Como amenazaba desde hace días, aquí va la última entrega de nuestra primera micronovela.
La escribí para la cena de fin de curso, en honor de la novia cadáver, que estaba sorprendida y de cuerpo presente.
Pero, aunque la historia termina aquí, todavía me guardo alguna sorpresa más en el tintero.
Así que permaneced atentos, donde quiera que estéis.
Despertó aterrorizada.
Dios te salve, María.
Había soñado que su novio trataba de asesinarla… ¡con lo que le había costado encontrar uno!
Llena eres de gracia.
Tan sólo era una pesadilla- pensó.- Además,es sábado.
El señor es contigo.
Así que, duérmete, no sea que ligues y luego no rindas.
Bendita tú eres, entre todas las mujeres.
Pero no podía. Estaba incómoda, no era su cama.
Y bendito es el fruto de tu vientre.
No, no con ese dolor agudo y punzante en el estómago.
Jesús.
Gritó, al caer en la cuenta de dónde estaba.
Santa María.
Aulló, desesperada, a dos metros bajo tierra.
Madre de Dios.
Blasfemó el párroco, al oírla, interrumpiendo el rosario del día de todos los santos.
Ruega por nosotros, pecadores.
-¡Que alguien llame a un exorcista!-propuso el monaguillo, servicial y peliculero.
Ahora.
Por fortuna, alguien fue más cabal… y los bomberos llegaron primero.
Y en la hora
-¡Milagro, Milagro!-proclamó la beata del pueblo.
-Milagritos para los amigos- replicó, feliz, la resucitada, rumbo al hospital.
De nuestra muerte
Que no todos los días vuelve una a la vida, ni te hace el boca a boca un enfermero tan guapo.
Total, la venganza puede esperar…hasta mañana.
Amén.
2 comentarios:
Ja,ja,ja... Hay que ve el humor tan exquisito que practica el género negro.
Sergio, no dejas de sorprendernos, ahora a lo Edgar Alan Poe pero con el toque canalla que sólo tú saber dar.
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