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domingo, 13 de febrero de 2011

Se ha escrito un (micro) crimen (2x02)

Sorpresas te da la vida, y las hadas, deseos.
 Digo esto porque hasta esta tarde todavía no sabía si la gripe de Mila (por su voz, creo que ha contraído alguna rara mutación de la cepa, para poder resucitar en el relato) iba a lograr enviarme su aportación, cuando Ana Serrano, nuestra traviesa Campanilla particular, me ha mandado el excepcional texto que os adjunto, sin que ni siquiera tuviera que coaccionarla (alguna tenía que haber, ejem, ejem).
 Un texto que, amén de encantarme por las enormes posibilidades que ofrece, me ha permitido convencer telefónicamente a Mila de dejar de buscar formas de volver a la vida y ligarse a los nuevos personajes masculinos.
Muchas gracias, Ana. Y enhorabuena.



A Leila Vindel  le encantaba la arqueología, y de hecho, estaba preparando su doctorado, pero llevaba una semana con un gripazo de órdago y cada vez que intentaba avanzar un poco, la fiebre o el dolor de cabeza se lo impedían.
Por ello,  decidió salir a la calle y tomar un poco el aire. Una semana encerrada entre cuatro paredes, desconectada del mundo, era demasiado, de modo que  fue caminando hasta el parque para tratar de despejar la mente. Acababa de sentarse en un banco cuando, alguien, por detrás suyo, le tapó los ojos.
- ¿Cómo estás, princesa? Pensé que te había ocurrido algo. Llevo días sin verte -dijo,  mostrando aquella sonrisa que a ella le encantaba, aunque se negara a reconocerlo.
- Hola, Sebas. Tan Sólo he estado con gripe, y  todavía lo estoy, así que procura no acercarte demasiado.
OH, -ya veo que   la princesa sigue igual de cariñosa que siempre, que la gripe no te ha cambiado.
- ¿Qué tal todo, Sebas?
 Aunque se negaba a aceptarlo, lo cierto es que le encantaba hablar con él. La primera vez que se vieron, fue en la comisaría de policía. Leila iba a renovar su DNI, y Sebastián Beneit estaba allí, con su uniforme y su eterna sonrisa.

- Como la gripe te desconectó del mundo- por un momento la sonrisa de Sebas se borró de su cara al recordar- no sé si sabrás que han ocurrido cosas, cosas demasiado serias y desagradables para ser una ciudad tan pequeña. La biblioteca se llenó de muertos, y esta vez, no salieron de los libros, estaban allí todo tiesos.
 Leila se quedó de piedra, cuando Sebas le comentó que Mila había sido asesinada. La conocía de las tardes que pasaba por la biblioteca a buscar documentación para su doctorado. Mila siempre se mostraba atenta e interesada en la arqueología. De hecho, Leila todavía tenía algo suyo, algo  que no había podido devolverle por culpa de la maldita gripe.
 ¡Dios mío! Se dijo Leila, pensando en la estatuilla que Mila le había dejado para que la estudiara. Y el profesor había dicho... el profesor había dicho...
- Sebas, tengo que irme a casa, otro día charlamos...
- Pero Leila, escúchame, ¿te encuentras bien? déjame acompañarte...
Mas Leila no lo oía. Leila sólo oía la voz del viejo profesor diciéndole:

- Esta estatuilla...


Continuará…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya con la gripe,se ha hecho protagonista...
me gusta
Mila

HadaTraviesa dijo...

Espero no haber alterado demasiado los acontecimientos. Seguire los pasos a todos los personajes de la historia y ya veremos hacia donde van.
Vuelvo a dar las gracias a Sergio por la oportunidad y pido disculpas a todos por la redaccion del texto pero es que una servidora a pesar de ser bibliotecaria soy de ciencias.
Besos

Anónimo dijo...

Esperamos con impaciencia que vuelva a aparecer Veneno y esos malignos ojos azules...