Gijón, verano
de 2009. Mi
primera Semana Negra, mi bautizo en el género. Hace calor, y, lamentablemente,
como en muchas presentaciones, hay más gente sobre la tarima que frente a ella.
Pedro de Paz, Óscar Urra, Juan Ramón Biedma y algún que otro etcétera que no
recuerdo departían animadamente sobre “La lista negra”, una antología de
relatos criminales compilada por los directores del congreso de Salamanca con
textos de los mejores autores surgidos dentro de nuestras fronteras tras el
cambio de siglo. Una obra imprescindible que, as usual, terminó en mi maleta, y
que a la postre se convirtió en una valiosísima guía de lecturas durante los
meses que siguieron.
Y tras la
rueda de reconocimiento, dos sospechosos me llamaron especialmente la atención:
la inclasificable Laura Fernández (¡a la que espero conocer en la SN de este año!) y un tal Luis
Gutiérrez Maluenda, con el que, por mediación de un amigo, entablé relación
epistol@ar hace un año, y al que finalmente pude abrazar hace diez días cuando
lo recogimos de la estación tras no pocos quebraderos de cabeza.
Mas, como a
todos los cuervos les llama la atención la ciudad del crimen, en vez de poner
rumbo a la Casa
de la Cultura ,
nos dirigimos al Parador para una breve pero intensísima caminata jodesiestas y
mata personas, Plaza Mayor arriba, camino de las Angustias abajo, salpicada de
fabulaciones del mío páter disfrazadas de datos históricos e infinidad de
comentarios jocosos marca de la casa que habrían hecho palidecer al mismísimo
Atila.
Y entonces sí,
tras tomarnos un respiro y un chato de agua en la fuente del abanico, echamos a
andar en dirección biblioteca para llevar a cabo el encuentro. Un encuentro
notablemente menos concurrido que en otras ocasiones, pero tan agradable como
el que más, gracias al ingenio derrochado por Maluenda, que tan pronto tildaba
de venganza secular a la novela negra sueca (verídico) como especulaba con una
probable visita de la reina de Inglaterra (¡lo juro!), con una envidiable mezcla de erudición
literaria y sentido del humor que cautivó al respetable y al impresentable del presentador.
En cuanto a la
tribu, especialmente memorable anduvo Luis, cuya analogía entre Atila y Roberto
Alcázar y Pedrín prometo no caerá en saco roto (¡vete preparando para la cena!),
y nuestra inimitable Juana de Arco, que supo descifrar las viñetas bajo los
párrafos de la novela.
Otra jornada
para el recuerdo, en definitiva, otra razón para seguir luchando contra la
crisis por mantener el club a flote el
curso que viene.
Una jornada
que Maluenda prometió repetir cuando su originalísima “Fiesta” llegue a las estanterías
el año que viene.
Recemos porque
los mayas fueran de letras.
3 comentarios:
joder...yo tengo poderes extrasensoriales...Vuelvo de estudiar, abro el blog para ver que libro empezar a leer mañana y me encuentro con entrada nueva creada hace 10 minutos... Y encima para alargarme los dientes con una crónica de lo que es la SN. Quiero que llegue Julio ya
Raquel
Qué envidia, me hubiera encantado estar en el encuentro. Espero conocerlo en persona la próxima vez. A los que no hayáis leído MÚSICA PARA LOS MUERTOS os lo recomiendo encarecidamente.
encantador el señor Maluenda,inteligente,con buen gusto musical y mas..............
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