Hampa Prados
Hacía ya unos días de su bautizo de sangre. Poca
alarma social. Se trataba, según los cotilleos locales, más fiables que el
diario vespertino, de un agresor profesional.
Parece ser
que encontró otro delincuente más hábil. Tampoco iban a quebrarse con este
caso, un impresentable más fuera de las calles.
Estaba a
salvo, nadie iba a sospechar de ella, nada la vinculaba con el que, por otro
lado, habría sido su asesino. Su vida se tornaba normal, aunque tenía un cierto
regusto.
Todo esto
chocaba con su educación plenamente religiosa, de coro de la iglesia,
catequesis, campamentos de “Acción Católica”.
¿Y si había Dios? ¿Iba a castigarla a ella
habiendo tanto hijo de puta campando con sus bendiciones? Claro, que era
experta en ser la excepción. Nadie pagaba sus pecados excepto ella. Algún ángel
cabrón, como diría álamo, parecía haberle tocado en suerte.
Aquella tarde salió a dar su paseo diario,
y de pronto se encontró a las puertas de una iglesia.
¿Qué le
había llevado allí? ¿Acaso tenía algún remordimiento?
No,
volvería a matar a aquel capullo; entonces…….
Entró, tocó la pila del agua bendita por
inercia, pasó sus dedos húmedos por la herida que tenía sobre el corazón,
y que había cerrado de una forma extraña, muy rápidamente, quedando un surco
rosáceo.
La verdad
es que el ambiente era relajante. Penumbra, sin fieles a la vista, el olor de
la cera. Se sentó en uno de los bancos, cerró los ojos hasta que sintió una
presencia, ¿Dios? No, tonta, solo el cura, ¡qué susto!
Empezó a charlar con ella. La conocía de
vista, aquí todos nos conocemos de vista. Le preguntó si podía hacer
algo por ella, si tenía problemas, necesitaba algún consuelo. Mientras decía
esto, ponía la mano en su hombro.
¿Estaba
paranoica? ¿Se le estaba insinuando el cura?
Le estaba
diciendo que si quería podían charlar más tranquilos en la sacristía.
Y entonces
lo supo.
Supo
porqué sus pasos se habían encaminado hasta allí, porqué llevaba consigo
el puñal, y también supo que en todos los estamentos hay cabrones.
Y con ese
convencimiento se encaminó a la sacristía con aquel vestidor de alzacuello, y
cuando estuvieron solos………
3 comentarios:
Otra vez genial pero no sé si después de estas dos entregas se atreverá alguno a acercarse a ti.He borrado tu nombre del principio del comentario para dejar alguna opción.
Me ha gustado mucho... Me pregunto quién eres :D
Joe
Joe, quita la H y añade una ro. Que Sergio tiene un amplio abanico de nombres para mi
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