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sábado, 8 de abril de 2017



 
NO ME VACILEN AL COMISARIO, de Ferran Torrent
 Por Miguel Esparcia, el “Grissom de Buenavista”.
 

Formar parte de un club de lectura, y concretamente, de uno de novela negra, nos pone en contacto con unas tramas que a veces pueden ser tan duras, tan sórdidas, que el cuerpo necesita una válvula de escape para restañar las heridas del alma, producidas por tanta desgracia.
 Anhelando esa válvula de escape, me vino a la memoria un libro, una novela de la cuál guardo un magnífico recuerdo.  No he parado hasta encontrarla y releerla, y no me ha defraudado a pesar del paso de los años.
Corrían finales de los ochenta, Aquellos felices años de mi andadura por las enseñanzas medias…en mi todavía existente p Instituto, el I.N.B. Juan de Garay de Valencia.
 Empezaba a afianzarse la democracia, tras el susto del Congreso. Primeros gobiernos socialistas locales y regionales, aires de renovación para unos y anarquía y desgobierno para otros, en fin, nada que pueda sorprendernos en un país como este, con su cainita tendencia al enfrentamiento.
 A ello podríamos añadir, la especial idiosincrasia de la tierra de la traca, donde el todo o nada es moneda de cambio habitual.
Pues en ese ambiente estaba yo inmerso, intentando pasar los estudios de la forma menos dolorosa posible, y ¡zas! de repente nos empiezan a caer las lecturas obligatorias de las asignaturas de letras, que si La Celestina, que si el Libro del Buen Amor… y  claro, la lectura de textos en Valenciano.
El rechazo y las reticencias del rebaño estudiantil no se hicieron esperar, cosa que no extrañó al profesorado, experto en luchar en estos hostiles ambientes de ferocidad hormonal. Yo en el fondo, les veía partiéndose la caja, porque luego, más adelante nos cayeron lecturas del siglo XV de Ausiàs March y el famoso Tirant lo Blanc (primer libro de caballerías en la península). Y eso sí que fue duro….
 ¡Pero  qué sorpresa la nuestra! Comenzamos a leer con resistencia esta primera novela, “No emprenyeu el comissari” (No me vacilen al comisario), y al primer capítulo ya nos había enganchado.
 Una lectura rápida, fácil, con un lenguaje natural, a veces ligeramente soez pero gracioso, que suele provocar tanta admiración en los “teenagers”.
 Fue como una salida al mundo real. Ya no éramos crietes de colegio, leíamos novelas que decían “hostia”, “cojones” y demás palabros que nos sumergían en la realidad. Además, la trama transcurría en nuestra ciudad, a escasos metros de nuestras vidas. Fue el anzuelo, y picamos.
Una visión del mundo del Hampa de la ciudad del caloret de andar por casa, con una clara crítica social y política, y con un humor socarrón que se agradece. Humor que endulza pero no esconde una realidad que trasciende al lector, pero que la hace más llevadera, a pesar de que ocurre a tres paradas de autobús de tu supermercado.
Y sí, queridos, era y es una novela negra, quién lo iba a decir.
Así que con el paso de los años, este texto negro, sí, un poco Light, de mis tiempos adolescentes, y que tan buen sabor de boca me dejó, ha salido a la luz y la he releído con voracidad… y me ha vuelto a enamorar.
 En parte por ella misma, y también por el recuerdo de una época que con todos sus vaivenes hormonales y sentimientos contradictorios fue feliz.

Centrándonos en el argumento, y sin tratar de desvelar su contenido, tenemos a un pobre personaje, una persona que si no es por la novela, hubiera pasado inadvertido ante nosotros. El pobre recibe una herencia “familiar” de mucho peso, y no sólo en su sentido literal. Situación que le provoca una serie de gastos que con su trabajo no puede cubrir. Se ve en la obligación de delinquir.
Pero no se puede ser más desgraciado, elige un chalet para obtener una serie de ingresos extra, y roba al personaje menos indicado de toda Valencia.
La relevancia del personaje afectado, no permite airear el tema y se requiere de la actuación de un detective privado, enfrentado con la policía y que no es santo de su devoción. Detective, Toni Butxana, que se mueve como pez en el agua en el ambiente de ladronzuelos, traficantes, prostitutas y chaperos del centro de Valencia de los ochenta. Y que además tiene en nómina a lo mejor de cada casa.
 Pero nuestro detective es un tipo leal para con sus amigos, y tiene por bandera el no entregar a la policía a los autores de delitos de poca monta. Por lo menos, mientras haya sueltos por ahí de forma impune empresarios sin escrúpulos, políticos corruptos y demás delincuentes de altas esferas.
Aparecen tensiones políticas, expropiaciones de empresas con “abeja”, reconversiones de la empresa siderúrgica de Sagunto (que no conocía peores momentos desde Aníbal Barca), controversias con los inicios de la energía nuclear (que provocan encendidas reacciones de grupos ecologistas), amenazas terroristas de Terra Lliure, secuestros de altos directivos de empresas en alza….
Y en este ambiente tan liado, tan de puzzle, o de “embolic” como dirían nuestros personajes, discurre una historia, de fondo negro, con tonalidades de humor que a veces nos puede arrancar alguna carcajada, y si no por lo menos alguna leve sonrisa, que… no está nada mal con la que aún cae.
 
Se trata de la primera novela en solitario de Ferran Torrent, un periodista y escritor nacido en 1958 en Sedaví (Valencia), un pueblo del área metropolitana de la ciudad del Turia. Normalmente escribe en valenciano, pero multitud de obras han sido traducidas.
Se caracteriza por escribir novela negra con una ácida crítica de la sociedad valenciana de los ochenta en adelante, y quizá por ello no sea tan conocido por el gran público nacional, pero ha obtenido gran cantidad de premios. La mayoría en el ámbito de la literatura en valenciano y catalán. Pero no nos olvidemos que en 2004 fue finalista del Premio Planeta con La Vida en el Abismo, que no es moco de pavo.
 


 

 
 

2 comentarios:

Cristina dijo...

Muy buena reseña, Miguel, se nota que te gustó y has disfrutado su relectura. Habrá que tenerla en cuenta.

firestarterqnk dijo...

Qué bien reencontrarse con lecturas que en su momento nos gustaron y aun lo siguen haciendo hoy en día,cosa,por otro lado, poco habitual.
Hala,añadida a las "vacaciones"
Gracias,Miguel