Así estoy, después de este fin de semana:
SIN PALABRAS.
- Qué decir, después de tantos abrazos fraternales, tantas anécdotas memorables, y tantas risas contagiosas.
- Después de tantos buses sin parada, tantas copas sin rey y tantas horas sin sueño.
- Después de tantas (sobre) mesas redondas, tantas charlas (para) literarias, y tantos discursos de barra.
- Después de tantas Fiestas con Maluenda, de tantos bailes con Cabanas y de tantas noches con Víctor-Tristante.
- Después de tantos solos de Márquez, tantos vítores por Urra, y tanto quedarnos a cuadros con el ingenio de Pepe Serrano.
- De tantas aventuras con Alfred y Ana Campoy, tanto ver el lado extraño de Joe y tanto comprobar como todavía hay editores Alreves de su fama.
Sólo una cosa:
GRACIAS.
- Gracias, a todo el personal de la Diputación, y muy especialmente África y Marta, que han hecho lo imposible para que el Encuentro fuera posible, y para que el primero no sea el último.
- Gracias, a los bibliocriminales que acudieron prestos a mi llamada, aunque fuese casi a cobro revertido, por ayudarnos a perpetrar este primer Encuentro criminal.
- Gracias, a los negritos que me han ayudado a sacar todo esto adelante, sin que servidor tuviera que salir con los pies por el mismo sitio.
- Y sobre todo, gracias, un millón de gracias a todos vosotros, a toda la tribu, mención especial a la yaya Marple, por estar ahí al pie del cañón, por hacer que los sueños que me lo quitan se hagan realidad.
Eso, ¿y cuándo repetimos?