Gijón, a últimos de julio, se viste de largo para celebrar, alegremente enlutada, su vigésimo cuarta Semana Negra.
Diez días en que la capital asturiana, coqueta, se sabe observada, en boca de todos, como una mujer en la plenitud de su belleza.
Diez días en que se erige en el mayor templo al crimen literario en habla hispana, en un lugar de peregrinación obligada para los devotos del género, de cualquier género.
Un maldito lugar mágico, donde miles de visitantes son poseídos por el espíritu de la palabra.
Donde, cada año, multitud de juntaletras reciben su bautizo de tinta y se hacen un nombre.
Donde muchos han recibido su primera comunión sin hostia, o su confirmación literaria.
Donde otros tantos se han dejado rondar por las editoriales hasta entonar el “Sí, quiero”.
Donde se ha dado la extrema unción a toda clase de tópicos sobre el género negro y la literatura popular.
Donde se trata con idéntico cariño a un premio Cervantes que a un zumbado de la Mancha.
Donde puedes comer churros con el último Planeta y salir de copas con un astro del Times mientras un chino trata de endosarte dos pulseras y un CD de David Bisbal.
Un lugar que no os podéis perder, y donde os perderéis de mil amores.
Felicidades, Gijón, y que cumplas muchos más.
¡Larga vida a la Semana Negra!
1 comentario:
que envidia, esperemos que siga y que podamos visitarla
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