Manolo Polo
MI QUERIDA
ARACELI
Buena chica, aunque demasiado calentorra.
Nos
llamaban los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él, por ser íntimos y siempre
los últimos del escalafón. Pero nos lo
pasábamos tan ricamente, no los más listos pero tampoco los más pringados. Nos
engañarían en el sueldo, que no, pero en el esfuerzo tampoco. Todos nos mandan,
obedecemos a la media docena que importan, y enredamos a los demás. Alguno
perdió su puesto e incluso el trabajo por minusvalorarnos.
El
marrón nos llegó cuando empezamos a jugar a médicos en el archivo, nuestro reino
y paraíso. Apartado, solitario, con rincones sólo por nosotros conocidos. Nos
gustaba y gusta el juego, pero ella desde el principio quiso más, y más, y más hasta
llegar al abuso. Y tuve que defenderme. Por ello, tras un año de exceso sexual
pensé en facilitarle una baja laboral temporal que me permitiera descansar y
reponerme. Lo conseguí en demasía.
Yo
sabía que ella reconocería la última revista porno que apenas le había dejado
ojear, y que encontrarla y lanzarse a ella iba a ser uno y lo mismo. Pedí
permiso de un día para otro, me lo concedieron, y a última hora puse la revista
sobre la vieja estantería metálica oxidada que pesaría una tonelada y apenas
usábamos. Araceli descubrió la revista y quiso cogerla, como era bajita se
subió a la primera balda, y la estantería se le echó encima porque yo había
quitado los dos fajos de facturas antiguas que suplían una de las patas
delanteras.
Eso
debería haber sucedido a la mañana siguiente, pero se adelantó a esa misma
tarde a últimísima hora, porque ella fue a recoger los zapatos de fiesta que se
había comprado ese día para una boda. Su agilidad saltando hacia atrás la
perdió, porque en lugar de caerle encima la estantería desde cerca y con todo
el cuerpo para amortiguar la caída, no se tocaron hasta el momento en que la
estantería llegaba al suelo y sólo encontró sus tobillos y rodillas.
Apenas
si le quedó hueso sano desde las rótulas para abajo. Nadie oyó sus gritos, móvil no llevaba encima Cuando su madre denunció su ausencia horas
después la policía dijo que una mayor de
edad que no llega a su casa antes de las once no es una desaparecida Y ella
permaneció allí solita desangrándose, aunque poco, ya que sólo sus intentos de
escapar le produjeron pequeñas heridas. Eso sí, la revista quedó a su alcance y
durante las doce horas de espera le hizo compañía. Supongo que pensaría en mí.
.Le
amputaron las dos piernas después de mil operaciones y casi otras tantas
infecciones. Jubilada con una paga chachi y una indemnización de infarto, a la
jodía la hice rica, coja también, pero rica. Ahora la visito un par de días
entre semana, a la merienda, y todos los domingos completos. Se le ha
incrementado la libido y seguimos
jugando a médicos, su madre es comprensiva. Cariñitos todos, pero consumaciones
las justas, controlo yo. Ella quiere que nos casemos pero no permitiré que me
consuma otra vez. Araceli será mi novia toda su vida.
2 comentarios:
ironias de la vida.
acido,mordaz y divertido.
me encantas manolo.
her
Manolo, eres único. Me encanta tu sentido del humor y me gustaría saber de donde sacas esas historias. Y no vale eso de que tienes mucha imaginación.
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