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domingo, 2 de enero de 2011

Se ha escrito un (micro) crimen (IX):


Año nuevo, microcrimen  nuevo.
 Y qué micro, negritos, de los mejores que se han visto por estos andurriales.
Su autor, que prefiere permanecer en la cómoda tranquilidad que le proporciona el pseudoanonimato, y así mantenerse a buen resguardo de su nutrido grupo de enfervorizadas fans lanzadoras de sujetadores, es M. G. Villarrubia, amigo y compadre de curso de escritura durante la última edición de la Semana Negra de Gijón, cuya voluntariosa colaboración pone de relieve un hecho ciertamente preocupante…. ¡que nuestro micro relato se ha propagado más allá del Huécar y ya ha llegado a Cádiz!
Si es que, en el fondo, semos importantes y tó.

Mila no supo si se había armado de valor o de estupidez, cuando se encontró subiendo las escaleras. Llevaba la linterna de nuevo en mano, pero titilaba como los guiños de Algol.
- “Esto me pasa por ser tan rácana… si al menos hubiese comprado pilas Duracell”. Llegó al último peldaño, que la recibía como entrada a una nueva oscuridad.  Al “¿Pero qué estás haciendo?, ¿no ves que te van a matar a ti también?” le siguió un irónico “No pasa nada, no hay mas bustos que lanzarme”. Si hasta tenía gracia cuando estaba nerviosa.
Atravesó anaqueles atestados de libros añejos, antiguos volúmenes que nadie sin permiso podía ojear, atesorados en esa zona restringida de la biblioteca. Con esa penumbra, la verdad que estaba quedando todo muy de Poe. Sólo faltaba algún cuervo parlante o un suelo que latiese.
La infantil canción volvió a sonar, al fondo.
 Su intensidad aumentó en pocos segundos, haciendo temblar a la otrora valiente Mila, que no pudo hacer más que salir corriendo en dirección contraria al inquietante sonido.
 Siguió huyendo, aunque ya ni sabía de dónde provenía el “la saqué a paseo, se me constipó…”  que tanto la atemorizaba.
Chocó con la oscuridad. Sintió el grasiento calor de una persona contra sí. El eco reprodujo los gritos de ambos, que cayeron fruto del impacto. La linterna rodó, apuntando el cono de luz contra la cara del desconocido.
-Sólo quería darte una sorpresa- Dijo Hawk69, mientras los pétalos aun seguían cayendo.

Continuará …
¿Qué clase de gentuza es Mila, que ha dejado tirado al pobre Tomé, sólo por desconocer las bondades del desodorante y la cirugía plástica?
¿Cómo sabía Hawk69 dónde encontrar a su @mor platónico?
¿Cómo ha sido capaz de colarse en la biblioteca a tan altas horas de la noche?
¿Tan achuchá está la cosa, que no existe servicio de seguridad que se encargue de salvaguardar un templo del conocimiento tan valioso como nuestra querida Casa de la Cultura, de mangantes y psicópatas?
¿De dónde demonios sacó el antisocial de Hawk69 las flores? ¿Y la idea??

7 comentarios:

M.G. Villarrubia dijo...

Si es que de estos años se recordarán dos cosas: Belén Esteban y Las Casas Ahorcadas. (creo que la primera se mentará como ahora se menta a Hitler, y el club de lectura como grupo de la resistencia y forma válida de suicidio colectivo)

El pseudónimo no lo resuelve ni Sherlock Holmes, ni Marlowe ni aún siquiera Mortadelo, está en clave judeomasónica con acento gaditano y deje de Cuenca. (Vamos, que esta "tirao") pero es que los elásticos de los sujetadores hacen daño (pero bueno, aqui lo sabemos todos).

Asi que nada, espero que a alguien le guste leerlo como a mí me ha gustado participar y seguirlo desde el primer día (qué peloteo, qué falso el nota) y más si me ha tocado el número 9, para mí icono de la suerte y de conjuras lovecraftianas.

Un saludo desde tierras gaditanas

Pd: Más largo el comentario que el microrrelato.

J.E. Alamo dijo...

Buena continuación. La pobre Mila lo tiene bastante crudo...

Anónimo dijo...

Un cruce de personajes muy interesantes. ¿Qué otros se esconderán entre las sombras de la biblioteca?

Raúl

M.G. Villarrubia dijo...

¿Será Hawk69 el asesino, algún otro tipo de psicópata acosador o solamente quiso ser romántico?

Esperemos que la respuesta sea imprevisible, como el timbre de gritos.

Las Casas Ahorcadas dijo...

Sí, el porvenir de Mila me preocupa tanto como a vosotros, pero lo que verdaderamente me quita el sueño es el dichoso pseudónimo.
No sé si es McGyver quien se esconde bajo la impenetrable máscara pulp que le proporcionan las iniciales (por no hablar de ese apellido, sin duda inventado, tan propio de un villano de opereta, o peor aún, de un culebrón venezolano), de un peligroso homo-criminal latente (seguro que significa Muy Gay, o a lo mejor, Mariquita Grande), o tal vez se trata de algún pérfido y maquiavélico psicoanalista, que utiliza su nombre como prueba al más puro estilo de las manchas de Roschart, y tan sólo estoy proyectando mis propios problemas de orientación sexual sobre el pobre Mortadelo García ¿ Porque ese es tu verdadero nombre, y no el que me dijiste en Gijón, verdad, truhán?
En fin, ya que padezco insomnio por culpa del dichoso nombrecito, casi mejor aprovecho y se lo pregunto a Sus Majestades de oriente cuando se pasen por mi casa…que además me deben una, después de lo que le hice a la competencia por navidad.

M.G. Villarrubia dijo...

Jajajaja.

"El señorito Villarrubia no está en la hacienda, Don Verito Valenciano, compadrito de Cuenca. Él es un buen gaucho como Martin Fierro y se fue de lindes con Micaela María." Sería una buena teleserie.

A ver que se cuece la madrugada del cinco al seis. ¿Te regalarán una MG 42? (¿Serán mis afiliaciones con la alemania nazi el por qué de mi pseudónimo?) Espero que visiten tu morada tras la mía, que si no me quedo sin carbón negro, negrísimo, para el Orient Express.

Anónimo dijo...

Vaya con la pobre Mila, vuelve a estar en el "candelabro" con sicopata y ciber pretendiente incluido, ¿puede ponerse la cosa peor?
Amparo