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domingo, 12 de marzo de 2017

LOS ATÍPICOS MAESTROS DEL THRILLER JAPONÉS


 Retomamos nuestro periplo por el país del Sol Muriente con dos senseis del thriller, el controvertido Ryu Murakami (ojo, no confundir con Haruki, aunque este empezara a publicar antes que el eterno aspirante al Nobel), y Fuminori Nakamura, el delincuente juvenil más laureado y prometedor de las letras niponas actuales.

Que los disfrutéis tanto como yo.

 


Sopa de Miso, de Ryu Murakami.

 A pesar de su título, más que un plato japonés, esta novela es una montaña rusa.

Y es que, tras años ganándose el sushi como guía por el Tokyo más sórdido, el joven Kenji creía estar de vuelta de todo… hasta que conoció a Frank.

A primera vista, Frank no se diferencia en nada de otros gayjin con ganas de marcha. Uno de tantos hombres de negocios yankys de interminable billetera y paquete insaciable… pero, ¿qué pasa por la impenetrable cabeza del americano? ¿Por qué es tan frío al tacto? ¿Por qué sus historias están repletas de mentiras y contradicciones? ¿Qué oculta?

El desconcertante comportamiento de Frank y la pasmosa habilidad del maestro del thriller psicológico japonés conseguirán que más de la mitad de la novela sintamos el estómago encogido. Pero además de una adictiva novela de suspense, “Sopa de Miso” es un doble viaje iniciático.

Kenji será nuestro impagable guía por la cara oculta del radiante Sol Naciente. Un país que, a pesar de ser una de las mayores potencias económicas del mundo, comprueba estupefacto como sus jóvenes se prostituyen para pagarse los caprichos, sus intachables padres de familia se emborrachan casi a diario y sus castas madres visitan bares de alterne. Y todo para olvidar la soledad.

 Porque Murakami nos muestra un Japón infinitamente solitario y triste, donde cualquier cosa se vende, cualquier mujer lo vende”, si la cartera es lo suficientemente abultada para pagarlo. Una nación de siervos que pretende emular a un amo capitalista que ni siquiera comprende, que persigue el sueño americano sin saber que se adentra en la pesadilla.

Una pesadilla en la que Frank será nuestro Freddy Krueger, nuestro Cicerone en la particular Divina Comedia de Kenji, en su descenso a los infiernos con todos los gastos pagados, al lado más enfermo del lugar más enfermo de la Tierra: la América más profunda y oligofrénica, la cuna de Trump.

El Murakami menos conocido, confronta la basura blanca con la amarilla, las vergüenzas de oriente con las de occidente, sin misericordia ni escatimar en violencia y detalles escabrosos, pero con sorprendente lirismo.

Engullida con mezcla de temor y ansia, de gula y desasosiego esta sabrosa Sopa de Miso, premiada con el Yomiuri Literary Award por un jurado presidido por el premio Nobel Kenzaburo Oé, sólo puedo decir que me falta tiempo para probar el resto de la escasa carta del restaurante Murakami que, por desgracia, ha sido traducida a nuestro idioma.
 

 

El ladrón, Fuminori Nakamura.

 Ishimura es un joven solitario e introvertido, que huye del pasado hacia un futuro incierto. Un atormentado carterista con ética, que sobrevive al deshumanizado Tokio moderno, metiendo mano solo en bolsillos acaudalados. Una sombra silenciosa al que nadie ve, hasta que un día descubre a un niño robando en un supermercado.

Un niño que le recuerda demasiado a sí mismo como para dejar que siga su camino.

Y hasta aquí puedo escribir. Porque estamos ante una novela intimista, de las que trascienden las convenciones del género, donde la trama no es tan importante como los personajes y la atmósfera. Una atmósfera hipnótica y absorbente, narrada con un estilo engañosamente sencillo, pero que te envuelve y te mantiene pegado al papel hasta su última página, a la que, dada la brevedad de la obra, llegarás casi sin darte cuenta.

 Una historia conmovedora, impregnada de melancolía y ternura, escrita con exquisita sensibilidad, y que podría transcurrir en cualquier gran ciudad moderna.

Una pequeña gran obra, unánimemente elogiada por la crítica nipona y estadounidense, que le concedió premios tan prestigiosos como el Kenzaburo Oé o el David Goodies, ideal para descubrir a uno de los autores jóvenes más prometedores y laureados de la literatura japonesa actual.

1 comentario:

Cristina dijo...

Qué reseñas tan magníficas, estoy deseando leer estas novelas y reconciliarme con los japoneses.