La Carmen Mola de las reseñas, así
podríamos calificar a la misteriosa autora (o autor) de nuestra estupenda
recomendación de esta semana.
¿Quién
será, será?
Tendrás
que leer para encontrar las pistas y descubrir, de paso, una gran lectura
veraniega.
No mentirás, de Blas Ruiz Grau.
Por Alice Avril.
¡Qué nadie toque nada! Todos hemos oído o leído esta
frase infinidad de veces. Lo que no tantos saben es que es el título de una
obra de Blas Ruiz Grau, un autor al que conocimos el año pasado, durante el VII
Festival de Las Casas Ahorcadas, en el que estuvo como invitado con la ponencia
“Spanish Psycho”. Los mayores asesinos en serie de la Historia de España.
En el capítulo I de este libro sobre los mitos y
realidades del procedimiento policial y forense, el autor recomienda tomar la obra
de la manera que le apetezca al lector, siendo una de ellas [“…Como un manual
que te puede servir en las investigaciones de tu próxima novela…”]
Y esto es precisamente lo que él ha hecho en “No
mentirás”, utilizar la concienzuda investigación realizada para escribir ese
libro, en la creación de esta novela. Con ella se inicia una trilogía cuyo
segundo título, “No robarás”, se publicó en febrero de este año.
La trama, sin desvelar lo fundamental, es la
siguiente. Carlos, abogado de éxito que trabaja y reside en Madrid, acude a
Mors un pueblo ficticio de Alicante al recibir la notificación de que su padre
se ha suicidado. Su intención es terminar cuanto antes con los trámites
preceptivos y volver a su organizada vida, llena de pequeñas manías.
Al llegar allí no es todo tan sencillo. A pesar de
llevar muchos años sin hablar con su padre, desde que los abandonó cuando él
era pequeño, éste le ha dejado un mensaje que lo conduce a otro oculto en una
pieza de ajedrez y, de éste, a una carta escondida en el doble techo del salón
de su casa. La carta parece estar dirigida a la madre de Carlos, a la que
abandonó.
A partir de ahí comienza a sospechar que esa muerte no
es un suicidio voluntario, sospecha que se convierte en certeza cuando empiezan
a sucederse una serie de muertes violentas en un pueblo donde, como todo el
mundo dice, nunca pasa nada.
Carlos, sin comprender los motivos que le llevan a
implicarse, inicia una investigación por su cuenta, ayudado por una joven
estudiante de psicología, Alicia, que era amiga de su padre.
Paralela a dicha investigación discurre la oficial, la
que lleva el inspector de policía encargado del caso. Un joven que acaba de
aprobar la oposición, inteligente y capaz, aunque lleno de miedos e
inseguridades por un episodio profesional traumático, ocurrido en su etapa de
agente en la Policía Nacional. A Nicolás Valdés le ayudará en la investigación
su compañero y amigo Alfonso Gutiérrez, seguro, confiado y perspicaz, adecuado
contrapunto del anterior.
Es una novela de fácil lectura que mantiene el interés
a pesar de sus 500 páginas. Contribuyen a ello no sólo el ritmo imparable que
le otorga la prosa sencilla, con predominio del diálogo, sino la propia
estructura narrativa. Ésta se compone de 44 capítulos cortos, encabezados por
una referencia temporal al día y la hora, en los que la acción se sucede de
forma lineal, comenzando el 7 de octubre de 2009 y terminando tan solo nueve
días después. Aunque los capítulos son cortos en todos ocurre algo que te
empuja a empezar el siguiente para confirmar o descartar tus suposiciones,
sospechas o conjeturas.
Hay un narrador omnisciente que cuenta la historia
desde dos perspectivas, la investigación de Carlos y la policial. De esta
manera se da la curiosa circunstancia de que el lector tiene más información
que los propios investigadores, que no comparten sus descubrimientos. Carlos y
Alicia encuentran la relación que existe entre las personas que van muriendo,
lo que les lleva a pensar que todos podrían estar implicados en un grave suceso
del pasado. Por otro lado, los inspectores descubren el vínculo que une cada
una de las muertes, de manera que saben, por la pista que encuentran en el
lugar de los hechos, cómo ocurrirá la siguiente.
La ambientación está bastante conseguida, refleja la
atmósfera de miedo y angustia que se cierne sobre los habitantes de un pueblo
tranquilo, que de repente se convierte en el escenario de unos sucesos
espantosos que los confunden y atemorizan.
El final, como suele suceder en este tipo de novelas,
es sorprendente e inesperado. Está muy bien explicado y a mí me ha convencido.
Hay sin embargo otros aspectos que no me parecen tan
verosímiles o encuentro la presencia de algunos personajes un poco forzada,
puestos ahí para dar consistencia a algún episodio necesario de la historia.
Y, para terminar, una pequeña crítica. El autor no
sólo ha usado lo que sabe sobre asesinos en serie, en mi opinión ha abusado de
ello.