La
novela más adictiva del año
Así es la
última propuesta de este verano negro. Pura droga narrativa. Una de esas lecturas ideales para la piscina.
Y para la playa. Y para la montaña. Y para quedarse en casa. Y para animar a la
lectura a los que no paran por casa.
Para todo eso y mucho más, no se me ocurre mejor
novela que la última de Santiago Díaz, la última recomendación de una de las
más veter-Anas y queridas del club.
Jotadé,
de Santiago Díaz
Por
Ana Martínez
Imagina
una noche lorquiana de luna llena. Una gitana de tez de aceituna se acerca a ti
y te clava sus ojos negros mientras murmura: “Chelestra, chelestra, malevo.
Maldito aquel negrito que no lea este libro”. Correrías rápidamente a comprarlo
y no dejarías sin leer ni una coma. Pues bien, olvídate de Lorca. Jotadé te
miraría con guasa y te diría: “Negrito, si no lees este libro así te tragues un
paraguas y se te abra en el culo, mierdaseca”. Seguramente, esto te inspiraría
menos prisa en comprar este libro y leerlo, pero estarías cometiendo un gran
error porque te pierdes un rato de los buenos.
Santiago
recupera a Jotadé, que recordaréis del universo de Indira, pero no como un
simple secundario. En este primer libro de la serie, nuestro amigo se convierte
en un protagonista de diez, de los que te cae bien desde el primer momento
porque es un tío guapo, gracioso, buena gente, además de gitano y policía. Juan
de Dios Cortés no se avergüenza ni de ser una cosa ni la otra, aunque su vida
sería más sencilla eliminando una de ellas de la ecuación. Con su sentido del
humor nos lleva de la mano por el enfermizo universo del fentanilo, por las
malas decisiones y las peores bandas. Con su irreverencia y su afán por
saltarse las normas, se ve de lleno metido en la resolución de la muerte
accidental de la hija del comisario, al caérsele en la luna del coche las
tripas de dos tipos que amanecieron colgando de un puente de la M30.
Aunque Jotadé basta y
sobra para llenar el libro, uno de los grandes dones de Santiago es la creación
de personajes. Sufriremos con sus compañeros Verónica Arganza y Lucas Melero, nos
reiremos con el fuerte carácter de su ex Lola y nos enterneceremos con sus
padres Paco y Flora y sus historias de mercadillo. También recordaremos con
nostalgia a Indira a través de Alba, James, Iván y la abuela Carmen o nos
mantendremos en vilo con la nueva vida de Lucía (aunque no es necesario haber
leído la trilogía de Indira para seguir este libro, se agradecen los guiños a
los que somos fieles). Y por no hablar de los malos, o no tan malos, porque
nada es nunca lo que parece en las novelas de Santiago.
Pero, según mi opinión,
aunque sin esos personajes nada sería lo mismo, lo que provoca el gran éxito de
las novelas de Santiago Díaz (y he leído todas) es su habilidad para crear
tramas trepidantes, inesperadas y sorprendentes. Jotadé es de esas historias
que te atrapan y te dejan con dolor muscular un tiempo porque no puedes parar
de leer hasta el final. Además, no es la típica novela que devoras y olvidas
casi a la vez, deja poso y te hace pensar. Te replanteas los prejuicios que
tenemos y la sociedad en la que vivimos. Y, encima, te hace reír pues sentido
del humor es lo que no le falta a Jotadé, pese a todo, pese a todos.
Si no os he convencido
con esta reseña, estad tranquilos, no os haré ninguna maldición. Solo os diré
que vosotros os lo perdéis, porque este libro es de los que merece la pena y
mucho. Palabra de negrita.
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