SILENCIO EN BELVALLE de Jesús de las Heras
por Sergio Vera Valencia
Ángel Bueno no
es detective.
Ni falta que
le hace.
Ángel Bueno es
investigador en una asesoría de la gran ciudad.
Y no le va
nada mal.
Pero un día,
un mal día, Ángel Bueno acepta hacer de detective.
Nada, dos
casos de lo más tópicos: proteger a una bellísima dama en peligro, y conseguir pruebas
de la infidelidad de una mujer casada.
Dos casos
típicos, si no fuera porque la dama en cuestión, Dolores Campos, es la
presuntamente infiel esposa del otro cliente, el magnate Alfonso Huertas.
Y que Ángel
Bueno ha aceptado los dos casos.
Así que, aunque
ejerza de ángel de la guarda, Ángel Bueno tampoco es un angelito, que digamos.
Ni lo
suficientemente bueno, para evitar la tragedia que pronto se sumirá sobre
Belvalle.
Belvalle, Una
pequeña y pintoresca ciudad de provincias más vetusta que Vetusta, donde nunca
pasa nada.
Belvalle, el
coto privado del todopoderoso Alfonso Huertas, y la cárcel sin rejas de Dolores Campos.
Belvalle,
Cuenca para los amigos.
Porque en esta
su primera novela, que en 2001 se alzó con el premio Alfonso VIII, Jesús de las
Heras (Cuenca, 1943) se sirve del género negro para pintar un lúcido fresco de
las sombras de su ciudad natal, plasmando brillantemente su cerrada y opresiva sociedad,
su endogámica vida cultural y su caciquil sistema de gobierno.
Y lo consigue con
creces, gracias a la destreza del que lleva toda una vida como periodista en El
País y medios de todo el ídem, y la perspectiva del que ha sido conquense
pródigo durante décadas.
En suma, una más que recomendable forma de descubrir la cara oculta de
una ciudad tan encantada de conocerse, que como es patrimonio de la humanidad,
no necesita
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