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domingo, 9 de febrero de 2014

Mata Mari II


Hampa Prados

Hacía ya unos días de su bautizo de sangre. Poca alarma social. Se trataba, según los cotilleos locales, más fiables que el diario vespertino, de un agresor profesional.
 Parece ser que encontró otro delincuente más hábil. Tampoco iban a quebrarse con este caso, un impresentable más fuera de las calles.
 Estaba a salvo, nadie iba a sospechar de ella, nada la vinculaba con el que, por otro lado, habría sido su asesino. Su vida se tornaba normal, aunque tenía un cierto regusto.
 Todo esto chocaba con su educación plenamente religiosa, de coro de la iglesia, catequesis, campamentos de “Acción Católica”.
¿Y si había Dios? ¿Iba a  castigarla a ella habiendo tanto hijo de puta campando con sus bendiciones? Claro, que era experta en ser la excepción. Nadie pagaba sus pecados excepto ella. Algún ángel cabrón, como diría álamo, parecía haberle tocado en suerte.
Aquella tarde salió  a dar su paseo diario, y de pronto se encontró a las puertas de una iglesia.
 ¿Qué le había llevado allí? ¿Acaso tenía algún remordimiento?
 No, volvería a matar a aquel capullo; entonces…….
Entró, tocó la pila del agua bendita por inercia, pasó sus dedos húmedos por la herida que tenía sobre el corazón, y que había cerrado de una forma extraña, muy rápidamente, quedando un surco rosáceo.
 La verdad es que el ambiente era relajante. Penumbra, sin fieles a la vista, el olor de la cera. Se sentó en uno de los bancos, cerró los ojos hasta que sintió una presencia, ¿Dios? No, tonta, solo el cura, ¡qué susto!
Empezó a charlar con ella. La conocía de vista, aquí todos nos conocemos de vista. Le preguntó si podía hacer algo por ella, si tenía problemas, necesitaba algún consuelo. Mientras decía esto, ponía la mano en su hombro.
 ¿Estaba paranoica? ¿Se le estaba insinuando el cura?
 Le estaba diciendo que si quería podían charlar más tranquilos en la sacristía.
 Y entonces lo supo.
 Supo porqué sus pasos se habían encaminado hasta allí, porqué llevaba consigo el puñal, y también supo que en todos los estamentos hay cabrones.

 Y con ese convencimiento se encaminó a la sacristía con aquel vestidor de alzacuello, y cuando estuvieron solos………

3 comentarios:

Cristina dijo...

Otra vez genial pero no sé si después de estas dos entregas se atreverá alguno a acercarse a ti.He borrado tu nombre del principio del comentario para dejar alguna opción.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho... Me pregunto quién eres :D
Joe

Anónimo dijo...

Joe, quita la H y añade una ro. Que Sergio tiene un amplio abanico de nombres para mi