Aquí va un delicioso microregalo de noirvidad de la Hampa, antes conocida como Ampoirot. O más bien de sus tripas.
Porque cuando las palabras destilan tanta rabia, tanta justicia poética, es que no salen del corazón ni del cerebro, es que salen de las entrañas.
Esperemos que no sean las últimas, y Mari vuelva a matar pronto.
Y no encontrárnosla en ningún callejón oscuro y solitario….
Volvía a casa cabreada. No debió salir esa noche, realmente no le apetecía. Tenía que trabajar eso de la asertividad. Si no te apetece salir, se dice “NO”, y ya está. Pero su amiga quería que la acompañase a no sé qué. Total, las mismas caras, los mismos sitios, la misma gente, y nadie interesante, como siempre.
¿Abandonar por eso su castillo? ¿La comodidad de su sofá? Imbécil. Para colmo, su amiga se había largado con ese impresentable con el que se encontraron “casualmente” y la había dejado plantada.
-¿No te importa volver sola, verdad?
- Pues claro que no, mujer. Si me viene bien un paseo hasta casa con el fresco para despejar la cabeza, y ya sabes que aquí nunca pasa nada.
Nunca pasa nada, nunca pasa nada. Claro que nunca pasa nada, ¿pero no era ella experta en romper todas las estadísticas de desgracias?
Pues ahí estaba. Empezó a notar la presencia de alguien siguiéndola.
Joder, con tacones…..lo de correr va a ser que no, y ya no eres tampoco una chavala. Su mente pensaba rápidamente, qué podía hacer, la navaja de Albacete la había sacado del bolso, desde que la poli multaba por ello.
Vaya con la tontería, en su pueblo todos los abuelos la llevaban, nunca sabes cuando se presentará un almuerzo. Piensa, piensa.
Mientras tanto, los pasos se hacían más rápidos y cercanos. Qué cosa tan tonta, pasarle esto a ella. Quizá se alarmaba sin motivo, quizá era cualquier noctámbulo al que su amigo había dejado tirado y tenía que volver a casa a patita.
Se sonrió. Pero la sonrisa se desdibujó, en el momento que notó como la agarraban por el cuello, y el acero buscaba encima del pecho izquierdo un hueco por el que penetrar.
El acero entró y sintió calor, pero nada más. Esperaba que se le escapase la vida por ese boquete, pero no.
¡Qué raro!
Y de pronto, recordó: No tenía corazón.
Aquel gilipollas se lo partió en pedazos una y otra vez, hasta que no quedó nada.
Su atacante había bajado la guardia, esperaba que el cuerpo sin vida se deslizase entre sus brazos para caer.
Cuando soltó el puñal clavado en el lado izquierdo y se acercaba, notó el ardor en sus entrañas.
Aquella mujer tenía ahora su puñal y lo había clavado en su abdomen de abajo a arriba.
Se levantó, vio como se le había estropeado su abrigo favorito, mierda, limpió el puñal en el costado, total ya era para tirar, y se sintió francamente bien. Quizá aquello había sido una señal. Ahora veía cual sería su terapia: matar a los hombres que parten el corazón a las mujeres en sentido literal o figurado.
jueves, 26 de diciembre de 2013
Ha nacido una asesina: Mata Mari.
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Mata Mari
viernes, 13 de diciembre de 2013
INMACULADA
Inmaculada es gloria empresarial, la mecanógrafa y chica para todo que con don Onofre de factótum, iniciaron esta firma. Ahora, sesenta y ocho tacos de edad y cincuenta de cotización a la SS, sigue en el tajo. Jubilarla la matarla, a ella que presume, con razón, de no haber faltado al curro un solo día. Don Onofre murió hace veinte años. Ella, que asimiló la máquina de escribir eléctrica mas se negó a tocar un ordenador, esa diablura, mariposea aún por acá con andares de pato, bloc de notas, y bolsita de caramelos; mira, anota, y recoloca los papeles sobre las mesas de los demás sin permitir desorden pese a los enfados de los enmendados. Enfados silenciosos y sonrientes porque ella pareciera haber parido a los herederos de don Onofre, y ellos la respetan como si fuera Santa María Virgen y Madre. Además, a los empleados, casi cien, su única familia, nos cuida, se preocupa de la salud de cada cual y está siempre dispuesta a transmitir quejas anónimas a la superioridad, Medirá uno ochenta de altura y otro tanto de contorno de cadera. Como pesa más de ciento treinta kilos, casi todos ellos acumulados entre ombligo y tobillos, algunos insertan en su nombre la sílaba ens tras la eme. Ella nunca lo supo.
Cuando pretendí monopolizar el archivo tuve que ahuyentarla. Traje ratas muertas que declaré cazadas aquí, pero no bastaron media docena. Al fin le solté una viva cuando husmeaba indiscretamente, e Inmaculada mostró notables capacidad de aceleración y velocidad punta. Y no volvió. Después, cuando se incorporó Araceli, sospechó de la intensidad de nuestra amistad y primero le hicimos catar las mieles del amor, esa ausencia de su vida.
Una mañana encontró sobre su mesa un sobre con una escueta nota: “Verla todos los días tan ajena a mí me está matando” Se pasó el día en el departamento de personal estudiando las fichas de los mayores de sesenta años. Siguieron otras notas: “¡Si yo pudiera pasear a su vera…!” “Soñé con usted y desayuné mis lágrimas”…
Araceli y yo sospechamos que dedujo que su enamorado era el señor Nemesio y accedimos a su ficha: soltero, 63 años, Era alto, delgado, tímido y nervioso. Un discreto seguimiento nos reveló que vivía con su hermana.
Casi se desmaya la mañana en que encontró sobre su mesa un sobre a su nombre con una discreta nota: “Un corazón solitario no es corazón”. Puesto en alerta enseguida advirtió miradas complacientes y sonrisas melosas en Inmensaculada. Le entró el pánico. Desde entonces, si levantaba la mirada desde sus papeles, todas sus panorámicas estaban llenas de Inma. Incapaz de soportarlo, tramitó la jubilación anticipada. Las dos semanas siguientes Araceli trabajó a la desconsolada Inma con zalamerías. Así consiguió sentarse junto a ella en la comida de despedida de Nemesio. Allí le hizo la inocente revelación:
-¡No puede imaginar, doña Inmaculada, el alivio que es para mí la marcha del señor Nemesio! Cuando al incorporarme a la empresa, usted misma me lo presentó, se me cayó el alma al suelo y con el alma en un puño estuve hasta enterarme de que se iba. No hacía ni una semana que una vecina suya y amiga mía me había contado su doble vida de crápula. Vive amancebado con una viuda tan viciosa como él. Se dedican, cada una por su lado, a entablar relaciones con personas algo mayores que ellos para seducirlas y robarlas. ¡La del daño que han hecho! Verá usted,,,
¡Pobre Inma, tan buena y cariñosa! Esa misma tarde, de regreso a casa, la atropelló el Metro! Araceli, que estaba muy cerca de ella entre la multitud no ha querido darme detalles; debió ser muy desagradable para ella. ¡Más vale así, porque si llega a cogerle tanta afición a dar la extremaunción como a jugar a médicos no deja vivo ni al apuntador!
Cuando pretendí monopolizar el archivo tuve que ahuyentarla. Traje ratas muertas que declaré cazadas aquí, pero no bastaron media docena. Al fin le solté una viva cuando husmeaba indiscretamente, e Inmaculada mostró notables capacidad de aceleración y velocidad punta. Y no volvió. Después, cuando se incorporó Araceli, sospechó de la intensidad de nuestra amistad y primero le hicimos catar las mieles del amor, esa ausencia de su vida.
Una mañana encontró sobre su mesa un sobre con una escueta nota: “Verla todos los días tan ajena a mí me está matando” Se pasó el día en el departamento de personal estudiando las fichas de los mayores de sesenta años. Siguieron otras notas: “¡Si yo pudiera pasear a su vera…!” “Soñé con usted y desayuné mis lágrimas”…
Araceli y yo sospechamos que dedujo que su enamorado era el señor Nemesio y accedimos a su ficha: soltero, 63 años, Era alto, delgado, tímido y nervioso. Un discreto seguimiento nos reveló que vivía con su hermana.
Casi se desmaya la mañana en que encontró sobre su mesa un sobre a su nombre con una discreta nota: “Un corazón solitario no es corazón”. Puesto en alerta enseguida advirtió miradas complacientes y sonrisas melosas en Inmensaculada. Le entró el pánico. Desde entonces, si levantaba la mirada desde sus papeles, todas sus panorámicas estaban llenas de Inma. Incapaz de soportarlo, tramitó la jubilación anticipada. Las dos semanas siguientes Araceli trabajó a la desconsolada Inma con zalamerías. Así consiguió sentarse junto a ella en la comida de despedida de Nemesio. Allí le hizo la inocente revelación:
-¡No puede imaginar, doña Inmaculada, el alivio que es para mí la marcha del señor Nemesio! Cuando al incorporarme a la empresa, usted misma me lo presentó, se me cayó el alma al suelo y con el alma en un puño estuve hasta enterarme de que se iba. No hacía ni una semana que una vecina suya y amiga mía me había contado su doble vida de crápula. Vive amancebado con una viuda tan viciosa como él. Se dedican, cada una por su lado, a entablar relaciones con personas algo mayores que ellos para seducirlas y robarlas. ¡La del daño que han hecho! Verá usted,,,
¡Pobre Inma, tan buena y cariñosa! Esa misma tarde, de regreso a casa, la atropelló el Metro! Araceli, que estaba muy cerca de ella entre la multitud no ha querido darme detalles; debió ser muy desagradable para ella. ¡Más vale así, porque si llega a cogerle tanta afición a dar la extremaunción como a jugar a médicos no deja vivo ni al apuntador!
Manolo Polo
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Alba Negral
viernes, 6 de diciembre de 2013
III Certamen de Micro Fan Fiction
Las Navidades son muy negras últimamente, y me temo que eso no hay reyes magos ni vagos, Papás
ni Pepés que lo cambien a corto plazo.
Por ello, desde las Casas Ahorcadas, con motivo de la presentación de “El enviado” de J. E. álamo,
queremos aportar nuestro copito de nieve (que parece que pega más que granito de arena en estas fechas)
y poquito de bienes, convocando el III certamen de micro Fan Fiction, cuyas bases son las que siguen:
1. Podrán participar, con un máximo de dos microrelatos por barba o barbilla, todos
aquellos plumíferos mayores de 16 años, de cualquier nacionalidad, que puedan estar presentes
en la entrega del premio y cuyas obras estén escritas en castellano o conquense legible sin
diccionario de la RACAL.
2. Los relatos tendrán un máximo de 300 palabras y deberán ambientarse en el ínclito
Bar del Piojoso, como en el excelso ejemplo que acompaña a estas no menos magníficas pero
modestas bases.
3. Los relatos podrán ser publicados en el blog casasahorcadas.blogspot.com, en el Boletín
literario de la biblioteca municipal, o cualquier otro medio que Obama considere oportuno.
4. Los participantes deberán remitir sus microgenialidades y datos personales (a
saber, nombre, fecha de nacimiento y situación de su cuenta corriente) a la dirección:
casasahorcadas@gmail.com, antes de las 24 h del 5 de Enero, San Fermín.
5. Se valorará especialmente el estilo, originalidad, negritud y cuantía del cheque al
portador.
6. Los tres microrelatos ganadores serán premiados con un ejemplar de “El enviado”, con o
sin beso (con o sin lengua) de J. E. álamo. y se darán a conocer durante la presentación de dicha
obra maestra de la literatura contemporánea, que tendrá lugar el 10 de Enero a partir de las 18 h
en el salón de actos del Centro Cultural Aguirre.
7. El jurado estará compuesto por el autor de la novela, el apuesto coordinador de las Casas
Ahorcadas y todos aquellos incautos que se presten a tan grata y altruista labor, y a falta de
jamones ibéricos de última hora, su veredicto será inapelable.
La ciudad del crimen, a 2 de diciembre de 2013.
El habitual sale del váter. Mientras se abrocha la bragueta a la vista de todos y acomoda las partes nobles, expele un sentido “Jodeeeer” clavando la mirada en el dueño del bar. Éste le mira de reojo rascándose su propia entrepierna con desgana.
No falla, esos magreos son contagiosos y me tengo que decir que a mí no me pica nada, así que quietecito con la mano.
–Jodeeeeer –repite el habitual, ajustándose unas enormes gafas con montura de pasta. Señala con el pulgar a su espalda y pasea la mirada entre los presentes en busca de un cómplice. No lo encuentra.
Ya he comentado la sensación que tiene cada uno a esas horas menudas de la mañana: la de que ese día podía ser el primero de algo distinto, el inicio de una vida diferente, y todos se aferran a la sensación el tiempo que pueden.
El Piojoso, ante el gesto descompuesto de Gafas, un buen cliente carajillero, acaba por soltar un “¿Qué?” con un “No me jodas a estas horas” entre la Q y la E. Gafas, más animado, enfrenta las palmas de las manos y las separa a unos diez centímetros de –Así, era así, –sentencia.
–Pues si que la tienes pequeña –suelta otro de los habituales. Una carcajada seca recibe el comentario, risa a la que sigue un coro de toses. Se apagan unos cigarrillos mientras esputos indescriptibles pasean por las bocas. No llegan a asomar por los labios y prefiero no pensar en su destino. A continuación, cigarrillos frescos toman el lugar de los consumidos. Gafas aprieta los labios algo molesto, aunque enseguida se recompone.
–Una cucaracha, joder, una cucaracha así –repite y separa un poco más las manos.
–¿Así? –exclama el Piojoso, de pronto interesado.
Gafas cabecea encantado de que al fin le hagan caso.
–Sí, te lo juro. –Y las manos se vuelven a separar un poco más–. Detrás de la taza.
–¡Ah! –dice el Piojoso muy serio-. ¡Pues esa era la peque! ¡Si te llega a pillar la grande, te encula! –exclama dando una sonora palmada en la barra.
Esta vez las carcajadas son más intensas y duraderas. A fin de cuentas, éste es el tipo que les pone el café y la copa todas las mañanas, mejor tenerlo de cara. De las toses mejor no hablar.
–Mira que eres cabrón –farfulla Gafas, cabizbajo.
–Si quieres, pasa al almacén –sigue el Piojoso en un raro, rarísimo acceso de humor–, ahí hasta juegan al fútbol y todo, las muy hijas de puta.
Las risas surgen de nuevo pero los esputos vuelven a hacer de las suyas así que notando un pequeño revuelo estomacal (y os juro que soy bastante duro en ese sentido) pago el café y me largo, preguntándome por enésima vez que coño hago yo ahí.
“El café”, me digo mientras me alejo. “Es por el café”.
...El café... ¿Lo guardará en el almacén?
ni Pepés que lo cambien a corto plazo.
Por ello, desde las Casas Ahorcadas, con motivo de la presentación de “El enviado” de J. E. álamo,
queremos aportar nuestro copito de nieve (que parece que pega más que granito de arena en estas fechas)
y poquito de bienes, convocando el III certamen de micro Fan Fiction, cuyas bases son las que siguen:
1. Podrán participar, con un máximo de dos microrelatos por barba o barbilla, todos
aquellos plumíferos mayores de 16 años, de cualquier nacionalidad, que puedan estar presentes
en la entrega del premio y cuyas obras estén escritas en castellano o conquense legible sin
diccionario de la RACAL.
2. Los relatos tendrán un máximo de 300 palabras y deberán ambientarse en el ínclito
Bar del Piojoso, como en el excelso ejemplo que acompaña a estas no menos magníficas pero
modestas bases.
3. Los relatos podrán ser publicados en el blog casasahorcadas.blogspot.com, en el Boletín
literario de la biblioteca municipal, o cualquier otro medio que Obama considere oportuno.
4. Los participantes deberán remitir sus microgenialidades y datos personales (a
saber, nombre, fecha de nacimiento y situación de su cuenta corriente) a la dirección:
casasahorcadas@gmail.com, antes de las 24 h del 5 de Enero, San Fermín.
5. Se valorará especialmente el estilo, originalidad, negritud y cuantía del cheque al
portador.
6. Los tres microrelatos ganadores serán premiados con un ejemplar de “El enviado”, con o
sin beso (con o sin lengua) de J. E. álamo. y se darán a conocer durante la presentación de dicha
obra maestra de la literatura contemporánea, que tendrá lugar el 10 de Enero a partir de las 18 h
en el salón de actos del Centro Cultural Aguirre.
7. El jurado estará compuesto por el autor de la novela, el apuesto coordinador de las Casas
Ahorcadas y todos aquellos incautos que se presten a tan grata y altruista labor, y a falta de
jamones ibéricos de última hora, su veredicto será inapelable.
La ciudad del crimen, a 2 de diciembre de 2013.
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El habitual sale del váter. Mientras se abrocha la bragueta a la vista de todos y acomoda las partes nobles, expele un sentido “Jodeeeer” clavando la mirada en el dueño del bar. Éste le mira de reojo rascándose su propia entrepierna con desgana.
No falla, esos magreos son contagiosos y me tengo que decir que a mí no me pica nada, así que quietecito con la mano.
–Jodeeeeer –repite el habitual, ajustándose unas enormes gafas con montura de pasta. Señala con el pulgar a su espalda y pasea la mirada entre los presentes en busca de un cómplice. No lo encuentra.
Ya he comentado la sensación que tiene cada uno a esas horas menudas de la mañana: la de que ese día podía ser el primero de algo distinto, el inicio de una vida diferente, y todos se aferran a la sensación el tiempo que pueden.
El Piojoso, ante el gesto descompuesto de Gafas, un buen cliente carajillero, acaba por soltar un “¿Qué?” con un “No me jodas a estas horas” entre la Q y la E. Gafas, más animado, enfrenta las palmas de las manos y las separa a unos diez centímetros de –Así, era así, –sentencia.
–Pues si que la tienes pequeña –suelta otro de los habituales. Una carcajada seca recibe el comentario, risa a la que sigue un coro de toses. Se apagan unos cigarrillos mientras esputos indescriptibles pasean por las bocas. No llegan a asomar por los labios y prefiero no pensar en su destino. A continuación, cigarrillos frescos toman el lugar de los consumidos. Gafas aprieta los labios algo molesto, aunque enseguida se recompone.
–Una cucaracha, joder, una cucaracha así –repite y separa un poco más las manos.
–¿Así? –exclama el Piojoso, de pronto interesado.
Gafas cabecea encantado de que al fin le hagan caso.
–Sí, te lo juro. –Y las manos se vuelven a separar un poco más–. Detrás de la taza.
–¡Ah! –dice el Piojoso muy serio-. ¡Pues esa era la peque! ¡Si te llega a pillar la grande, te encula! –exclama dando una sonora palmada en la barra.
Esta vez las carcajadas son más intensas y duraderas. A fin de cuentas, éste es el tipo que les pone el café y la copa todas las mañanas, mejor tenerlo de cara. De las toses mejor no hablar.
–Mira que eres cabrón –farfulla Gafas, cabizbajo.
–Si quieres, pasa al almacén –sigue el Piojoso en un raro, rarísimo acceso de humor–, ahí hasta juegan al fútbol y todo, las muy hijas de puta.
Las risas surgen de nuevo pero los esputos vuelven a hacer de las suyas así que notando un pequeño revuelo estomacal (y os juro que soy bastante duro en ese sentido) pago el café y me largo, preguntándome por enésima vez que coño hago yo ahí.
“El café”, me digo mientras me alejo. “Es por el café”.
...El café... ¿Lo guardará en el almacén?
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Concurso
domingo, 1 de diciembre de 2013
La estrategia de Miguel es...
¡negra de cojones!
Después de un largo alto el fuego, volvemos a las andadas con un micro de Miguel Rodriguez, más que ácido, sullfuroso, nigérrimo y cojonudo lo leas por donde lo leas.
Manolo, Miguel, Amparo... poco a poco los negritos se animan a perpetrar sus propios microcrímenes...¿y el resto, a qué esperais?
-¿conocen a este hombre?
A la luz del círculo de faros, el funcionario de policía se dirigía al grupo apiñado aterrorizado. Una mujer menuda sollozaba sin parar, sentada en el suelo, el rostro apuntalado entre las mano húmedas.
El sargento miraba hacia arriba, a la pasarela de diseño industrial de principio del siglo veinte, luego al cadáver, roto sobre la carretera, con las piernas quebradas por varios sitios y lagrimillas de sangre en todos sus orificios.
-¿Lo conocen? ¿han llamado ustedes?
Asentimiento general.
Uno preguntaba <<¿qué ha dicho?>>.
El que parecía el líder, un tipo vestido de Pedro del Hierro sin otro abrigo que la camisa, se atrevió a contestar:
-Claro que los conocemos, su mujer está ahí sentada.
-¿Qué ha pasado?
-Dos tipos se acercaron por el puente y al llegar a su altura, de repente, lo pusieron mirando para Cuenca y lo arrojaron por la barandilla.
Uno del grupo, el mismo, preguntaba <<¿Qué ha dicho? ¿de qué te ríes?>>
***
-Joder, Gordo, ha costado. Duro ese Alexis. Si se llegan a poner gallitos hubiese hecho falta meter ruido.
-Bah, la mayoría eran muejeres.
-¿Tu crees que la ha diñao?
-Unos treinta metros sobre duro, ¿Qué te parece?
-Bien merecido. Dejar sola a la única mujer que me ha removido las tripas.
-Mira, Palmera, tú sí te vas a quedar solo si no recupero la pasta. Me he dado el gusto de eliminar a ese ¿Revelo? Alejandro Ravelo, eso es. Ningún escritor de medio pelo me va a tomar por idiota, así que me vas a dar la guita, ¿estamos?
El Palmera hizo un movimiento rápido con la mano derecha.
-Traaanqui- Dijo el Gordo, atenazándole la muñeca.- Yo soy un mandao, de categoría, pero mandao, no adelantarás nada. Tendrás que elegir, o tú o ella, pero la pasta primero. Nadie se ríe de nosotros. ¿Estamos?
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sábado, 9 de noviembre de 2013
ALBA
Me
llamo Cándido Blanco, y tanto en la infancia como en la juventud todo el mundo
me ha llamado Alba porque, decían, tenía porte de Grande de España y
terrateniente. Pero no es mi figura ni mi elegancia lo que les lleva a la
burla, pues aunque soy alto y delgado, también tengo unos hombros estrechos
entre los que apenas puede aposentarse mi poquito de chepa. La broma es más fina.
Lo
cierto es que soy el albino más “clara de huevo frito” que jamás existió, pues
si los demás suelen tener blanco pelo y piel blanca, alguna rojez les asoma en
párpados, encías y lengua. En mí todo es
blanco, inmaculadamente blanco, salvo el gris perla de mis ojos. Jamás cepillados,
mis dientes brillan blancos entre mis blancos labios. Mi sangre tampoco es
blanca, ni azul, quizá no tenga sangre. Las pocas veces que me herí rezumé un
líquido amarillo pálido como pus aguada. En las revisiones médicas del colegio
la gente de bata blanca se extrañaba, pero como siempre he tenido la suerte de
ser pobre de solemnidad, los matasanos contuvieron su curiosidad. No todo van a
ser desventajas en la miseria. Nunca estuve enfermo.
Por
todo eso me llaman el príncipe Alba. Hasta Araceli, mi novia para toda la vida
me llama así.
Manolo Polo
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Alba Negral
viernes, 1 de noviembre de 2013
ENTRE PÁJAROS ANDA EL JUEGO
Por Sergio
Vera Valencia
Coordinador
del club de novela criminal las Casas Ahorcadas
¿Hay algo más raro
que un canario montando en Ave? – me pregunto cuando llegamos a la estación
para recoger al palmense Alexis Ravelo.
Mientras
llega, aprovecharemos para rebobinar: es viernes, 25 de octubre, un sol de
justicia se empeña en reírse del calendario y el hombre del tiempo, y el autor
viene del festival Getafe Negro, para presentar “La estrategia del pequinés” (Alreves, 2013), una novela negra de
perdedores que se ha ganado el favor del público, agotando su primera edición
en apenas tres meses.
Hablando del
gran canalla de las Palmas, ahí viene. Espera un segundo, que lo abrace. Y
otro, para que pongamos al cachondo mirando para Cuenca,como hace él con sus
personajes en la novela.
Hecho. Ahora, breve
parada en boxes, y volando para la biblioteca, que llegamos tarde.
Bien, ya
estamos en el salón de actos, y un pajarito me sopla que el aforo sobrepasa la
treintena. No está mal, para una ciudad donde la historia de la Balompédica es
un superventas, y su presentación, el acto más multitudinario de la feria del
libro.
Comento brevemente su vida, obra y el milagro que
es traer a un autor de tan lejos de la corte, en plena época de recortes.
Hablamos de lo humano, nos reímos de lo divino.
Charlamos de sus orígenes humildes, nos partimos con el éxito de su primera
novela, escrita para mojar bragas, pero que terminó secando bolsillos.
Y así, entre
parrafadas y carcajadas, disquisiciones y chascarrillos, nos pasamos de la hora.
Y entre
sorteos y firmas, camisetas y Resolis, se nos van treinta minutos más.
En otros
treinta, las Casas Ahorcadas sentencian: la novela ha convencido, pero los
negritos callan, tras el duelo de mudos, no queda mucho que añadir, dicen.
Cena, paseo, discoteca…y
fundido en negro, que luego todo se sabe.
9:30 de la
mañana, estación de autobuses. Doce negritos y dos mulatitos salen para Getafe
con camisetas a juego con las ojeras.
Les da igual.
Montan tanto follón, que parece una excursión de instituto.
Aunque algunos
tienen edad para que sea del INSERSO.
Y con la cháchara,
ya han llegado a Getafe. Desayuno exprés, y para la carpa de actividades.
12 de la
mañana, lección magistral sobre el origen del género a cargo de Claude
Mesplede.
Muy
interesante, pero ya nos lo sabemos. Hablamos largo y tendido de la “Cosecha Roja” de Hammett el curso pasado.
1 de la tarde,
mesa redonda sobre novela negra vasca con Jon Arretxe, José Javier Abasolo y
Félix Modroño.
Genial, pero no hay ejemplares. Tenemos suerte,
El editor nos regala los únicos.
Almuerzo
vasconquense, las risas corren de nuestra cuenta.
Y a las cinco,
vuelta al ruedo: presentación de Holocausto-Manhattan de Bruno Nievas.
El siguiente
acto, el resurgir del cómic negro, es en otro lugar. Salimos a todo gas, y a medio
aplauso.
Houston,
Houston, tenemos un problema: hablan gabacho. Hay intérprete y auriculares.
Gracias, Houston
A las 7, firma
de Fred Vargas.
Menudo
ejemplar.
10 de la
noche, ¡negritos al bus!
Increíble pero
cierto, todavía tienen ganas de cachondeo.
Nadie diría
que gente tan dispar pueden ser tan amigos.
Nadie diría que
son un club de lectura.
Pero lo somos.
Y tú, ¿a qué
esperas? No nos leas, ¡únete!
PS: Clownclusiones del viaje
By Pichuchina Fernández, alias Ana.
Simenon es superdivertido comparado con algunos
compatriotas.
Las vueltas son más cortas porque vamos mirando para
Cuenca.
Un baño es un lugar muy digno para vivir.
Nuestro club goza de
una eterna primavera.
Con una bolsa en la cabeza todas pasamos por
veinteañeras.
Desde Cuenca a Bilbao SanFrancisco es perversión.
A Sergio la fuerza le acompaña para aguantarnos.
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Las Casas Ahorcadas
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Zarajo Noir
jueves, 3 de octubre de 2013
Presentación de “La estrategia del pequinés”, de Alexis Ravelo
Por
Sergio Vera Valencia, coordinador del club de novela criminal “las Casas
Ahorcadas”
Cuando
el último cocargamento del Turco, un traficante tan poderoso que dirige un
mural más que un cartel, caiga en las redes de la policía en vez de las jorobas
de Junior, su camello oficial en las Palmas, éste no tendrá más remedio que
preparar un palo para evitar que el narco le meta uno bien grande por el culo.
¿Y
qué mejor que dárselo al Larry, al mismísimo
primo y puterísimo testaferro insular del Turco?
Aunque
para eso, necesita alguien con experiencia, alguien con contactos, alguien
desesperado, alguien como el Rubio, un experto en seguridad que en otro tiempo
lo fue de saltársela.
Y
el Rubio, mucho dinero y pronto, para salvar del cáncer al amor de su vida, al
amor que le salvó de la mala vida.
Pero para lograrlo, necesita un cómplice y un
señuelo, un hombre de acción con cabeza
y una mujer de armas tomar con cerebro. Y lo más parecido, son el Palmera y
Cora, un regular parado que sueña con
abrir una cafetería, y una prostituta que anhela cerrar las piernas, un fulano
sin oficio ni beneficio y una fulana de oficio harta de que se la beneficien.
Dos pringados condenados a quererse, y dispuestos a todo para seguir
haciéndolo, que pronto descubrirán que el golpe les viene grande, y que pueden
perder lo único que tenían.
Con
mimbres tan humanos, y un estilo a ratos lírico a ratos hijoputesco, el recién
galardonado con el premio de novela negra Ciudad de Getafe Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) urde una
vertiginosa novela de personajes apasionados y apasionantes repleta de giros
inesperados pero sumamente creíbles, real como la muerte misma.
Una
brillante novela de delincuentes, una “crook story” que bebe de los clásicos
sin emborracharse de tópicos, una obra orgánica , viva, de GÉNERO con
mayúsculas, que sitúa al canario entre los cuervos ibéricos de primer nivel.
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Las Casas Ahorcadas
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Autores
domingo, 29 de septiembre de 2013
Vivir de noche
(Guillermito Black)
El más reciente trabajo del que es
sin duda uno de los más reputados autores vivos del género, el norteamericano
Dennis Lehane, padre de historias como Shutter Island o la excelente Mystic
River. En Gijón tuvisteis la ocasión de conocerle, en una de las últimas
ediciones.
Nos cuenta las andanzas del amigo
Joseph Coughlin, jovencísimo delincuente hijo de un jefe de policía de Boston,
en los años de la ley seca. La acción transcurre a lo largo de una década,
aproximadamente, y comienza con Joe abriéndose camino entre las bandas del
hampa en su ciudad natal.
Después de un tiempo en la cárcel,
la historia nos traslada a Tampa, Florida, donde acompañaremos a nuestro héroe
en su imparable ascenso a las órdenes de un capo italiano y controlando, junto
con sus socios cubanos, el contrabando de ron de la zona.
También tendremos ocasión de
conocer la Habana en la época de la llegada de Batista, y de familiarizarnos
con el negocio de las plantaciones de tabaco.
Tenemos matones con sus sombreros,
sus armas y sus zapatos, malos malísimos y malos que nos caen bien, porque
buenos del todo aquí nunca hay.
Mucha violencia, mucha acción, buenos cambios de ritmo, y algo
de amor para los del pastel, o por lo menos algo que se le parece.
Al terminarla diréis: otra peli de
gángsters, de estas ya hemos visto muchas. Es cierto, pero tiene todos los ingredientes
de estas historias, está bien escrita y
es muy entretenida. No le pidáis más, pero tampoco menos.
Aunque ya llego algo tarde para recomendarla
como lectura para vacaciones, os aseguro que se pasa un buen rato.
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domingo, 22 de septiembre de 2013
La playa de los ahogados
Amelia Carrillo
Domingo
Villar nos ofrece una novela policíaca, más que negra, en mi opinión, pero
sobre todo es una novela “gallega”. A través de sus páginas nos impregnamos del
espíritu gallego, de una tierra y unos hombres que encuentran su razón de ser
en el mar que les da vida y muerte. A mí me ha gustado y os la recomiendo.
Es la
primera novela de este escritor que he leído, aunque hay una anterior con el
inspector de policía Leo Caldas como protagonista del relato.
Ya que lo
he citado, aprovecho para hablar de los personajes: Caldas, es un tipo que cae
bien, porque como el resto de los personajes rezuma humanidad, y como heredero
del Carvalho de Montalbán es aficionado a la comida, aunque no a la cocina, si
con el primero conocíamos la cocina catalana, con Leo se nos hará la boca agua
cuando él saborea los percebes recién arrancados al mar, o disfruta de los
platos típicamente gallegos degustados en tabernas o bares populares, donde
hasta la lechuga es especial.
Leo no es
un comisario prepotente, ni busca la fama, ni le mueve un espíritu justiciero.
(En la página 381 dice” Nunca le habían
interesado los culpables; para Leo Caldas lo fundamental era conocer los
motivos, los por qués).
Colaborando
en la investigación está el subinspector Rafael Estévez, un aragonés alto y
fuerte, a veces se sobrepasa en los interrogatorios, no entiende el carácter
gallego, y les desquician las respuestas que recibe de la gente y del mismo
comisario, “que dicen sin decir”
A través de
los diálogos, que el autor borda, deja patente esa alma gallega que está
presente en toda la novela. Porque quiero destacar que Galicia es algo más que
el lugar donde se desarrolla la trama, es un personaje más dentro de la novela.
También
está el padre de Caldas, un hombre viudo, jubilado que ha encontrado una razón
de vivir en el cultivo de sus viñas, en la vuelta a lo esencial.
La
trama comienza con la llamada que recibe el inspector sobre un ahogado que ha
aparecido en la playa de Paxón. Que un
marinero aparezca ahogado no es un hecho extraño en la playas gallegas, lo que
es extraño es que, según indica la autopsia del cadáver, “El Rubio”, como se le
conoce a Justo Castelo ,salió a la mar
en domingo, hecho inhabitual en los pescadores de allí y además sancionable por
la cofradía, y que lo encontraran con las muñecas atadas con una brida verde
que había sido cerrada desde fuera por el lado de los meñiques, lo que indica
que es imposible que se las apretara el mismo con los dientes, estas
circunstancias les hace cuestionarse que haya sido un suicidio y a raíz de ahí
comienzan las investigaciones.
A través de los interrogatorios Domingo Villar nos irá presentando a las
gentes de Paxón, los vecinos, los pescadores compañeros del Rubio, Arias,
Valverde, Hermida y su mujer, el subastador de la Lonja, la vecina del Rubio
(personaje simpatiquísimo), y el argumento va avanzando sin fisuras manteniendo
el suspense mientras recorremos los rincones de Paxón, su playa, su lonja, su
puerto… y nos cuenta historias pasadas que aportan nuevas pistas y siguiéndolas
nos lleva de un sospechoso a otro, hasta concluir, sin trampas, en un final
bien resuelto.
La historia
está contada por un narrador omnisciente que alterna con diálogos tan acertados que da la
sensación que la contaran los propios personajes.
El lenguaje
es ágil, sencillo pero preciso. La
narración se estructura en capítulos, más bien cortos, lo que favorece una
lectura rápida.
El tiempo
de la novela trascurre en el tiempo cronológico con algunos saltos retrospectivos para presentar hechos que ocurrieron que son imprescindibles
para el desarrollo de la trama.
Por último
decir que sus páginas tienen banda sonora, la melodía de “solveig
song” de Grieg recorre toda la narración.
Copio una
traducción de la letra, La música ponerla vosotros.
"Solveig song" (La canción de Solveig)
El
invierno y la primavera pueden marcharse,
y los días de verano pueden desaparecer, y el año puede morir.
Pero estoy segura de que un día volverás conmigo,
y por eso te esperaré fiel, como una vez te prometí.
Que Dios te proteja, allá donde tus pasos te lleven.
Que te consuele, si llegas hasta Él.
Aquí esperaré tu regreso sola.
Y si tú me esperas allá arriba,
mi amor.
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domingo, 15 de septiembre de 2013
Un microregalo
Ya hacía tiempo, ya, que no se veían microcrímenes por estos lares, así que, aunque sea más crimen que micro, se agradece y mucho que uno de nuestros negritos plumíferos (en todos los sentidos), nuestro frailecillo favorito, Manolo (y me ahorro los apodos, porque serían de peor gusto que el de su santa esposa), nos brinda. Así pues, no queda sino hacer otro tanto a su salud, y a la de su más que y de qué manera perversa y fecunda imaginación.
¿Qué culpa tengo de que el jodido pánfilo que se viene acostando desde antes de nacer yo con la beata que me parió, no haya sido capaz de mudarse a una casa habitable ni cuando el banco te daba más que te costara una nueva para devolverlo, si no quedaba otro remedio, en cincuenta años o más? El cuchitril donde nos apretujamos los tres debió levantarse, y no del todo pues el edificio parece agachado, antes de inventarse las ventanas, la gente se lavaba una vez a la semana en la pila de la cocina, y para aliviar la tripa se oreaban las posaderas a la vera del arroyo de al lado. Las habitaciones son como pasillos, los pasillos como grietas y las escaleras precipicios.
Yo salía esta madrugada con prisas, abrí la puerta, agarré el pomo exterior para cerrarla aún dentro de casa, giré media vuelta, di un paso hacia atrás, y noté que alguien me tocaba el culo y luego algo rodaba por la escalera, antes aún de haber cerrado mi puerta. La vivienda colindante tiene su entrada pegandito a la nuestra y en un ángulo de noventa grados, así que al retroceder yo debí empujar, supongo, al viejo octogenario temblón que venía tardando, desde que yo era crío, un cuarto de hora cada vez para encajar la llave en su cerradura.
Como a los jubilaos los hacen tan frágiles este debió hacerse pedazos por dentro, pero la bolsa de pellejos en la que andaba envuelto le venía grande, así que no se derramó ninguno. Sangre tampoco hizo. Por la boca le asomaba algo viscoso, no sé si baba, si mocos o un gargajo. El ojo derecho seguía como siempre, un brillito al fondo de un hueco oscuro que como si fuera una ostra criaba lagrimitas y legañas; el izquierdo sin embargo se le había salido de las pestañas y parecía un huevo de pascua, tamaño codorniz, pintarrajeado de raíces rojas y azulonas. Un muerto recién estrenado supongo que no contagiará nada pero ¿quién me
dice a mí que este no estaba podrido por dentro desde hacía la tira de años?
Siempre olió fatal. Así que pasé por encima sin pisarlo y allí lo dejé. A media mañana ya lo encontraría alguien.
Ya en la calle me puse a cruzar y volví la mirada a las ventanas por ver si algún vecino asomaba por ellas. Nada, ni rastro de vida. Entonces, otro ruido a mis espaldas. Un tonto del haba en bicicleta que bajaba la cuesta en punto muerto y pensando en las musarañas que me pasa rozando, pierde el equilibrio y se estrella
contra la farola de la esquina. Este sí hizo sangre, claro, porque quiso parar el golpe con los cuernos. La farola era más dura que el frontal de su calavera y perdió el envite. Con lo escandalosa que es la sangre y las prisas que yo tenía no iba a entretenerme. Si estaba muerto ¿para qué moverlo? Y si vivía todavía, mejor sería que muriera rápido y en paz. Hice bien. Llegué a la parada del autobús justo cuando el conductor entraba en la taberna de Nicasio a tomarse el carajillo primero, así yo me lo tomaba con él e invitándolo me dejaba viajar gratis, como siempre. Ventajillas de ser principio de trayecto y de jornada. A ver ahora como se me da el día. El principio ha sido más entretenidillo que de costumbre.
UN BUEN INICIO
Yo salía esta madrugada con prisas, abrí la puerta, agarré el pomo exterior para cerrarla aún dentro de casa, giré media vuelta, di un paso hacia atrás, y noté que alguien me tocaba el culo y luego algo rodaba por la escalera, antes aún de haber cerrado mi puerta. La vivienda colindante tiene su entrada pegandito a la nuestra y en un ángulo de noventa grados, así que al retroceder yo debí empujar, supongo, al viejo octogenario temblón que venía tardando, desde que yo era crío, un cuarto de hora cada vez para encajar la llave en su cerradura.
Como a los jubilaos los hacen tan frágiles este debió hacerse pedazos por dentro, pero la bolsa de pellejos en la que andaba envuelto le venía grande, así que no se derramó ninguno. Sangre tampoco hizo. Por la boca le asomaba algo viscoso, no sé si baba, si mocos o un gargajo. El ojo derecho seguía como siempre, un brillito al fondo de un hueco oscuro que como si fuera una ostra criaba lagrimitas y legañas; el izquierdo sin embargo se le había salido de las pestañas y parecía un huevo de pascua, tamaño codorniz, pintarrajeado de raíces rojas y azulonas. Un muerto recién estrenado supongo que no contagiará nada pero ¿quién me
dice a mí que este no estaba podrido por dentro desde hacía la tira de años?
Siempre olió fatal. Así que pasé por encima sin pisarlo y allí lo dejé. A media mañana ya lo encontraría alguien.
Ya en la calle me puse a cruzar y volví la mirada a las ventanas por ver si algún vecino asomaba por ellas. Nada, ni rastro de vida. Entonces, otro ruido a mis espaldas. Un tonto del haba en bicicleta que bajaba la cuesta en punto muerto y pensando en las musarañas que me pasa rozando, pierde el equilibrio y se estrella
contra la farola de la esquina. Este sí hizo sangre, claro, porque quiso parar el golpe con los cuernos. La farola era más dura que el frontal de su calavera y perdió el envite. Con lo escandalosa que es la sangre y las prisas que yo tenía no iba a entretenerme. Si estaba muerto ¿para qué moverlo? Y si vivía todavía, mejor sería que muriera rápido y en paz. Hice bien. Llegué a la parada del autobús justo cuando el conductor entraba en la taberna de Nicasio a tomarse el carajillo primero, así yo me lo tomaba con él e invitándolo me dejaba viajar gratis, como siempre. Ventajillas de ser principio de trayecto y de jornada. A ver ahora como se me da el día. El principio ha sido más entretenidillo que de costumbre.
Manolo Polo
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Alba Negral
domingo, 8 de septiembre de 2013
Atypical Spanish: padres del crimen literario ibérico
Por Sergio Vera Valencia, coordinador del club de novela criminal “las Casas Ahorcadas.
Hoy en día, si le pegas una patada a un bote (no digamos ya a una librería), te salen catorce novelas negras made in Spain.
Sin embargo, no siempre fue así.
De hecho, hasta que Manuel Vázquez Montalbán no ganara a sus editores una apuesta en 1974 (las malas lenguas, aseguran que beodo) a que sería capaz de escribir una novela negra en quince días, y sobre todo, a que cinco años más tarde, se alzase con el Planeta con la tercera entrega de la serie Carvalho, salvo contadas excepciones, los criminales literarios patrios hubieron de refugiarse en los kioscos bajo pseudónimos anglófonos.
El caso más sangrante (valga el hemoglobínico juego de palabras) de estos auténticos sicarios de la palabra, que llegaban a ametrallar (decir teclear, disparar incluso, sería infravalorar su talento y velocidad al teclado) más de una “novela de a duro” a la semana, fue el de Francisco González Ledesma, que a la postre también se alzaría con el Planeta en 1984, pero que durante décadas firmó cientos de novelas populares (policíacas, románticas y, ante todo, del Oeste)con el ya mítico sobrenombre de Silver Kane.
Entre las excepciones (contadas, por supuesto), sin duda las más célebres y comúnmente reconocidas como auténticas pioneras dentro del género, fueron “El inocente”, de Mario Lacruz, y la serie Plinio, de Francisco García Pavón.
La primera, una valiente crítica (aunque velada, censura obliga) de la España franquista, galardonada con el primer (y único) premio Simenon 1953, narra con gran ambición técnica la interminable fuga de un inocente, que a consecuencia de la constante persecución de las fuerzas del orden (la justicia es otra cosa), terminará sintiéndose culpable de un crimen que no sólo no cometió, sino que ni siquiera existió.
Por su parte, las obras (porque hubo cuentos y novelas, incluso una exitosa adaptación setentera a la pequeña pantalla) protagonizadas por el jefe de la guardia municipal de Tomelloso y su inseparable ayudante, el veterinario Don Lotario, que mezclaba con inusitado mimo literario costumbrismo y enigma , cosecharon Premios tan importantes como el de la Crítica 1969 por la divertidísima “El Reinado de Witiza”, o el Nadal 1970 por “Las hermanas coloradas”, donde esta atípica pareja de sabuesos manchegos visitará el provinciano Madrid de la época en busca de dos paisanas desaparecidas.
Con todo, hasta que Carvalho no cambió el traje de agente triple que vistiera en “Yo maté a Kennedy” (1972) por el de detective privado (de placa y fe en el sistema, no de paladar ni lengua afilada) para apatrullar el barrio chino barcelonés, el género pasaba por un momento tan negro como su nombre dentro de nuestras fronteras.
Fue Montalbán, y sólo Montalbán, de cuya desaparición este año se cumple su décimo aniversario, el culpable de lo mucho y bueno que vendría después, de que a finales de los 70 se gestase la primera escuela criminal española.
Pero para eso, amiguitos, habréis de esperar a la próxima entrega de este peculiar repaso a la historia de la novela criminal española.
Hasta entonces, ¿qué os parece pasaros por nuestro centro de interés en la sala de préstamo de la biblioteca municipal, y matar el rato con los sospechosos de hoy?
¿O preferís seguir muriéndoos de aburrimiento?
P.D: ¡Ya estáis tardando en ir a la biblioteca municipal a apuntaros que solo hay treinta plazas!
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Zarajo Noir
lunes, 2 de septiembre de 2013
Sed de Champán
Por Antonio (Mauricio Romero de
todos los) Santos.
Supongo que decir que esta novela
es una lectura embriagadora, es un juego ramplón. Pero cualquier cosa es
ramplona cuando se compara con el verbo irrefrenable de esta historia.
Y es que esta novela nos narra un ajuste de cuentas entre gitanos y
capos argentinos, pero no le haría falta contar absolutamente nada, porque
párrafo a párrafo es una obra de arte; toda completa, algo inefable.
En ella, el Charolito, un gitano de cheira
fácil, un Pijoaparte que jamás saldrá del mundo suburbial en el que nació y
marca su territorio tirando de faca, nos ayuda a sumergirnos, con una lírica
contundente, como si Umbral boxease con un puño americano, en lo más negro de
la novela negra. Carmelilla, el tío
Paciencias, el flaco Pimienta y un sinfín de personajes antológicos redondean
esta novela inolvidable e irreverente que no dejará indiferente a nadie.
Unos la dejarán antes casi de empezarla, otros
odiarán finalizarla. Yo me quedo con el juicio de su autor: “la novela es jodidamente buena”. Y os
regalo sus primeras líneas para acabar:
“El
Charolito sólo se fiaba de su polla. Era lo único en el mundo que jamás le
daría por el culo”. Con arreglo a esto, es posible imaginarle la noche de
autos.
PD: Cinco renglones de silencio por la soltería del santo de familia que milagrosamente (mes y pico ha
estado mareando la perdiz) ha obrado esta reseña.
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lunes, 26 de agosto de 2013
Atraco a las 6...y pico
Jamás pensé que atracaría algo.
Ni un barco de
juguete.
Así soy yo, impredecible hasta para el hijo de mi madre (aunque no para la madre de su
hijo, que sabe lo que piensa incluso antes de que lo haga).
Y para lograrlo, me busqué una cómplice a la altura de las
circunstancias (menor de edad y todavía más de tamaño pero fuerte, para cargarla
con el mochuelo si algo salía mal y con el botín si salía bien) y tras dar los
últimos pespuntes a mi plan, pusimos manos a la obra.
-Denos todos los del 7 del País-dije, al tiempo que mi
sicaria sin sueldo bloqueaba la entrada al local.
–Ejem, ejem-
cortocircuitó la neurona de la dependienta, con menos luces que el Faro de
Alejandría.
-Ejemplares, libros, ya sabe- esas cosas para cuando
terminas Infantil y las cartillas Micho, añadí para mis adentros, aunque visto
lo visto, oído lo oído, podría haberlo dicho para mis afueras y quedarme más ancho que largo.
-Ha-hay di-diez, ¿qui-quiere una bo-bolsa?- contestó,
atemorizada, cuando me vio sacar el arma y comprendió lo que me disponía a
hacer.
-Por favor- contesté, apuntándole ya sin miramientos con mi
50.
Según testigos presenciales, Medio minuto y alguna bolsa
destrozada más tarde, los Dillinger de la sierra se dieron el piro en el coche
de San Fernando con todo el cambio y los Memento moris del kiosco.
Pero, ¿qué culpa tengo yo de no llevar suelto y coordinar un
club de novela negra en tiempos de crisis?
Y sin embargo, soy culpable.
Probablemente, el primer ladrón a golpe de billetera en los
anales de la ciudad del crimen.
Y sin duda, el primero de libros.
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viernes, 23 de agosto de 2013
La verdad sobre el caso Harry Quebert
Por Ampoirot Prados
¿Quién
mató a Nola Kellergan?
Goldman
investiga la muerte de esta chica 33 años atrás, la cual había tenido una
relación con su amigo, profesor y mentor, que resulta ser detenido como
principal sospechoso.
Todo
se desarrolla en una pequeña población costera, de la que vamos conociendo
a sus habitantes y sus vínculos con el caso.
Resolverlo, le sirve al escritor para construir un libro que, a pesar de
sus más de 600 paginas, como dice el propio autor "uno se arrepiente
de terminar".
Es sorprendente, dinámico, y sirve también como excusa para
meterse en el pellejo de un autor, y hacernos una semblanza del
mundo editorial.
Sin profundizar demasiado en la psicología, ni echar mano de
"ganchos" publicitarios, consigue mantener la atención del
lector y que las paginas del libro te llamen para una cita diaria que
prolongas todo lo que puedes.
A
falta de un "planazo", no es mala opción coger La verdad sobre
el Caso Harry Quebert.
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viernes, 9 de agosto de 2013
Lo que no es “Memento mori”
El típico best
seller yanquilón, la enésima copia de “El silencio de los corderos”, pensarás.
Pues no.
No, porque
hechos y desechos no transcurren en Nueva
York ni los Ángeles, sino en Valladolid, donde, como en cualquier pequeña capital typical spanish (exceptuando la ciudad del
crimen), a lo sumo tienen lugar tres o cuatro homicidios al año.
No, porque el
equipo capitaneado por el solitario y refranero inspector Sancho y el ácido
psicólogo criminalista Carapocha está muy lejos de los superagentes del FBI
Made in USA, por mucho que el segundo se cuaje unos speeches sobre serial
killers que ni Alice Starling en sus buenos tiempos.
No, porque
Augusto Ledesma, el psicópata de la obra, tiene más del metrosexual “American
psycho” de Bret Easton Ellis que del refinado Caníbal de Thomas Harris.
Y no, porque
aunque ágil y adictiva como un thriller superventas, la prosa de César Pérez está
trufada de perlas y notas musicales más
ibéricas que el cinco jotas.
Y ahora que
sabes lo que no es, ¿no te gustaría descubrir qué es Memento mori, y por qué me
leí sus más de cuatrocientas páginas en menos de cuatro días, pese a estar de crucero
por el Mediterráneo?
El próximo
martes, puedes hacerlo por poco más de tres euros con “El País”.
Te prometo que
cuando lo hagas, no podrás parar.
Y que el
kiosquero no me dará ni una bolsa de pipas.
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domingo, 21 de julio de 2013
Parte de Negra
Es imposible resumir la Semana Negra en un post.
Y menos, en uno que
no aspire a convertirse en una Bibli@ como el que aquí os traigo.
Por eso, y porque en
verano estoy muy perro, ni siquiera voy a intentarlo.
Sólo a mencionar
algunos de los mejores momentos vividos y personas conocidas durante mi último paso
por Gijón, porque al fin y al cabo, la vida son eso, momentos (joder, si hasta
me pongo metafísico y todo).
El primero, lo tengo
clarísimo: mi breve conversación, nada más aterrizar en la feria el 7 de julio
(¡San Fermín!), con Pétros Markaris y
Leonardo Padura, gracias a la intercesión del inestimable Paco Camarasa.
Y es
que en poder charlar con dos de los grandes del género de tú a tú, es donde
radica toda la magia negra de Gijón.
Del lunes, me quedo
con la irrupción megáfono en mano de los sindicatos durante la presentación de
“La última noche de Víctor Ros” de mi
cuñado Tristante (que, por cierto,
aseguró que el estreno de la serie de televisión sobre el personaje tendrá
lugar a principios del año que viene). Y no fue la última vez, porque como
estaba prevista la participación de Cándido Méndez y algún que otro gerifalte
político, la lucha obrera estuvo más que presente a lo largo de todo el
festival.
El martes, desembarcaron por tierras asturianas el equipo
alrevés, capitaneado por sospechosos habituales de las Ahorcadas como Víctor
del Árbol y Luis Gutiérrez Maluenda (que, dicho sea de paso, están haciéndonos
publicidad a diestro y siniestro, por lo que más de un autor vino a mí deseoso
de visitarnos), amén de los Kerrigan
BROS (¡qué grandes Gori e Ilia!). Además, de este día quedará para el recuerdo una
conversación la mar de surrealista que mantuve con un autoproclamado mito del
cómic americano de cuyo nombre no quiero acordarme, que después de dejar
patente que era el que más sabía de novela negra americana por aquellos
andurriales al nigérrimo y criminalísimo Mauricio, otro de los capos de la
feria de este año sin duda, después de más de quince minutos, digo, aguantando sus
bravuconadas bastón guía en ristre, va el tipo y me suelta:
Ah, ¿eres ciego?
Y como a sobrado y tocapelotas, pocos ganan al hijo de mi madre, le contesté con otra pregunta:
-¿Es que pensabas que llevo bastón porque soy rico?
-Podría ser…
Pues no, lo llevo porque soy rico y ciego - le solté, antes de que se fuera a continuar
sobrealimentando su ego firmando ejemplares.
Ya el miércoles, después de una noche inolvidable con el que
para mí ha sido el gran hallazgo de este Gijón, Alexis Ravelo (que, por cierto,
acaba de alzarse con el premio Ciudad de Getafe de novela negra, próximamente
en las Ahorcadas), llegó el momento de
volver a presentar “Respirar por la herida”, utilizando para ello el demoledor
argumento de que, era la mejor novela criminal española que había leído en mi
vida. Y prácticamente acto seguido, tuvo lugar una soporífera mesa redonda
sobre nuevos formatos y jóvenes autores, con la presencia del equipo Alrevés
(sí sí, Maluenda también estaba), de tal
calado gafapastil que palabra y evento dieron mucho muchísimo que hablar y reír
durante la cena y copas ulteriores, en las que, entre otras cosas, José Javier Abasolo
(otro de los fichajes de este año) trató
de convencernos de que todos éramos en realidad vascos faltos de memoria.
Más momentos estelares, esta vez, del jueves: la entrega del
Premio Novelpol al hermano Márquez (que me lo dedicó a mí, para escarnio de su
novia, también presente durante la ceremonia)
...y la presentación que hice de las
últimas novelas del maestro Carlos Salem, con la presencia de algunas de
sus incomprensiblemente numerosas e incondicionales seguidoras.
Mientras días y noches iban haciendo mella en mi persona,
llegamos al viernes, en que por la mañana se fallaron (y nunca mejor dicho) los
premios, entre ellos el Silverio Cañada a la mejor primera novela negra
publicada en castellano, que injustamente no recayó sobre el baile de nuestros
Galgos favoritos. Después de una tarde sin muchas novedades, tuvo lugar un
fenómeno digno de estudio antropológico, si no paranormal, el recital de (porno)
poemas de Salem. ¿Por qué? Porque la carpa estaba a reventar de adolescentes
coreando sus versos (había alguna que incluso se los había tatuado, y no es
broma) y mojando sus inocentes braguitas de Piolín con la aguardentosa voz del
pirata argentino. ¡Ver para creer! Y es que, si como Marcelo Luján
sostiene, Salem es el nuevo justin Bieber, definitivamente Fernando Arrabal
y los mayas tenían razón, vivimos en pleno Apocalipsis.
Más pruebas de ello, fueron que el evento de mi maestro
duplicase en asistentes a la presentación del último premio Planeta que tuvo
lugar al día siguiente, y que en cuanto me vio, Lorenzo Silva se apresurase a
defenderse: ¡Yo traté por todos los medios de ir a Cuenca, lo prometo!
Y hasta aquí, mi parte de Negra, ínfimo, pero más que
suficiente para hacerse una idea de por qué llevo cinco julios peregrinando
religiosamente a Gijón, y de por qué pese a que siempre alquilamos un
apartamento en primera línea de playa, al final apenas la piso (de hecho, estoy
tan blanco que cualquiera diría que a la única piscina a la que voy es a la de Fukusima).
En suma, que a pesar de los 200.000 euros menos de
presupuesto con los que contaba la
Semana Negra de este año (lo que me lleva a preguntarme, ¿pues cuántos tenían
antes?), ha logrado sobrevivir más que dignamente, haciendo que los fanáticos
del género negro que la visitamos sigamos sintiéndonos como en casa a cientos
de kilómetros del hogar.
PD: ¡Y tres mil hurras por la Marple, que ha quedado tercera
en el concurso de micros de Tom Z!
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