ha desaparecido. :-)

Pedro de Paz dijo...

Ha sido un autentico placer, amigo Sergio y amigos del Club. Sólo espero que os haya gustado y que no os haya quitado demasiado pie a futuras continuaciones.

Un fuerte abrazo a todos.
Pedro de Paz

Anónimo dijo...

Por supuesto que no es una novela romántica pero el internauta podía dar mucho juego.No tenía que ser un romance podía ser perfectamente un loco obsesionado por ella.Un trabajador de la biblioteca,etc...

Y para nada creo que la tercera entrega aporte posibilidades a porrillo.A ver como continua...

Sergio dijo...

Haya paz, sogamigos, y no sólo la del apellido de nuestro autor invitado.
¿Te imaginas, Raúl, a Mila, perseguida por Tommy Lee Jones, saltando al Río Júcar en pleno puente San Antón? Impagable esa imagen, y muy grande tu comentario.
Y en cuanto al duelo dialéctico de los anónimos…., coincido plenamente con el segundo, pues si bien, como suele decirse, para gustos, los colores, aquí el que ha de prevalecer siempre es el negro, no el chicle. Y, al menos a mí, me parece que abre más posibilidades de las que cierra. Y bueno, la idea de convertir al ciberligue en psicópata…no está mal, pero creo que dispersaría un tanto la acción, dado que, en caso contrario, habría resultado algo forzado que, sin conocer la identidad de Mila, se hubiese cargado a nuestro también anónimo cuerpo.