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viernes, 20 de agosto de 2021

El chico de las bobinas

 


El chico de las bobinas, de Pere Cervantes

Por Guillermo Muñíz

 Publicada en 2020, es la última novela hasta la fecha de un autor bien conocido y querido en nuestro club. Barcelonés, en torno a los 50, y además de escritor, policía especializado en ciberdelincuencia. Ya ha estado con nosotros, y hemos leído y comentado alguna novela suya: No nos dejan ser niños y Tres minutos de color, si no recuerdo mal. Ambas fueron bien acogidas por la parroquia negrita. Y esta, en mi opinión, es aún mejor.

La historia arranca con un crimen, y hay un misterio que desvelar; así la incluimos en nuestro género, aunque tenga muchas más cosas, como debe ser.

Se desarrolla entre 1945 y 1949 en Barcelona, con dos breves saltos en el tiempo. Incluye además un apéndice que se desarrolla en la actualidad.

En un barrio céntrico y pobre, de esos que hoy día ya no lo son, vive Nil Roig, que en 1945 cumple 13 años. Vive con su madre, Soledad. El padre, David, está desaparecido desde el final de la guerra. Anda por ahí con los maquis luchando contra un régimen triunfante, aún en fase de represalias a perdedores, delaciones y demás. Es buscado y perseguido por causas políticas, sí, pero no solo por eso. En realidad también es perseguido por lo de siempre, por esas dos cosas que mueven al hombre desde que el mundo es mundo. Y hasta ahí puedo contar.

A Nil, teórico protagonista de la novela, le falta un brazo. Se gana los cuartos llevando en bici bobinas de películas a las salas de proyección, y con eso ayuda económicamente a su madre, Soledad, que trabaja en una carpintería llevando la gestión del negocio, que va sobreviviendo como puede.

Nil es testigo de un crimen en el portal de su casa, y la víctima, antes de morir, menciona el nombre de su padre, le da un objeto que será de enorme importancia en la trama, y que buscarán los malos.

Esa trama va adquiriendo cada vez un interés mayor, según van apareciendo personajes y datos. Junto a Nil y su madre, hay un buen grupo de personajes.

Los buenos, el entorno de Nil y Soledad, son a cual más entrañable, y a cual más desgraciado, os podéis imaginar. Supervivientes de todo pelaje. Hay héroes, hay hasta algún pillo, la gente se busca la vida. Y hay mucho, mucho amor en ellos. Algunos son de los que te recuerdan que sí, que hay gente que merece la pena en todas las circunstancias, por desfavorables que sean.

Los malos: alguno también es un desgraciado, pero es de los que te recuerdan que no, que hay gente que no merece la pena en ninguna circunstancia. Otro es un mierda, sin más. Y el más malo es, además de malo, repugnante.

Los personajes están bien construidos, algunos quizá estereotipados, pero sirven muy bien para estructurar y contextualizar el relato.

Además de esos supervivientes, hay luchadores clandestinos contra el régimen, nazis reciclados que iban estando cada vez menos cómodos en esa España de los cuarenta, pero que se las apañan para seguir viviendo muy bien, policías corruptos, delatores y todo lo necesario para la trama.

Y hay muertos, violencia y sordidez. Tenemos la falta de respeto a la mujer, el abuso de los triunfadores sobre los perdedores, el rechazo y vejación a personas de sexualidad diferente, violencia policial. No escatimamos detalles desagradables, de hecho la novela es sórdida en muchas fases. Hay mucho odio, hay mucha sed de venganza. Pero también hay justicia, hay esperanza, y mucho amor, como os he dicho antes.

La novela es, por supuesto,  un retrato muy bien ambientado de una Barcelona sombría de los años 40. Pero la verdadera protagonista de la novela, Soledad, nos recuerda que esta historia es sobre todo un tributo a las mujeres que saben sobrevivir con dignidad en las situaciones más adversas. A las que, como bien dice el autor, siempre construyen. Personaje enorme, no perfecto, no exento de aristas, obviamente, pero en todo momento admirable.

Y hay un omnipresente tributo al cine, a la fábrica de evasión y sueños en esos tiempos turbulentos. Y a la profesión de actor de doblaje, y cuento más. No faltan guiños: se menciona a Carmen Laforet, cronista inolvidable de una Barcelona gris, hay un “ cameo “ de un jovencísimo Fernán Gómez, y está también Cinema Paradiso, aunque lógicamente sin mencionarla.

El epílogo, que se desarrolla en la actualidad, explica, yo creo que innecesariamente, lo que la novela es y quiere ser, y además pretende hacernos ver que estas historias se deben seguir contando, y no deben dejar de contarse. Y hay causas que son intemporales, y por tanto hoy día vigentes, que no hay que dejar de atender. Esos personajes, creíbles todos ellos, lo merecen.

La sensación de que es una “peli que ya hemos visto” es inevitable. Rara es ya la novedad, a estas alturas. No es la originalidad su mayor virtud, pero sí lo es su intensidad, su credibilidad, y su voluntad de reconocimiento y respeto.

No os la voy a recomendar como amable lectura playera de verano, pues es sombría, aunque tenga también sus puntos luminosos. Pero sí os recomiendo que la leáis, sin duda. Y me alegro de ver superarse a un buen escritor.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Otra buena reseña de Tito Willy, como no podía ser de otra forma, de las que te invitan a leer el libro reseñado y de forma fácil y atractiva. Gracias.
José Ángel

Cristina dijo...

Después de leer la espléndida reseña de Guillermo tengo que decir que si no hubiera leído la novela, la pondría en la cima de las pendientes. Fue una de las que más me gustó el año pasado.

Grouppie Lectora dijo...

Buena reseña tito Willy, como la novela... hubiera cuadrado mejor en el curso de histórica del año pasado.... pero aún así, no hay que dejarla pasar.

Almudena dijo...

Pues creo que éste va a ser mi siguiente libro de lectura. Qué ganas me han entrado de leerlo!!

Leoleo dijo...

Buena reseña me la apunto para la próxima!