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domingo, 6 de mayo de 2012

La ciudad del microcrimen (VII)


Tras el necesario empujoncito de Óscar, vamos poco a poco recuperando el ritmo microcriminal de antaño, en este caso gracias a una de las ganadoras del certamen de micro fan fiction: Marta Buendía, la quinta Beatle, la  terremoto de Alcolea…
Muchas gracias,  lady Goodday, que Dios se lo pague con una buena y pronta oposición.



            No era habitual que a esa hora el café Calderón estuviese desierto. A su encuentro salió un camarero secando un vaso con un movimiento perpetuo.
- Pasen, el señor les espera.- Les dijo mientras daba la vuelta al cartelito de abierto.
            Los tres avanzaron hacia la última mesa, donde se encontraba de espaldas un hombre con traje y sombrero.
- Señoritas, caballero, bienvenidos, siéntense.
            Obedecieron, los tres habían enmudecido, no sabían qué buscaban, es peligroso buscar, a veces encuentras...
- Tomás, trae tres piedras de resoli a nuestros amigos y un Cardhu sin hielo para mí.
- No deberíamos beber estando de servicio- sentenció la agente Asensio.
- Querida, ¿hace usted siempre lo que debe?
            Max no pudo reprimir una risita nerviosa.
- Sí- contestó la agente.
- Pues hoy es un buen momento para cambiar.

Continuará

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que esto vuelve a coger ritmo de nuevo. No sé si ha sido a propósito pero te ha quedado una aliteración lograda en "trae tres piedras de resoli a nuestros..."

Anónimo dijo...

El Calderón, venga venga venga, allí el único asesino es el que compra ese café que sirven- que bien podría convertirse en la siguiente víctima...

Anónimo dijo...

Qué Asensio siempre hace lo que debe? sí, sí, fíate tú- sabe de este crimen mucho más que lo que dice y mucho menos de Calderón de lo que finge saber.