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lunes, 24 de octubre de 2016

Los maestros del misterio japonés


Por Leonilde Álvarez.

Hemos comenzado el curso de novela negra japonesa con una selección de relatos de Edogawa Rampo y Okamoto Kido, de principios del siglo XX.
Empezamos con el detective Hanshichi, que gracias a su perspicacia reconoce a los asesinos basándose en su conocimiento de la sociedad en la que vive. No  es un detective con un oscuro pasado ni  necesita apenas pistas, va a por el culpable y después comparte con los lectores como ha solucionado el caso.
 En sus cuentos, vamos aprendiendo sobre la vida japonesa en las primeras décadas del siglo XIX y encontrando algunos paralelismos con nuestra propia sociedad de la misma época.

Con Edogawa Rampo, nos asomamos  a la vida y costumbres del siglo XX. Son historias interesantes y fáciles de leer. Tienen ingenio, pero su desarrollo es bastante ingenuo. El autor utiliza el recurso de la carta en varios relatos para desarrollar las tramas o finalizarlas.
Después llegó el plato fuerte: “Moju, la bestia ciega”, una novela corta plagada de potentes imágenes mentales que impresionan, un clásico del género negro que nos presenta a un asesino ciego que seduce por medio del tacto y que ha creado su propia habitación del terror para las pobres mujeres que se le cruzan en su camino. Un poco gore, nos hace dudar sobre actividades tan inocentes como tomar un masaje.
En conclusión, es literatura popular, fácil de leer, con tramas cortas e ingeniosas para enganchar a los lectores y de vez en cuando hay un relato que  nos impresiona por la imaginación del autor y por la fascinación que sentimos al leer sobre el país del sol naciente.

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