Habana Réquiem, de Vladimir Hernández.
Por Sergio Vera Valencia.
En septiembre, estuve a punto de ir a Cuba.
Ya sabéis, el típico pack de cuatro días en
la Habana y tres en Varadero, que muchos españolitos utilizan como excusa para mojar
en chocolate sus arrugados churros.
Pero en el último momento, la última
semana, un cólico nefrítico me forzó a abortar misión.
Algo que, francamente, me jodió por mi
familia y por la pasta que tumbamos, más que por quedarme en tierra.
Y sin embargo, después de “Habana Réquiem”,
estoy deseando ir.
Así se titula la segunda novela negra de Vladimir
Hernández, un guionista y escritor nacido en la Habana en 1966, con varios
premios de ciencia-ficción, que desde 2000 reside en Barcelona.
Un novelista que el año pasado debutó en
el género con “Indómito”, una crook story ambientada en su isla natal, Premio
L’H Confidencial 2016, pero que la verdad, no terminó de convencerme. Y es que,
aunque la trama (una historia de venganza que empezaba con el protagonista
enterrado vivo) era potente, su ambientación y sus personajes me dejaron
demasiado fríos para ser caribeños.
Pero con “Habana réquiem”, el cubano ha
conseguido transmitirme toda la calidez del Trópico y sus gentes.
Aunque mejor, empecemos por el principio,
por la Mazmorra, la unidad que la Policía Nacional Revolucionaria tiene en la
Habana vieja, la zona más turística de la ciudad.
Y leído lo leído, también una de las más
peligrosas.
Porque a lo largo de sus trescientas treinta
y seis páginas, seremos testigos de toda clase de delitos: brutalidad policial,
maltrato de género, violaciones, falsos suicidios, ajustes de cuentas … una
completa postal criminal de la zona, que logra dotarla de vida a través de la
muerte y mantener el interés del lector capítulo tras capítulo.
Porque así es el día a día de los cinco polis
protagonistas: el teniente Puyol, un veterano sagaz y paciente, sin más
aspiraciones que encontrar culpables y cuidar a su hijo autista; el teniente
Eddie, un antiguo delincuente protegido del coronel, de métodos siempre al
borde de la ley; la teniente Ana Rosa, una trepa estirada y clasista, dispuesta
a cualquier cosa para ascender; el sargento Batista, un superviviente con placa
al que le encargan ser la niñera de un poli novato; y Manolito, un agente que aprovecha
las patrullas para extorsionar chulos y jineteras.
Cinco personajes muy distintos, que
Hernández dota de singular carisma e inusitada vida desde su primera aparición,
con apenas dos pinceladas biográficas y un puñado de diálogos. Porque los
diálogos están tan vivos, tan repletos de giros y expresiones cubanas como solo
las calles de la Habana vieja pueden estarlo. Unas calles mucho más sucias y
criminales que las de Mario Conde, que demuestran que la novela negra cubana es
mucho más que Leonardo Padura.
Y a lo largo de los cuatro días en que
transcurre la obra, patearemos el distrito de arriba abajo, desde los lujosos
hoteles para Pepes a los putiferios no aptos para turistas, de los palacios de
las tribus urbanas a las casas de sus protagonistas, en un paseo tan pintoresco
y fascinante que convierte a “Habana réquiem” en una guía turisticriminal ideal
para incondicionales del género como yo.
Y como tú.
Porque después de leerla, tú también
querrás ir a la Mazmorra.
2 comentarios:
Gracias por la reseña,;otro más para la lista de "en verano que tengo mas tiempo".
Aunque no sé si después de leerlo,me darán ganas de ir a la Habana o se me quitarán...
Siempre que leo una reseña tuya me propongo leer el libro. No sé si será tan bueno como lo pintas pero ya estoy deseando hacer una incursión literaria por la isla. Gracias
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