Aunque el curso pasado lo dedicamos enteramente a la
novela negra argentina, eso no significa que la novela negra argentina se nos
acabara el curso pasado. De hecho, este año leeremos tres obras de criminales
gauchos, y el primero del que os vamos a hablar es de un viejo y querido
conocido del Club: Carlos Salem. Tan viejo y tan querido que fue el que bautizó
el club allá por octubre de 2010.
Y lo hacemos con una obra muy especial, su libro 50º
. Y un número tan especial se merece una obra especial, por eso Salem nos ha
regalado su novela más negra y comprometida.
Pero mejor no os digo más, que Rosa Peinado lo
cuenta mucho mejor que yo y hasta con acento porteño.
TANGO
DEL TORTURADOR ARREPENTIDO, de Carlos Salem.
Por
Rosa Peinado.
Probablemente,
si nacés en la Argentina bien mediado el pasado siglo y no anhelás de chico ser
astronauta sino escritor, llevas de serie la necesidad de contar esta
historia, y no hacerlo de cualquier manera, querrás prepararte para ello, durante
30 años, con un primer acercamiento teatral y 49 libros en la mochila. Y aún
con tal entrenamiento, confiesa Salem que los capítulos finales están llenos de
palabras empañadas.
Imposible
leer esta novela sin tomar conciencia de las cicatrices en cuerpo y alma de los
familiares y supervivientes del horror de la dictadura argentina, empatizar con
ellos, despreciar a los ejecutores, facilitadores o mandos de cualquier rango
que cometieron tales atrocidades.
…
está oscuro, hace frío, no me puedo mover, estoy atado, tengo miedo y rezo
porque no vuelvan a martirizarme, pienso en mi novia, una joven idealista,
malos tiempos para pensar… he acabado en un calabozo, se oyen gritos y lamentos
sin parar… Cuando temo el peor desenlace, salgo -me sacan- del encierro, pero
ya no soy el mismo, o no solo. He sufrido una metamorfosis, ahora me habitan
dos personas que se debaten entre sentimientos de culpa y necesidad de
venganza.
Paradójicamente,
hay un desfile de inocentes que carga con una culpa freudiana,
autoimpuesta como dolor por haber hecho o dejado de hacer algo, por no haber sufrido
o por haberse salvado; mientras, los criminales se intentan exculpar en manidos
refugios como el cumplimiento de órdenes, el escalafón, o la salvación de
alguna víctima; pero no se sostienen frente a los espejos, que les devuelven la
imagen monstruosa de sus miserias. Aunque la coraza más repugnante sea la
semántica, el lenguaje al servicio de la apología de la crueldad, “… el
desaparecido en tanto esté como tal, es una incógnita, mientras sea
desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es
un desaparecido, no tiene entidad, no está… ni muerto ni vivo, está
desaparecido”, Videla dixit.
La
sed de venganza, presente en toda la historia como motivo de disputa
entre las personalidades del protagonista, se alimenta de la casualidad cuando el
azar lo sitúa frente a su verdugo veinte años después y a 10.000 kilómetros de distancia.
En ese momento, como lectora me he encontrado bailando un tango a tres, entre
medias de torturador y torturado, un tango que no es agradable de bailar y la
salida, entre pivotes y enrosques, aboca a la dicotomía de elegir entre seguir adelante
desprendiéndonos del pasado, dejando de una vez aquel calabozo que nunca se
abandonó del todo, o ya conoces el proverbio, “antes de embarcarte en un viaje
de venganza, cava dos tumbas”.
4 comentarios:
Pedazo reseña, Rosa.
Gracias Piluca
Magnífica reseña. A leerlo, sin duda. TW
Ay Rosa, que esta reseña me suena que va a ser duro el libro, de verdad. De esas durezas que parten el alma por lo turbio y lo real.
Salem me suele partir en dos: las ganas de leerlo y disfrutarlo como las ganas de volver la cabeza para no seguir con tanta tortura.
En fin: a leerlo!!
Almudena;
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