Ya hacía mucho
tiempo que no publicábamos ningún microrelato, ningún microcrimen.
Pero
afortunadamente, la sangre ha vuelto al río (Júcar), y aquí tenéis el último
parto de nuestro frailecillo favorito.
Si os deja
secuelas, no diréis que no avisé.
EXILIADO
Por (fray) Manolo Polo
Tuve que emigrar. Al
principio me compadecieron huérfano. Ahora sé que, algunos que me desprecian
bastardo, me sospechan soltero y viudo. ¿Podré irme sin aclarar las confusiones?
Todo fue culpa de ella, una
hembra excelsa. El óvalo de su cara, su perfil, cuello, hombros, caderas,
pubis, nalgas, corvas: un concierto de líneas puras en el esplendor de la
curvatura. Sus pechos: la perfección de las cúpulas. Con razón podía
considerarme afortunado, más aún, bienaventurado. Veinte años yo, cuarenta ella
en plenitud de esencia, presencia y potencia.
Éramos dos con ella. Mi
padre, viejo tontorrón, acabó penitenciándose por tamaño desliz de madurez, aunque
había sabido perdonarse el de juventud del que yo soy fruto. Lo sustituí, ahora
toda mía en exclusiva.
Pero llegó un tercero y la
oí gritar de placer en sus brazos. Luego, húmedo brillo en su mirada ausente y húmeda
sonrisa en su boca que asomaba al más feliz de los mundos desde sus entrañas
enfebrecidas, la misma cálida sonrisa de su entrepierna, me confirmaron su
pérdida.
No pude aceptarlo. Hice
justicia. Murieron los dos amantes y mi padre cargó con la culpa. Crimen
pasional sentenciaron, yo diría místico. Se está pudriendo en la cárcel. No
durará. No me quedará nadie.
Es duro, en una ciudad
pequeña, ser el hijo del cura, pero si además está en la cárcel por haber
matado a una buena señora, madre de cuatro hijos y esposa del mejor alcalde que
hemos tenido, se hace casi imposible soportarlo. Tuve que emigrar.
3 comentarios:
Que bueno, me ha encantado. Llevo poco por aquí y es la primera vez que veo esta sección. La seguiré de cerca.
¡Que relato tan estupendo! Muy divertido .
Tan bueno e irreverente como tienes por costumbre.
Publicar un comentario