Hola,
chatín.
Perdona que
haya tardado en escribirte. Llevo desde el lunes tratando de reunir fuerzas
para dedicarte unas palabras, y solo conseguía que me salieran lágrimas.
Ya ves, tú
que siempre decías que tenía respuesta para todo, y ahora que te has ido me has
dejado sin palabras.
Pero es que
nunca pensé que tendría que hacer algo así. Y menos que serías tú, el que nos
dejarías.
Este club,
este blog no estaban pensados para esto. Por muchos años que llevásemos
hablando de crímenes y que muchos fueran reales, nada ni nadie podía
prepararnos para el asesino más hijo de puta de la historia.
Y menos para
que tú fueras una de sus miles de víctimas.
Recuerdo
perfectamente el día que nos conocimos. Nueve años, chatín, y parece que fue
ayer. Entonces nos reuníamos en el “volao” de la Biblioteca Fermín Caballero.
Recuerdo que viniste y nos contaste que te habías apuntado porque te acababas
de jubilar como jefe de informática de la Caja, que estabas perdiendo memoria y
que tu neuróloga, Lurdes, te recomendó apuntarte a su club para trabajarla.
Tiene guasa,
chatín, porque a pesar de que no parabas quieto, en estos nueve años te has
acordado de venir muchas más veces que ella.
Y ahora
somos nosotros los que nunca podremos olvidarte.
Cómo no
recordar tus discursos, en los que tan pronto soltabas alguna soflama comunista
como se te escapaba la más castiza de las expresiones de tu querido Chamberí.
Tantas y
tantas conversaciones sobre libros, películas o sobre la vida, en bibliotecas,
bares y restaurantes.
Tantos y
tantos buenos ratos.
Como en el
último festival, durante la cena con asesinato, cuando la actriz se te acercó con
un arma y le dijiste con tu acento chulapo: ¡que
no te acerques, coño! Carlos Augusto Casas, que estaba sentado cerca de mí,
no podía parar de reír y de repetir que quería llevarte a su casa.
O como
cuando te pusiste a hablar de no se qué camarada del partido con Mássimo
Carlotto, como si lo conocieras de toda la vida.
O los meneos
que le pegabas a la pobre María Antonia Oliver, que la gente se pensaba que la
ibas a descoyuntar.
Joder,
chatín, si hubiera sabido que la cena con Anna María Villalonga sería nuestra
última cena juntos, me habría sentado a tu lado y no te hubiera dejado marchar hasta
cerrar el último tugurio de Cuenca.
Y eso que
sabes lo mucho que odio los garitos y que soy de irme a dormir con las gallinas.
Y qué
abrazo, chatín, te hubiera dado un abrazo enorme, de oso, como los de
Guillermo.
Y un par de
besos como los que siempre me dabas tú antes de empezar el club.
Si lo
hubiera sabido, chatín, me habría salido contigo a fumar todos estos años, para
dar un respiro a tus cansados pulmones.
Mierda, ya
estoy llorando otra vez.
Y eso que cuando Amparo me llamó para
decírmelo, me quedé en shock y al principio me sentí culpable de no llorar.
Pero ahora
lo que me preocupa no es eso. Créeme, chatín, llevaba años, muchos años sin
llorar así.
Ahora lo que me preocupa, como a ti cuando nos
conocimos, es la memoria.
Que aunque ahora me acuerde constantemente de
ti, en algún momento deje de hacerlo.
Y eso no me
lo perdonaría.
Por eso he
pensado algo. Algo que creo que te gustaría, chatín. Un remedio infalible
contra el olvido: crear el Premio Memorial Agustín Lázaro para distinguir a
aquellos escritores de nuestro género que, al igual que tú, han dedicado su
vida a luchar contra las injusticias.
Ojalá
chatín, que allá donde estés puedas leerme, porque las lágrimas no me dejan
escribir.
Y que estas
palabras valgan por todos los besos, todos los abrazos y todos los buenos ratos
que este puto virus nos ha robado.
Descansa en
paz, amigo, nunca te olvidaremos.
14 comentarios:
Un buen memorial para un buen negrito. Te recordamos Agustin
No se puede expresar mejor lo que sentimos. Me hago partícipe de tus palabras Sergio. Agustín ha sido una de las pocas personas a las que no se puede evitar querer. Tenía esa virtud. Virtud que no mucha gente posee. Y a pesar de que la pena y la tristeza nos inunda, pensemos que la putada que le ha gastado el destino a nuestro Chatín de alguna forma tiene que ser compensada con creces allá donde esté. Adiós Amigo.
Dejas un gran vacío en la familia Negrita. Siempre arropando y protegiendo con tu cariño. No te faltaba una sonrisa para nadie. Sabes el cariño que te tenía. Seguiré tomando una caña contigo cada miércoles. Nos quedó mucho por compartir. Abrazo enorme.
Gracias, Sergio, por tus palabras.
Agustín, ya te echamos de menos, qué grande eres, para ser bajito ;-)
Me guardo un cigarrillo para fumarnoslo juntos, chatin.
Un abrazote
Sergio he leído varias veces las palabras dedicadas a Agustín. Me conmueve la amistad que os unía y tus sentimientos hacia él. Una amistad tan valiosa, tan bonita da envidia. Igual te quedaste sin palabras, sin lágrimas y sin aliento cuando Amparo te dio la triste noticia,nunca sin ideas y sin emociones porque tú eres muy de sentir; estás hecho de una pasta especial y rápido te recompones, remontas y conviertes el dolor y la pérdida en algo hermoso. Brillante la idea de tener presente al chatín en forma de premio a los mejores escritores, cada año Agustín estará con nosotros celebrando lo bueno.Como dicen Noemí y Ana, también me guardo un cigarro y una cerveza para disfrutarlo juntos.Me ha venido a la cabeza el libro de Pere, tres minutos de color, a saber que estará haciendo Agustín en otra dimensión.
Adiós Agustín, un abrazo enorme para ti Sergio y para todos los negritos.
Yo,sin palabras cuánta belleza en las tuyas.
Emocionante el discurso, triste la noticia... pero os aseguro que él fue un valiente, yo una cobarde, no fui capaz de despedirme de él, las lágrimas no me dejaron... En estos tres años hemos compartido, lecturas, cañas y encuentros, conversaciones historias.... Suerte amigo en tu último viaje. No te olvidaremos, Chatín.
Agustín,siempre te recordaré atento,amable,cariñoso...Una gran persona.
José Ángel dice:
No seáis bobos:
Si esto no es un adiós. Es un hasta el próximo encuentro..., que no dudéis que nos encontraremos, y hablaremos de libros, de política, de fútbol, del atleti…. Porque CHATIN Las Casas Ahorcadas es algo más que un Club de Lectura, es una gran familia que le ha dicho hasta siempre a uno de sus negritos.
José Angel.
Agustin cuando pase este duelo que nos ha dejado a tus compañeros de las casas ahorcadas con el corazon roto. Cuando nos podamos reunir de nuevo, seguiras presente en nuestros recuerdos y comentaremos anecdotas que compartimos contigo. Y cuando nos toque cruzar el arco iris, estoy segura que estaras esperandonos, nos daras dos besos y nos diras: chatina o chatin has tenido un buen viaje.
Muchas gracias Agustín por compartir con nosotros momentos tan agradables, muchas gracias por tus palabras sabías, muchas gracias por ser tan grande
Es grande el vacío que dejas, siempre tenias una palabra, un abrazo, un gesto cariñoso cuando hacia falta. Muchos años conociéndote y siempre igual de cercano. Te recordaremos siempre y seguirás muy presente entre los negritos.
Momentos compartidos. Un gran silencio. Un peso en el alma. Y aun a riesgo de que sea un monólogo, continuaré hablando contigo, Agustín.
Hola Agustín!: Llego algo más tarde, ya sabes, me puse triste, muy triste y no me alcanzaban las palabras para venir hasta aquí. A este pequeño altar (...lo sé...), a este pequeño rincón donde sabemos que estás y que estamos.
Sigo sin saber muy bien qué decir, ya ves, yo que siempre tengo palabras ahora me gusta el silencio para decirte tanto y todo.
Me da miedo decirte adiós, acaricio tu último abrazo y saludo con miedo a que se gaste. Y sí, le digo a mi padre que se cuide, se lo seguiré diciendo siempre y de tu parte también.
Lloré con él, por videoconferencia, como se hacen ahora las cosas...
Los días parecen mas largos pero el confinamiento pesa y a veces los estúpidos saltan a las calles sin mascarillas ni nada. En fin, no seré boba, te hablaré de lo importante.
Seguiré saliendo en manifestación por los servicios públicos, por una sanidad más fuerte y una cultura potente y para todos. Me costará no verte allí, pero que sé que me costará más no verte por el club.
Ya sabes que las Casas Ahorcadas lloramos que no vayas a volver, nuestras dispersas creencias se agarran a explicaciones y esperanzas diferentes, pero todos sentimos no poderte llorar juntos, mejor dicho llorarte y brindar por ti juntos, esta pandemia aún nos tiene vigilantes y prudentes.
Seguimos leyendo, hasta tenemos encuentro virtuales con autores y todo!! Sergio redobla el esfuerzo en esta situación... Pero para mi sigue habiendo un vacío extraño...
No me enredo más, solo pasaba a decirte lo mucho que te aprecio y valoro cada abrazo y cada vez que te has preocupado por mi padre, tenía que decírtelo así, un poco en voz alta, un poco en lágrimas y silencio de teclado.
Cuídate, lee, pasea y si hay un cielo sé que será público y accesible para todos, o al menos ya lo estás trabajando para que así sea.
Nos vemos, algún día... amigo. Gracias.
Almudena
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