Pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz.
Por Ana Quirós.
Paula Quiñones,
inspectora de Hacienda, salta a las antípodas de su rutina acudiendo como
voluntaria a la localización de fosas comunes de la guerra civil en Azafrán. Su
llegada remueve los cimientos del pueblo y los de sus habitantes, saca a la luz
recuerdos olvidados, polvo y cenizas que gritan su verdad callada. Vuelve el
miedo, la angustia, las deudas de sangre sin pagar…. Paula no sabe que
descubrir el pasado la avocará a un inminente peligro en el presente.
La
narrativa, en tres voces, nos desvela con crudeza la violencia sobre los
muertos, que se va conformando a través de la investigación y que ellos mismos
nos cuentan, algunos tan reales y cercanos como el de la fosa de Milagros, el
sonajero, la historia del peón caminero; también la realidad del entorno y sus
vecinos que también tienen mucho que contar y, tal vez, mucho que callar. Pero
va mucho más allá, porque en los vivos también quedó impregnada la huella de la
ignominia, del silencio cómplice, del adorno y abrillantamiento de una realidad
hasta convertirla en ficción. Y es que, mal que nos pese, todos fueron
perdedores, física, moral o humanamente perdedores de vida, de opciones, de
sueños, de dignidad.
Con
“pequeñas mujeres rojas” Marta Sanz nos acerca, con un exuberante despliegue
verbal, y de forma intensa, interiorizada en lo más profundo, a veces impúdica
y hasta de un realismo que duele en la propia carne, en el laberinto de las
fosas comunes, fruto aciago de la guerra civil, y de las vivencias de las
mujeres en la retaguardia, en el frente de la soledad, hambruna, sacrificio y
violencia más allá de lo físico (que no fue poco) por las que discurrieron sus
días de conflicto y de los que aún hoy tienen mucho que contar desde esas
tumbas olvidadas.
Marta Sanz Pastor (Madrid, 1967),
doctora en Filología Hispánica, comenzó su carrera literaria cuando se
matriculó en un taller de escritura de la Escuela de Letras de Madrid y conoció al editor Constantino Bértolo,
quien publicó sus primeras novelas en la editorial Debate. Ha recibido
importantes premios, como el Premio Herral de de novela (2015),
el Ojo Crítico de Narrativa (2001) o el XI Premio Vargas Llosa de relatos. Fue
finalista del Premio Nadal (2006)
y en 2013 ganó el Premio Cálamo en
la categoría Otra mirada.
Es crítica literaria en
distintos medios (entre otros, en el suplemento Babelia de El País,
la revista Mercurio o
la página La tormenta en un vaso). Ha ejercido la docencia en la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid y ha dirigido la revista literaria Ni hablar.
5 comentarios:
Otra buena reseña de nuestra amiga asturiana. El tema por conocido no deja de impactarnos y me llama la atención lo de las tres voces. Encima fue finalista del Premio Hammett de Gijón.
José Ángel
Me la apunto
Desde Black, black, black no he leído nada de la autora. Tras esta estupenda reseña tendré que remediarlo.
Estupenda reseña y un libro más a la lista
Gran reseña!! Ya me ge comprado el libro!!
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