Este interrogante, al que desde hace siglos intentan dar respuesta los historiadores, es el enigma que plantea Muerte en Macedonia, la segunda novela extranjera de Los misterios del tiempo, nuestro ciclo de novela criminal histórica.
Para saber más sobre esta estupenda novela, no os
perdáis la documentadísima reseña de Miguel Esparcia, el Herodoto de las
ahorcadas.
Estamos ante una de las numerosas novelas del prolífico
autor británico Paul Doherty, historiador por la universidad de Oxford que se
caracteriza por incluir tramas de misterio dentro de marcos históricos tan
diversos como la Edad Media, la Antigua Grecia, el Egipto Faraónico…
El paradigma de los magnicidios sin resolver es, sin
duda alguna, el asesinato de J.F. Kennedy. Por todos es sabido la elevada
sospecha de complot político de fondo, y que a lo largo de los años, nadie ha
conseguido resolver. O por lo menos, la verdad no ha trascendido a
la opinión pública.
Este personaje fascinante, estratega prodigioso y
expansor de la cultura helénica por Oriente Medio, Asia Menor, India y norte de
África, puso freno, junto con otros héroes griegos de las anteriores
Guerras Médicas, al avance occidental del Imperio Persa.
Y nuestra novela versa sobre el asesinato de Filipo II
de Macedonia. Crimen ejecutado por Pausanias, el jefe de la guardia de Corps de
Filipo. Eso todo el mundo lo sabe. Pero la causa primera que induce el
asesinato sigue siendo hasta nuestros días … un enigma:
Filipo II fue el tercero en el orden sucesorio de la
corte macedónica, pero acabó reinando. A los que no se apartaron y le hicieron
hueco, él se encargó de hacerles un hueco en el suelo para su reposo
eterno. Helenizó su reino, quizá por cierto complejo de bárbaro
norteño, y doblegó al pueblo griego del sur hasta que el menosprecio inicial se
convirtió en vasallaje. Amante del vino y de todo mamífero, ya tuviera 2, 3 e
incluso 4 patas, vivió en el exceso, pero en cuestiones militares y políticas
fue un figura. Por supuesto generó rencillas, por lo que muchos personajes le
tenían cierto recelo y un odio mortal.
En primer lugar tenemos a Olimpia, mujer de Filipo de
origen epirota y madre de Alejandro. Cultivadora de ritos oscuros y
peligrosa como serpiente agazapada, fue despechada por Filipo,
cuando engendró otro posible heredero que podría truncar las expectativas de su
más que amado hijo.
Pero fue Alejandro, el teórico heredero legítimo, el
principal beneficiado de la muerte de Filipo. Un complejo le corroía, ser menos
célebre que su padre. Y Filipo lo tenía siempre humillado, desde que tuvo
conciencia.
El príncipe macedonio siempre estuvo rodeado de los Compañeros,
amigos de la infancia que, como Alejandro, se nutrieron de las enseñanzas de su
tutor Aristóteles y que, con el paso del tiempo, llegaron a ser su Estado
Mayor. Estos descendientes de los jefes regionales eran sin saberlo rehenes de
la corte de Filipo, bien educados y bien tratados, pero inadvertidos presos en
una jaula de oro.
Filipo
también pisoteó a las demás polis Griegas, sobre todo tras las Guerras Sagradas
en torno al control del Oráculo de Delfos, hecho que, cómo no, también generó
rencillas. Y fue Demóstenes, antiguo general y mandatario de una
Atenas en decadencia, el que más animadversión presentó contra el
“bárbaro” macedonio, urdiendo todo tipo de conspiraciones como
venganza.
Así
mismo, se nos presenta a Darío III, rey de reyes del imperio Persa, que también
salió beneficiado de la muerte de Filipo, ya que en cuanto tuviera controlado
el avispero griego, el macedonio iría hacia el Este a por los
persas.
Personalmente, como apasionado de la Historia, considero que
el autor nos introduce en el marco histórico, pero no detalla o seguramente no
es su intención, los antecedentes a modo de introducción.
Como ya hemos visto, presenta a multitud de personajes
históricos, pero la descripción de los mismos no es especialmente profunda,
como suele ser más habitual en las novelas históricas ortodoxas, pero para lo
que quiere narrar, es suficiente. El interés del autor es crear una trama que
entretenga al lector.
Para ello, utiliza como investigador a un personaje de
una más que dudosa existencia histórica, pero que le sirve como hilo conductor
de la novela, con sus pesquisas y sus elucubraciones, algo que para una obra de
corta extensión como ésta, ayuda a mantener el ritmo y comodidad en el lector.
Hablamos de Miriam, una judía que junto a su hermano Simeón, son huéspedes en
la corte de Filipo. De mente clara y gran coraje, es la
Heleno-judaico-detective de la novela
El autor mezcla hechos veraces y contrastados con
otros de su propia cosecha, pero que al final consiguen una novela redonda y
fácil de leer. Pero lo más importante para mí, es que, si el lector es
inquieto, y ávido de conocimiento, despierte en él una mínima curiosidad que le
haga indagar y beber de las verdaderas fuentes de la Historia.
1 comentario:
Fantástica reseña,no podía ser menos viniendo de Miguel.
Consigues despertar la curiosidad del lector por la novela y por la historia.
Enhorabuena!
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