Por
Pilar Martino
Enero de 1943, Glyndwr Michael, un
vagabundo alcohólico de origen galés, muere al ingerir un matarratas. Nadie lo
reclamará y su cuerpo permanecerá, congelado, en el Hospital St.Pancras hasta
que inicia un extraño viaje en el submarino Seraph.
Abril de 1943, en la playa de El
Portil, Huelva, un pescador de Punta Umbría descubre el cadáver de un militar
británico. Las pertenencias del cadáver permiten identificarlo como el
comandante del Cuartel General de Operaciones Combinadas William Martin,
comprometido con su novia Pam, con alguna deuda en el Banco Lloyd y con un
padre que le reconviene por dicha deuda. El cadáver lleva, sujeto a su muñeca
con una correa, un maletín con unos documentos oficiales que hablan de la
invasión aliada de Grecia y Cerdeña.
Tres días después, certificada su muerte por
ahogamiento, las autoridades españolas entregan el cadáver al vicecónsul
británico y se le entierra con honores militares en el cementerio de Huelva. Más
tarde las autoridades españolas devuelven el maletín, con los documentos
sellados, a los británicos. No sin antes haberlos transcrito y entregado a los
alemanes.
Julio de 1943, los aliados
desembarcan en Sicilia. Las tropas alemanas que, unos meses antes, tenían una
fuerza considerable en la isla, se habían dividido desplazando contingentes
importantes a Grecia y Cerdeña. Así, la invasión de la isla es un triunfo y
marca el inicio de la victoria de los aliados en Europa.
Hoy en día, en la tumba del comandante
Martin aparece una inscripción adicional en la losa grabada en 1997:
Glyndwr
Michael sirvió como el mayor William Martin
Estos son los elementos de la
Operación Carne Picada, un monumental y macabro engaño, diseñado por los
Servicios secretos británicos, para desviar la atención de los alemanes de
Sicilia hacia Grecia y Cerdeña. El
gobierno británico no permitió nunca contar la verdadera historia de esta operación,
pero Ben Mcintyre, columnista y editor asociado en The Times, ha accedido a
documentos originales y nos narra una de las más curiosas e increíble historia
de espías, ‘El hombre que nunca existió’
El libro desmenuza con un estilo muy
británico – como muestra, el nombre de los capítulos- la manera en la que Ewen
Montagu y Charles Cholmondleley –los padres de la criatura - van creando al
comandante Martin hasta diseñar los más nimios detalles. Como un Sherlock
Holmes a la inversa van construyendo y creyéndose el personaje hasta tal punto que,
cuando el cadáver parte de Gran Bretaña, lo despiden con una cena en compañía
de la novia de Martin.
Pero, además, conforme nos adentramos
en la lectura vamos descubriendo información sobre la situación del espionaje y
contraespionaje de la época en el territorio español. Desde un ensalzado servicio
secreto inglés hasta el espionaje alemán que compra la historia, pasamos por la
neutralidad española. Sometidos al peculiar carácter de Franco, alemanes y
británicos tienen desplegados en el país entramados que van desde el soborno de
altos cargos – por los británicos a través de Juan March – hasta la connivencia
con los alemanes a pesar de la neutralidad del país.
Un libro verdaderamente interesante con
gran despliegue de detalles, personajes y anécdotas que despiertan el interés
por conocer aún más sobre los espías de aquella época.
Y, sin embargo, aquí dejo alguna duda
que se me plantea al acabar el libro: ¿de verdad que el cadáver era el de un
mendigo muerto tres meses antes?, ¿qué pasó con la autopsia?, ¿de verdad eran
tan espabilados los espías ingleses y tan torpes los alemanes? Creo que leeré más sobre Carne Picada.
1 comentario:
Magnifica reseña Piluca. Invita a leerla y totalmente de acuerdo con tus dudas. Pero recuerda que la historia la escriben los que ganan las guerras....
José Ángel
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