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martes, 16 de agosto de 2016

En Agosto, …


Muerto al rostro. Al menos, eso deben pensar nuestras negritas, que vuelven a la carga, con dos estupendas recomendaciones marca de las Casas.

Gracias a las dos por escribirlas, y a vosotros por leerlas y compartirlas (o por iros al infierno si no lo hacéis).



Crímenes exquisitos, de Vicente Garrido y Nieves Abarca.
Por María José “la reseñista” Moya







La novela parte de dos asesinatos acaecidos en países distintos: la muerte de una joven en la abadía de Whitby (Inglaterra) en la que el cadáver parece imitar una escena del conocidísimo libro de Bram Stoker “Drácula” y el asesinato de otra joven en la Coruña, con una escena del crimen también muy elaborada y que nos recuerda a un cuadro prerrafaelista conocido como “Ofelia” de Millais.
La obra está escrita a cuatro manos, pero parece de un único autor. Al menos yo en ningún momento he sido capaz de adivinar donde  empieza uno de ellos y termina el otro.


Los principales protagonistas de esta historia son la inspectora Valentina Negro y el famoso criminólogo Javier Sanjuan, cuya investigación les llevará a colaborar con Scotland Yard, en una oscura trama a caballo entre la Coruña y Londres. Otros personajes que aparecen son:
Lúa Castro, una joven periodista que no duda en meterse en la boca del lobo para conseguir una exclusiva.
Jaime Anido, fotógrafo sin escrúpulos que termina uniendo los dos hilos y relacionando crímenes similares.
Cristian Morgado, que nos ofrece la visión de un profesor y crítico de arte.
Sebastián Delgado, personaje que pone los pelos de punta, al que se odia en todo momento.
Pedro Mendiluce, un hombre capaz de lo más vil y cruel. De su mano conocemos el mundo de la prostitución, la crueldad empleada con aquellas mujeres que no se doblegan a sus deseos, la especulación  inmobiliaria y la extorsión de cargos financieros para conseguir sus propósitos a pesar de que ello pueda perjudicar a muchas otras personas.


La novela narra una larguísima investigación entre La Coruña y Londres, con un trasfondo de corrupciones, prostitución de lujo y sadomasoquismo. Tiene 800 páginas, que parecen muchas, sin embargo, no es así, porque nos encontramos con varias tramas y subtramas, todas ellas de actualidad.
Tiene todo lo que se puede pedir a una novela negra: acción, mucho ritmo, asesinatos depravados y capítulos con títulos como “Contrareloj” o “Estrechando el cerco”, que hacen difícil que puedas dejarla a medias. El ritmo se mantiene durante toda la novela, lo cierto es que es muy entretenida, y los cabos que pensaba que quedaban sueltos terminan atándose en los últimos capítulos.


Me ha llamado la atención la “marquitis” presente en todos los protagonistas, los policías y los delincuentes, todos ellos visten o llevan algún artículo de marca (camisas Hugo Boss, colonia Alture de Channel, vaquero de Calvin Klein etc etc.).


En conclusión, aunque la calidad literaria no sea especialmente destacable, es de fácil lectura, capítulos breves, escenarios alternados, personajes variados. En mi opinión, entretenida y engancha. Se lee con gusto, te mete de lleno en el caso, hasta el punto de no poder dejarlo y a veces te sorprende a altas horas de la noche con él entre las manos.








Nadie te encontrará,  de Chevy Stevens.

 Por Isabel González de la Cruz.

 Me llamo Anie O'Sullivan y estoy saliendo de un infierno. De hecho, creo que todavía sigo en él.

Cuando hace un año, terminando una tediosa jornada de trabajo vendiendo una casa, me frotaba las manos pensando en la jugosa comisión que iba a dejarme el cliente que estaba a punto de cerrar, no sabía que viviría el peor año de mi vida. Tras su distinguido porte, su rostro afable y su simpatía, se escondía un auténtico cabrón, pero yo no lo supe hasta que fue muy tarde.

Desde entonces, soy incapaz de dormir en una cama. Cuando logro conciliar el sueño, que es muy de vez en cuando, tengo que encerrarme en el armario para poder dormir. Cualquier ruido me asusta, cualquier sonido extraño hace que todos mis sentidos y alarmas se pongan alerta. No soy capaz de estar a solas con nadie, y mucho menos que me toquen o se acerquen a menos de un metro.

Estoy ya bien físicamente, pero echa papilla por dentro, porque si lo que viví encerrada en una cabaña perdida en las montañas fue un puto infierno, parece que no va a terminarse nunca.

De hecho, no sé si Chevi Stevens, una agente inmobiliaria metida a escritora, sabrá ordenar las miles de barbaridades que le he contado para sacar un relato legible, en primera persona, trepidante y duro, que cuente toda la verdad, toda la mierda que llevo acumulada en un año.

Si tienes bemoles, lee mi historia. En España la han titulado “Nadie te encontrará”, pero “Annie está hecha una mierda" o “El puto infierno de Annie” me hubiera gustado más.

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