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miércoles, 24 de febrero de 2021

Un clásico ambientado en la China milenaria

 


Si después de devorar El lector de cadáveres te quedaste con ganas de jueces y crímenes en la antigua china, aquí va un clásico que no debes perderte.


 Tres cuentos chinos, Robert Van Gulik ( 1957)

Por Leonilde Álvarez Guijarro

 

Los tres primeros casos del juez Jen djieh Di son el origen de la serie sobre este personaje, que existió en la China del siglo VII, basados en los textos que encontró Robert Van Gulik en 1948.

Di, harto del papeleo de la capital imperial, pide el traslado al lejano distrito de Fu-lai, donde se ven seres extraños envueltos en la niebla, fantasmas y hombres tigre, para suceder a un juez que ha sido asesinado. En el camino tendrá un gracioso encuentro con dos salteadores que se convertirán en sus ayudantes. Una vez en la ciudad, se encontrará con tres casos a resolver: el del magistrado asesinado, la fantasmal desaparición de una joven y la muerte de un escribiente de su tribunal.

La novela comienza al estilo clásico, con la lista de personajes y un plano de la ciudad en la que transcurre la acción e incluye dibujos en los diferentes capítulos. No en vano, a través de las averiguaciones del juez Di, iremos conociendo diversos personajes de la sociedad china, tanto del medio urbano como rural, algunas curiosas costumbres y creencias que el juez va desentrañando con su mente lógica y sus visitas a los lugares donde transcurre la acción, a la vez que preside los juicios y dirige la administración de la provincia.

Entre venenos, tráfico de armas, espías revolucionarios, barcos, oro, templos y tabernas se desenvuelve la trama que va desenredando el juez Di. Los personajes y su conducta son una muestra de las costumbres chinas, y a la vez sus motivaciones son universales, la codicia, el amor, el miedo y el engaño. Sobre ellos triunfará la mente del juez Di que al final da un inesperado giro que une el principio con el final de la novela.

Una lectura entretenida, con momentos divertidos, a la que se añade la curiosidad por la poco conocida cultura china del siglo VII.


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