Por
Sergio Vera Valencia
Cuando coincido con otros lectores compulsivos de género negro, hay una pregunta que suele repetirse como un mantra: ¿Qué es lo mejor que has leído últimamente?
Y
más en Gijón, que supone el paso de ecuador del año antes del aluvión de
novedades otoñales.
Normalmente,
la respuesta suele ser: poca cosa, el año va flojo (y supongo que, o bien todos
lo van, o bien como cada vez se publica más, cada vez es más difícil separar el
grano de la paja).
Generalmente,
solo un par de títulos pasan la criba. Y así fue en la última Semana Negra, donde
había un título que se repetía como las lentejas. Un libro que me recomendaron libreros,
autores y fanáticos. Se llamaba Ya no quedan
junglas a donde regresar. La ópera prima del periodista de investigación y
editor de novela negra Carlos Augusto Casas (Madrid, 1971), que ha resultado
merecedora del VI premio Wilkie Collins.
Pero,
todavía no sé muy bien por qué, no la compré.
Sin
embargo, al poco de volver a Cuenca, me escribió Claudio Cerdán – que nunca
antes me había recomendado un libro, dicho sea de paso- diciendo que tenía que
leer una novela.
La misma novela.
Así
que dejé de hacerme el duro, y se la
encargué a Miguel Ángel Díaz Ortega, el amo y señor de la librería Somn Negra (que
se pilló vacaciones de su otro trabajo para montar el tenderete en Gijón, y fue
el primero que me habló de ella).
Y cuando finalmente la leí, en apenas un día,
tuve que rendirme ante la evidencia. Ya
no quedan junglas a donde regresar es la novela negra española más potente que
he leído este año.
Y en
mucho tiempo.
Cuenta
la historia de «El Gentleman». Un viudo de setenta y dos años, que solo se siente
vivo una hora a la semana. Los jueves, cuando previo pago, pasa sesenta minutos
con Olga, una prostituta de la calle Montera.
No pienses
mal. El gentleman no es de esos. De hecho, es el único de los ancianos que
vegetan por los bares de la zona, que no está allí por el sexo. Lo que
realmente le gusta al gentleman es hablar con Olga. Imaginar que, por una hora,
no son una puta extranjera y un viejo triste, solitario y final.
Pero
un día, después de pasar la noche con cuatro abogados, Olga aparece muerta. Y
como nadie está dispuesto a impartir justicia, el gentleman decide tomársela
por su mano.
Aunque
a su edad, no será fácil. Y menos, tratándose de abogados con vínculos con la
mafia.
Y por si fuera poco, Cuando el viejo empiece a
sembrar el foro de cadáveres, la inspectora Iborra y Herodes irán tras sus pasos.
Aunque la inspectora Iborra no está para
muchos trotes. Todo el día tomando caramelos de menta para disimular que se bebe
hasta el agua de los floreros, en un intento por olvidar el abandono de su
marido, al que, no obstante, no puede evitar dejar mensajes en el buzón de voz.
Y el
asesino profesional conocido como Herodes, tampoco pasa por su mejor momento. Después
de un trabajo en Italia, que le ha dejado tocado y casi hundido, quiere cambiar
de oficio. Dejar de fingir que lleva una vida normal junto a una preciosa madre
soltera y su hijo, para vivirla realmente.
Estas
son las tres líneas argumentales de esta vigorosa novela que conjuga lo mejor
del pulp americano y de los clásicos españoles. Una obra tan tarantiniana como
castiza, con una trama salvajemente compleja como la del mejor Andreu Martín, unos
antihéroes sentimentales como los que pueblan las calles de González Ledesma,
ambientes cutres y marginales como los de Julián Ibáñez y un hijoputesco humor digno
del mismísimo Pérez Merinero.
Y
todo esto y mucho más, en menos de 200 páginas.
200
páginas sin tregua, gracias a su continuo y magistral uso del cambio de
escenario. Una auténtica montaña rusa de acción, emoción, violencia y sarcasmo.
Escenas cuidadas como microrrelatos, que dejan al lector hipnotizado ante la capacidad
casi ilimitada del madrileño para putear a sus personajes una y otra vez,
poniéndoles trabas y más trabas, y consiguiendo que salgan ingeniosamente airosos.
Una
novela que no podrás parar de leer, pero que no querrás que se acabe.
Un
libro que, desde ya es un firme candidato a mejor primera novela negra del año,
y a todos los premios del 2017.
Eso
sí, cuando llegues a su redondo desenlace, prepárate. Prepárate, porque las
próximas novelas negras que leas, te parecerán papel higiénico.
Porque
ya no quedan junglas a donde regresar,
ni novelas como esta.
5 comentarios:
Sergio me gusta tu reseña y me ha entrado el gusanillo de la curiosidad en el cuerpo. así que espero impaciente el nuevo curso y que sea uno de los libros escogidos para leer.
Genial, estoy deseando leerla pues tiene una pinta buenísima. Lo único negativo es que sea tan corta, según lo cuentas me voy a quedar con ganas de más.
Qué reseña.
A por él.
Y con este puedo fijo.
Pinta bien, sí señor
Lo de menos: el argumento, lleno de tópicos, o mejor, lleno de guiños a los topicazos del género.
Hasta la pretendida originalidad del atípico protagonista resulta tópica. Pero yo creo que todo es deliberado.
Lo de más: el estilo, directo, sin circunloquios, contundente.
Y el humor, negro por supuesto, con tanta influencia que muy bien os ha comentado Masa
Se lee en un momento, engancha, interesa y divierte.
Ya estáis tardando...
Tito W
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