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lunes, 19 de mayo de 2014

ALBA NEGRAL IV


Manolo Polo
MI  QUERIDA  ARACELI

            Buena chica, aunque demasiado calentorra.
Nos llamaban los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él, por ser íntimos y siempre los últimos del escalafón.  Pero nos lo pasábamos tan ricamente, no los más listos pero tampoco los más pringados. Nos engañarían en el sueldo, que no, pero en el esfuerzo tampoco. Todos nos mandan, obedecemos a la media docena que importan, y enredamos a los demás. Alguno perdió su puesto e incluso el trabajo por minusvalorarnos.
El marrón nos llegó cuando empezamos a jugar a médicos en el archivo, nuestro reino y paraíso. Apartado, solitario, con rincones sólo por nosotros conocidos. Nos gustaba y gusta el juego, pero ella desde el principio quiso más, y más, y más hasta llegar al abuso. Y tuve que defenderme. Por ello, tras un año de exceso sexual pensé en facilitarle una baja laboral temporal que me permitiera descansar y reponerme. Lo conseguí en demasía.
Yo sabía que ella reconocería la última revista porno que apenas le había dejado ojear, y que encontrarla y lanzarse a ella iba a ser uno y lo mismo. Pedí permiso de un día para otro, me lo concedieron, y a última hora puse la revista sobre la vieja estantería metálica oxidada que pesaría una tonelada y apenas usábamos. Araceli descubrió la revista y quiso cogerla, como era bajita se subió a la primera balda, y la estantería se le echó encima porque yo había quitado los dos fajos de facturas antiguas que suplían una de las patas delanteras.
Eso debería haber sucedido a la mañana siguiente, pero se adelantó a esa misma tarde a últimísima hora, porque ella fue a recoger los zapatos de fiesta que se había comprado ese día para una boda. Su agilidad saltando hacia atrás la perdió, porque en lugar de caerle encima la estantería desde cerca y con todo el cuerpo para amortiguar la caída, no se tocaron hasta el momento en que la estantería llegaba al suelo y sólo encontró sus tobillos y rodillas.
Apenas si le quedó hueso sano desde las rótulas para abajo. Nadie oyó sus gritos,  móvil no llevaba encima  Cuando su madre denunció su ausencia horas después la policía  dijo que una mayor de edad que no llega a su casa antes de las once no es una desaparecida Y ella permaneció allí solita desangrándose, aunque poco, ya que sólo sus intentos de escapar le produjeron pequeñas heridas. Eso sí, la revista quedó a su alcance y durante las doce horas de espera le hizo compañía. Supongo que pensaría en mí.

.Le amputaron las dos piernas después de mil operaciones y casi otras tantas infecciones. Jubilada con una paga chachi y una indemnización de infarto, a la jodía la hice rica, coja también, pero rica. Ahora la visito un par de días entre semana, a la merienda, y todos los domingos completos. Se le ha incrementado la libido  y seguimos jugando a médicos, su madre es comprensiva. Cariñitos todos, pero consumaciones las justas, controlo yo. Ella quiere que nos casemos pero no permitiré que me consuma otra vez. Araceli será mi novia toda su vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ironias de la vida.
acido,mordaz y divertido.
me encantas manolo.
her

Cristina dijo...

Manolo, eres único. Me encanta tu sentido del humor y me gustaría saber de donde sacas esas historias. Y no vale eso de que tienes mucha imaginación.