Estadisticas

lunes, 21 de febrero de 2011

Se ha escrito un (micro) crimen (2x03):

¿Qué demonios ocurrió ayer para que no hubiera microcrimen? ¿Es que Cris Marple no cumplió con sus obligaciones criminales para con la banda de negritos de Las Casas Ahorcadas? ¿Fue una oscura trama orquestada desde algún recóndito y ultrasecreto despacho del Pentágono para silenciar al grupo de insurrectos y terroristas potenciales (el Guillermo ese tiene pinta de matón, se ponga como se ponga) que coordino? ¿O es que acaso escribo estas líneas desde las antípodas, donde a estas horas todavía es domingo?
 Pese a que, al menos a priori, todas estas hipótesis son igualmente verosímiles (que si Mila está muerta, y ha viajado a Túnez, ¿por qué no iba a estar yo dentro de la bolsa de algún simpático canguro?) lo cierto es que los motivos que me impidieron subir la nueva entrega son mucho más mundanos, aunque no por ello menos horripilantes:
 Chan, Chan.
Chanan (música de tensión y misterio que te pasas).
TENÍA QUE ENTREGAR UN TRABAJO PARA EL PUÑETERO MÁSTER DE INVESTIGACIÓN.
Mea culpa. Mil perdones, Cristina.
Como os veo algo decepcionadillos, para que os recuperéis de tan profundo trauma existencial (y para que luego no me digan que me enrollo como las persianas), os dejo con el tercer microcapítulo de la segunda temporada de nuestra micronovela 2.0, obra de Agatha Christine, la reina del crimen de Las Casas Ahorcadas.



La noticia en primera plana del triple asesinato en una apacible capital de provincia acostumbrada al sosegado discurrir de los días, había atraído la atención de todos los medios sobre este extraño suceso.
Cuenca bullía de agitación. Los presentadores del momento, los más afamados magacines (pese a su infame contenido), llenaban no sólo los hoteles conquenses sino también los platós de televisión con toda clase de especulaciones, no exentas de morbo, que es lo que vende.

El inspector Casas, tras descolgar el teléfono, le ordenó a Sebastián que se presentara de inmediato en su despacho. El asunto se les escapaba de las manos y había que actuar con urgencia.

-                    ¿Se puede?
-                    Pasa, Sebastián, y siéntate. Tenemos que abordar la cuestión de Mauricio y su investigación del caso. ¿Qué novedades hay?
-                    Sigue tras la pista de la estatuilla que su contacto del Edén le proporcionó, pero aún no hay nada nuevo al respecto. Del tal Iván Salcedo,  aparte de sus asiduas visitas al Club y una cuenta de Internet a nombre de Hawk69, no hay nada más.
-                    Pero de algún sitio tenía que salir el dinero que gastaba tan generosamente en el Edén,    ¿no crees?

La confianza y camaradería entre Sergio y Sebastián se remontaba a los años de Universidad. Los dos habían cursado derecho sin saber muy bien en qué acabarían trabajando. Su pasión por la novela negra llevó a Sergio a la Academia Superior de policía. Mientras que Sebastián, tras varios años de trabajos poco satisfactorios, se dejó convencer por su amigo e ingresó él también en la Academia.
 Ahora, como subinspector, trabajaba codo con codo con el responsable de su vocación policial. Pese a no estar de acuerdo en muchas cosas, era un incondicional del inspector. No sólo conocía su valía como profesional sino que no podía olvidar que había sido él  quien lo rescató de aquel cuchitril en el que trabajaba como pasante de abogado.


Continuará…

PD: Estudio Psicología.
PPD: Y me llamo Vera, Sergio Vera.
PPPD: Que no, joder, que no soy el del relato.

4 comentarios:

la okupa de una de vuestras casas ahorcadas dijo...

Sergio, Sergio, no reniegues de tu verdadera vocación, ja, ja,ja

Anónimo dijo...

eso, eso, de ande sacaba las perras el friki? ja, ja.

Anónimo dijo...

ASÍ QUE UN MASTER EN INVESTIGACIÓN Y AÚN TE ATREVES A DECIR QUE NO ERES EL DEL RELATO. ESO NO SE LO CREE NINGÚN NEGRITO, SERGIO

Anónimo dijo...

Muchos anónimos...ala otra cosa pa investigar.
Sergio que me he hecho fan de 1280 almas,si me deja Guillermo,claro,jaja
La novia más cadáver