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sábado, 5 de febrero de 2011

Química, zombis, y viceversa.

Eran poco más de las tres y media, y me disponía a entrar en la ducha (que cada cuál, según su estómago  y perversión, imagine en qué punto del proceso me encontraba) cuando escuché un frenético solo de guitarra eléctrica procedente del salón. Era mi móvil. Linkin Park, para más señas. Y Álamo. Álamo diciendo que ya me estaba esperando en el escenario del microcrimen, en la biblioteca.
 Y, según el plan original,  habíamos quedado a las 4 en mi casa.
 (Mal) acostumbrado  a la flexible concepción de la puntualidad ibérica, por no hablar de la mexicana, se me había echado el tiempo encima. Estaba sin duchar, sin afeitar, y Joe, haciendo  honor a sus raíces británicas,  tendría que esperarme  un buen rato.
 Con lo que me jode que me esperen.
Media hora después (sí, sé que llegaba tarde, no hace falta que me lo recordéis) finalmente tuvo lugar nuestro ansiado reencuentro. Conocí a Joe durante la última edición de la Hispacon, y conectamos de forma inmediata, merced a su buen hacer literario, que me había llevado a devorar sus obras antes de acudir a la convención, su calidad humana, y una invasión de ornitorrincos mutantes (ojo, que no es broma), por lo que no es de extrañar que ya hubiera ganas (nada une más que una buena invasión de ornitorrincos mutantes). Tanto es así que  la hora y media larga que compartimos entre cafés, chismorreos literarios y risas antes de la presentación se me pasó tan aprisa que ni siquiera me dio tiempo a comentarle cómo había pensado estructurarla.
Ni falta que hizo. Cuando hay química entre dos personas (que uno es muy hombre, y siempre he pensado que la física es preferible dejársela a los ingenieros) los chistes,  el ingenio, las puyas, surgen con naturalidad. Y Joe y yo la tuvimos. Al menos ayer tarde (no sea que su parienta vaya a ponerse celosa o algo). Discutimos acerca de lo humano, lo divino y lo redivivo, el terror y el género negro, su enviado y su penitencia, y creo que la concurrencia, negritos incluidos, disfrutaron tanto como yo. Incluso me atrevo a afirmar que Joe tampoco debió de pasarlo nada mal, porque prometió regresar para la feria del libro.
Claro, que tal vez sea por puro masoquismo.
O por el agua del grifo.
O por la novia cadáver.
Con los escritores, nunca se sabe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que si vuelve es por la novia cadáver

J.E. Alamo dijo...

Lo confieso: es por la Novia Cadáver (que por otro lado, considero de lo mejor del señor Burton). ¡Eh! Me debes unas fotos ;-)

M.G. Villarrubia dijo...

Que tíos, encima el agua de grifo la poneis rellenando botellitas de Solan de Cabras.

Anónimo dijo...

Qué pena habérmelo perdido. Habrá que esperar a la feria del libro.

Raúl