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domingo, 30 de enero de 2011

Se ha escrito un (micro) crimen (XII):

Lo he dicho en numerosas ocasiones, pero no me cansaré de repetirlo, estoy sumamente orgulloso del ingenio y talento que atesoran mis negritos, y más si cabe en este caso, en que la entrega corre a cargo de un amigo de toda la vida, José Rubio Ortega,  quien ha sabido dar un nuevo giro de tuerca a nuestra trama, abriendo un sinfín de posibilidades para los microcrímenes venideros, y siempre aporta la tan necesaria dosis de sinceridad  que muchas veces se echa en falta no ya en las tertulias , sino en el mundo literario en  general. Un mundo que, en no pocas ocasiones, se deja llevar por el esnobismo, la hipocresía  y el qué dirán, sin atreverse a llamar a la basura por su nombre, por mucho que ésta venga firmada por García Márquez, Saint-Exupéry, o el mismísimo Kafka.
Coño, me descuido un momento, y me pongo de un belicoso y un trascendental…

No le costó mucho esfuerzo hundir su cuchillo ensangrentado en el pecho del debilitado Tomé.
 Dejar testigos era un lujo que no podía permitirse.
Antes de marcharse, tras ocultar las pruebas que pudieran relacionarlo con los crímenes, dirigió una última mirada llena de rabia y ternura a Mila.
 ¿cómo había podido ocurrir aquello? llevaba algo más de tres años vigilándola, cumpliendo estrictamente todas las órdenes de sus superiores, había sido su ángel de la guarda 24 horas al día, siempre desde el más estricto anonimato, velando porque tuviera una vida cómoda, rutinaria y solitaria, muy solitaria, quizá demasiado solitaria… se había ido deshaciendo uno a uno de los muchos pretendientes que habían amenazado con conquistar el corazón de Mila, ¿pero cómo sospechar que la joven y atractiva bibliotecaria fuera a acceder a citarse con el friky de Hawk69? ¿Quién iba a pensar que el cibernauta quisiera asesinarla?
Había sido un error imperdonable, pero no había tiempo para lamentos, ya estaba amaneciendo, y ahora debía darse prisa en salir del espantoso lugar en que se había convertido la siempre apacible Biblioteca Fermín Caballero. Estaba claro que alguien ajeno a su organización había descubierto que Mila albergaba en su pequeño apartamento, sin ni siquiera imaginar su verdadera importancia, esa exótica figurita que había conseguido hacía algo más de tres años en aquel maravilloso viaje a Túnez, esa extraña figurita que sin ella saberlo había cambiado su vida por completo, hasta tal punto, que había sido la causante de su triste final…

Continuará
PD: Aprovecho para hacer un llamamiento popular en favor de la proclamación oficial de Mila como  “novia cadáver” del club de lectura. Tenía más pretendientes que la Hilton, oiga, y eso que no tenía hoteles….

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya sabía yo que ese viaje me iba a traer algún problema...

La novia cadáver

Anónimo dijo...

Y a mi relaccionarme con bibliotecarias jovenes y atractivas.
Hawk69

Anónimo dijo...

Ni que lo digas. Si lo llego a saber no me meto en el club de lectura ese. Me he chupado un montón de bodrios, he tenido que soportar al pesao del coordinador, y total, para lo que me ha servido, muerto, y sin haberme comido un colín, cuanto ni más, un miguelito.
Tomé.

Anónimo dijo...

Miguelitos dices, Tomé?, si siguiera viva lo mismo alguna caja hubiera traído a la biblio...aunque con el sueldo de becaria...

Anónimo dijo...

El anónimo dijo...anterior,lo ha dicho la "novia cadáver"

Anónimo dijo...

Pero Mila mujer, traerse una figurita de Tunez, una soltera de buen ver en Tunez tiene cosas mejores que hacer que traerse figuritas.....