Jamás pensé que atracaría algo.
Ni un barco de
juguete.
Así soy yo, impredecible hasta para el hijo de mi madre (aunque no para la madre de su
hijo, que sabe lo que piensa incluso antes de que lo haga).
Y para lograrlo, me busqué una cómplice a la altura de las
circunstancias (menor de edad y todavía más de tamaño pero fuerte, para cargarla
con el mochuelo si algo salía mal y con el botín si salía bien) y tras dar los
últimos pespuntes a mi plan, pusimos manos a la obra.
-Denos todos los del 7 del País-dije, al tiempo que mi
sicaria sin sueldo bloqueaba la entrada al local.
–Ejem, ejem-
cortocircuitó la neurona de la dependienta, con menos luces que el Faro de
Alejandría.
-Ejemplares, libros, ya sabe- esas cosas para cuando
terminas Infantil y las cartillas Micho, añadí para mis adentros, aunque visto
lo visto, oído lo oído, podría haberlo dicho para mis afueras y quedarme más ancho que largo.
-Ha-hay di-diez, ¿qui-quiere una bo-bolsa?- contestó,
atemorizada, cuando me vio sacar el arma y comprendió lo que me disponía a
hacer.
-Por favor- contesté, apuntándole ya sin miramientos con mi
50.
Según testigos presenciales, Medio minuto y alguna bolsa
destrozada más tarde, los Dillinger de la sierra se dieron el piro en el coche
de San Fernando con todo el cambio y los Memento moris del kiosco.
Pero, ¿qué culpa tengo yo de no llevar suelto y coordinar un
club de novela negra en tiempos de crisis?
Y sin embargo, soy culpable.
Probablemente, el primer ladrón a golpe de billetera en los
anales de la ciudad del crimen.
Y sin duda, el primero de libros.
3 comentarios:
Sois unos hachas,magnificos vamos.
Her
Je,je,je... lo no de este atraco es que has dejado demasiadas pistas Shek. Lo bueno es que el libro merece la pena!! Visceral el principio y sorprente el final. Buen atraco Boss!!
Jajaja. Bien vale para un número clown.
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