Por Sergio
Vera Valencia
-¿Me pasas el
pan, por favor?- digo un mediodía cualquiera, durante una comida cualquiera.
Al menos
catorce subsaharianos han fallecido esta madrugada, cuando intentaban cruzar a
nado la frontera de Ceuta –reza sin fe el presentador del noticiario.
-Toma-
responde mi madre, sin inmutarse.
Ni ella, ni
nadie.
¿Por qué
íbamos a hacerlo?
Estamos inmunizados, es el pan de cada día.
Sin embargo, cuando
me marcho en busca de paz, la divina providencia quiere que durante la siesta en
vez de con Morfeo, me tope con Sueños de Tánger.
Con una
misteriosa joven que atraviesa las arenas de Bamako a lomos de una moto
desvencijada, tan joven, tan blanca, que solo puede ser un pájaro de mal agüero
para una humilde familia como la de Issa.
Y con
Mohammed, un elegante limpiador de basura magrebí enviado a Tánger por los
servicios secretos españoles para atajar el problema de la inmigración ilegal.
Y con Monés,
un doctorado por la Universidad de la calle, que tan pronto ejerce de falso guía
como de verdadero tullido, con tal de sacar unos dinares.
Y con Fátima,
una bella marroquí que lo perdió todo junto con la virginidad, que cada noche vende
lo único que le queda, para que cada mañana su hija tenga algo que llevarse a
la boca.
Y con Moussa,
uno de tantos africanos que malvive cerca de la frontera a la espera de que un
golpe de suerte o de mar termine con su agonía.
Y sobre todo, con
el Zoco Chico, el corazón de Tánger, el alma de la novela. Con sus cafés
abarrotados de turistas, sus callejas atestadas de miseria, sus discotecas ahítas
de depravación y sus miradores rebosantes de sueños.
Con estos mimbres
Jon Arretxe urde una ágil y demoledora novela coral que se engulle en dos
sentadas, pero se indigesta durante semanas. Una cruda y amarga historia de
perdedores imaginarios, pero más veraz que cualquier crónica periodística. Un gran ejemplo de la potencia y compromiso
que caracterizan la obra de uno de mis mayores descubrimientos del 2013, y de porqué
la ficción criminal es la literatura social del siglo XXI.
Inmejorable
para viajar sin salir de casa.
Imprescindible
para conocer la verdad tras los titulares.
Para que
vuelva a atragantársenos el pan de cada día.
Para que no
podamos seguir yendo en paz.
Es justo y
necesario.
2 comentarios:
Pues habra que leerla porque con tus reseñas nos pica mas si cabe la curiosidad y porque tu criterio ademas de bueno,importa.
HER
Deseando leerla!!! Necesito algo así para "reengancharme"
Con humor y amor ;-)
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